El Preámbulo de nuestra Constitución establece como uno de los objetivos nacionales el de ¨Proveer a la Defensa Común¨.
Toda la superficie terrestre y marítima señalada, implica que, por mandato legal y constitucional, la Argentina debe defender un total aproximado de 10,5 millones de kilómetros cuadrados. De ellos ejercemos hoy soberanía plena sólo sobre el 41%, están usurpados por el RUGB el 23% y pretendemos disponer de derechos soberanos en nuestro sector antártico (una de las dos principales fuentes de recursos de la humanidad en el futuro, junto con el Ártico), que equivalen al 36% del total antes mencionado. Respecto a la Antártida, debe recordarse que, de lo pretendido por Argentina, Chile reclama el 40% del mismo territorio y el RUGB el 100%. A este enorme espacio marítimo y terrestre a defender, debemos agregar el espacio aéreo correspondiente y el ciberespacio, responsabilidad de la jurisdicción defensa. Una tarea de una complejidad extrema.
De la superficie continental soberana, 2,8 millones km2 que nos ubica como el 8vo país más grande del mundo debe destacarse que el 30% de ella, es considerada internacionalmente un ¨espacio vacío¨, esto es, un territorio apto para la vida pero que carece de infraestructura y posee muy baja densidad de población.
Pero, además, Argentina es uno de los países del mundo (otros pocos equiparables podrían ser EEUU y Australia) que dispone de todos los climas y ambientes geográficos, esto es, la Puna, la Alta/Media/Baja Montaña, la Meseta/Desierto Patagónico y Chaqueño, Extensas Llanuras, Selva y Bosques.
También es una de las pocas naciones con un perímetro continental de 14,500 km, de los cuales 10.000 limitan con cinco países con una enorme cantidad de pasos fronterizos legales e ilegales. Otra característica geoestratégica de su espacio continental es su pobre infraestructura vial, ferroviaria y portuaria.
En resumen, Argentina tiene la obligación legal y constitucional de defender una de las superficies continentales/marítimas y espacios aéreos/ciber más grandes del mundo. Un territorio enorme sobre el cual ejerce soberanía sobre menos de la mitad y tiene en disputa actual y futura casi el 60%, con espacios vacíos, con todos los ambientes geográficos que implican presencia y capacitaciones particulares en cada uno de ellos, con problemas de infraestructura para trasladarse rápidamente de un punto a otro y con una frontera porosa con cinco países. Este gigantesco desafío, exige a la defensa nacional disponer de mayores efectivos que los actuales 78.000, incluyendo un sistema de reservistas profesionales hoy inexistente, así como un equipamiento moderno en cantidad y calidad que hoy no dispone.
Recursos naturales de la Argentina
Entre los recursos naturales renovables, no renovables y sus derivados, más otras ventajas competitivas que posee el país, -que lo ubican entre los 10 más ricos del mundo- y que se demandarán en el futuro, se destacan los relacionados con:
El agua dulce. La Argentina comparte el Acuífero Guaraní (segundo más grande del globo) y posee el reservorio de los glaciares cordilleranos (parte de ellos aún pendientes de demarcación con Chile) y potencialmente los hielos antárticos.
La gran producción agrícola ganadera, actual y potencial, como fuente de alimentación de al menos 400 de millones de personas.
Los minerales, donde sobresale por su valor estratégico el litio. Junto con Chile y Bolivia, los tres países disponen más del 50 % de la reserva mundial. Deben destacarse también las denominadas “tierras raras” en las zonas de Mendoza, San Luis, Córdoba y Santiago del Estero que poseen minerales estratégicos (lantánidos, actínidos, etc.) utilizados para el desarrollo de nuevas tecnologías (celulares, autos híbridos, magnetos de alta potencia, etc.).
Los yacimientos de hidrocarburos líquidos y gaseosos en tierra y en el mar, donde se destaca el de Vaca Muerta que, por su potencial, se constituye en una enorme reserva de energía, a escala mundial.
La capacidad de producir energía hidroeléctrica, energía eólica y energía marítimas en grandes cantidades.
Los inmensos recursos animales y minerales del mar.
La biodiversidad, gran variedad de ecosistemas, especies y genotipos.
La pureza del medio ambiente en casi todo su territorio.
En suma, esta Argentina subpoblada es uno de los países más ricos y menos contaminados del orbe, con recursos de valor estratégico en cantidad y diversidad que escasearán en un futuro próximo. Un país subpoblado y mal administrado desde hace décadas que desaprovecha sus inmensas capacidades, por las que debería ser una potencia mundial. Una ¨joya¨ no explotada y apetecible, con Fuerzas Armadas sin capacidad de defenderla, por el crónico ahogo presupuestario al que fueron sometidas por razones político-ideológicas, en una irresponsable anti política de estado sin antecedentes en el planeta.
El mundo en el 2050
Se destacan los siguientes datos y tendencias:
Existen hoy 7.400 millones de personas, previéndose para 2050 una media de 9.700 millones con la consiguiente mayor demanda de recursos naturales. Hoy el mundo consume 50% más de ellos que hace 30 años.
La producción de alimentos (sin considerar los que se emplean para biocombustibles) debería incrementarse un 70% para mediados de siglo.
La demanda global de agua dulce (sólo el 2,5% del total de agua del mundo) crecerá un 40% y al menos una cuarta parte de la población mundial vivirá con una crónica o recurrente escasez de ella. Como lo expresó el Secretario General de la ONU Antonio Guterres, ¨el agua, la paz y la seguridad, estarán estrechamente vinculadas¨.
El crecimiento de la demanda de energía será un 50% superior al actual.
De no poder contenerse lo suficiente el calentamiento global, muchas regiones comenzarán a inundarse, convertirse en desiertos o serán invivibles por las altas temperaturas.
La Tierra estará más contaminada.
Resumiendo, para el 2050 el mundo se presentará mucho más complejo. La superpoblación y el exponencial incremento de las necesidades de recursos naturales de todo tipo, así como la contaminación y el calentamiento global con sus implicancias en la calidad de vida y en el cambio climático, aumentarán la posibilidad de conflictos inter y/o intraestatales. Como consecuencia de todo o parte de lo anterior crecerán las migraciones masivas, las que sumarán mayor conflictividad al escenario internacional.
Consideraciones finales
La peligrosa combinación de todo lo anterior configura un riesgo para el país.
Ese riesgo no radica solamente en no llegar nunca a ejercer soberanía sobre el 59% del territorio usurpado y del pretendido. El riesgo pasa también por una eventual atracción para actores internacionales de primer orden y/u ONGs que, esgrimiendo supuestos intereses de la humanidad y/o propios, podrían intentar ocupar o internacionalizar parte del 41% del territorio donde hoy ejercemos soberanía, en búsqueda de espacios y/o recursos. En este sentido, los antecedentes de similares pretensiones sobre la Amazonia brasileña constituyen una señal de alerta para nuestro país. Brasil se está preparando para esta posibilidad con una ejemplar Estrategia de Nacional de Defensa de mediano y largo plazo 2008/2030, que viene cumpliendo, ratificada con una reciente Política de Defensa 2019, lo que habla de una política de estado, de la que Argentina carece.
Todo lo expresado anteriormente plantea un inmenso desafío presente y futuro al Sistema de Defensa Nacional en general y a sus debilitadas Fuerzas Armadas en particular.
Es indudable que Argentina no estará en una eterna zona de paz (sólo mencionemos el Atlántico Sur y el futuro de la Antártida que se resolverá en poco tiempo) y que el mundo será cada vez más complejo, demandante de recursos y desigual, y, por lo tanto, más intolerante e inseguro. Sólo el desconocimiento geopolítico y/o un premeditado interés ajeno a los intereses nacionales no serían capaces de admitirlo.
Por ello, debe reconstruirse en un lapso no superior a los diez años el abandonado y vetusto Instrumento Militar. Esto implica invertir un piso de 10 mil millones de dólares y llevar el porcentaje de la jurisdicción del actual irrisorio 0,7 a un mínimo de 1,5% del PBI, que nos aproxime al promedio regional.
El Sistema de Defensa Nacional debería ser la ¨cerradura y la alarma¨ de nuestra casa común. Hoy no estamos en capacidad de disuadir a ningún eventual futuro agresor. Por ello, tampoco tenemos capacidad de autodeterminación, esto es, la capacidad de poder decir que no cuando debamos decir que no en materia de relaciones exteriores.
Pero además el Sistema de Defensa Nacional debería ser el ¨seguro¨ de los argentinos por si una agresión no disuadida afecta a su soberanía e independencia, a su integridad territorial, y/o a la vida y libertad de sus habitantes. Hoy el país no está en capacidad de reparar ningún daño o reaccionar ante la consumación de una agresión. El Sistema de Defensa Nacional es la última ¨ratio¨ para garantizar la existencia del Estado Argentino.
Urge también empezar a crear una conciencia de defensa nacional, que hoy es inexistente. Nadie quiere lo que no conoce ni nadie defiende lo que no valora. La Universidad de la Defensa debería ser la herramienta apta para crearla en los ámbitos educativos secundarios y universitarios.
Deberíamos dejar a nuestros hijos y nietos lo que nuestros antepasados nos legaron y lo que nos exige la Constitución de la Nación Argentina. Julio A. Roca, Padre de la Argentina Moderna, incorporó, como Ministro de Nicolás Avellaneda primero y luego como Presidente, 9 provincias a nuestro territorio y eso permitió, entre otras cosas, que hoy podamos reclamar soberanía en la Antártida, gracias a su visión de ocupar la Patagonia y construir una base antártica en 1904.
Finalmente, deberíamos pensar que, en política internacional, las Naciones trabajan para alcanzar sus intereses y objetivos, vinculados, en general, con lograr un mayor bienestar de su población. En este marco, los países poderosos son actores en el escenario mundial/regional y pueden imponer condiciones, mientras que los débiles son sólo espectadores sin influencia, a merced de los designios de aquéllos.
* Ex Director Nacional de Planeamiento y Estrategia del Ministerio de Defensa