República Argentina: 10:22:41pm

Pero la segunda pregunta era respecto a la constituyente: si debía estar integrada por representantes solamente elegidos por el voto popular, o que incluiría una mitad de legisladores y la otra mitad de electos por voto directo. Esta segunda pregunta apuntaba a que los sectores dirigentes pudieran mantener cierto control de la redacción del nuevo texto constitucional. En la segunda pregunta la adhesión obtuvo resultados similares a la de la reforma, casi 4 sobre 5 votaron de la misma manera. La política tradicional, incluido el Partido Socialista que gobernó 3 periodos desde el retorno de la democracia, está en cuestión. En este sector de las fuerzas políticas también hay procesos de reagrupamientos que no están claros, porque recién comienza. Pero algo surge nítidamente: el bipartidismo, con un eje en la derecha y otro en el centro izquierda representado por la Concertación, ha dejado de ser la forma de organización política de Chile. 

Detrás del estallido chileno y la crisis del sistema político se encuentra un problema social crucial: la desigualdad y la falta de movilidad. Chile entre 1990 y 2010 fue presentado como un modelo de transformación económica y política exitosa en América Latina. Recibió elogios de Estados Unidos, la Unión Europea y los organismos financieros internacionales. La baja de la pobreza fue indiscutible, así como también el crecimiento económico. Pero la desigualdad aumentó. Branco Milanovic, experto en el tema de la desigualdad nacido en Serbia con carrera académica en Estados Unidos, sostiene que en Chile los ricos ganan lo mismo que los alemanes, pero los más pobres reciben ingresos similares a los pobres de Mongolia. Se trata de un problema que está en discusión globalmente: que en esta etapa de globalización ha habido éxito en bajar la pobreza pero ha aumentado la desigualdad. No es un problema exclusivo de Chile, se trata de un problema estructural que ha caracterizado a la sociedad durante el Siglo XX. La fuerte desigualdad que mostraba la sociedad a fines del Siglo XIX se mantuvo a lo largo del XX, siendo la universidad pública arancelada una de sus manifestaciones concretas. Llegar a la educación superior e incorporarse por esta vía a los estratos superiores era prácticamente imposible. 

Pero específicamente el problema de la desigualdad social se vio agravado por la falta de movilidad, siendo Chile el país de la región en el cual el ascenso social era más lento y restringido. Desde hace una década, los colegios secundarios han sido la vanguardia de la protesta social. Por más que el gobierno socialista de Michelle Bachelet en sus dos periodos intentó corregir este problema con un sistema de becas, los efectos fueron limitados. Quienes lograban llegar a salir de la universidad con su título se encontraban con dos problemas: el primero eran las dificultades para el acceso laboral que significaba el no tener conexiones con las élites, y el segundo el pago de las becas a la que se habían comprometido.

La protesta violenta iniciada hace un año surgió del aumento pequeño en las tarifas del transporte público y especialmente del subterráneo. Pero se fue extendiendo en cuanto a los sectores que participaron con violencia inusitada y a las demandas que se fueron sumando. La exigua jubilación derivada del sistema privatizado fue otra de las demandas, así como las deficiencias de la salud pública que se puso de manifiesto con la pandemia. 

Sebastián Piñera no fue el hombre adecuado para las circunstancias. La política en su vida fue un tema circunstancial después de haber sido un empresario exitoso y es un típico representante de esa élite cuestionada. La constitución sancionada por el régimen de Pinochet hace 40 años (1980) adquirió el significado de cambio de régimen. Representaba las condiciones de la negociación entre las Fuerzas Armadas y los partidos políticos para la transición. 

El problema es que la transición duró demasiado tiempo, cuatro décadas; fue políticamente exitosa, pero no en cuanto a resolver o atenuar el mencionado problema de la desigualdad. Además, para las nuevas generaciones los logros políticos de la transición son el Chile que conocen en términos políticos y no la valoran como las generaciones mayores que vivieron la dictadura. 

Pero el resultado del plebiscito chileno se da en un contexto regional donde no puede darse por terminado el populismo, que en América Latina tiene características de izquierda. El 18 de octubre tuvo lugar la elección presidencial boliviana que ganó en forma rotunda (más de 20 puntos) en primera vuelta el candidato de Evo Morales, Luis Arce. Lo primero que hizo Evo Morales, que estaba exiliado en Argentina, fue dirigirse a Caracas en un avión enviado por Nicolás Maduro. 

Si bien el plebiscito chileno tiene significados heterogéneos entre los cambios que se reclaman, se ha manifestado la crisis del arquetipo que hoy se denomina el "modelo neoliberal". El 6 de diciembre, en las legislativas venezolanas, ganarán los candidatos del régimen, perdiendo la oposición reconocida por Occidente su último estamento de poder real. Las municipales brasileñas del 15 de noviembre (1° vuelta) y el 29 (segunda) plantearán resultados que habrá que interpretar distrito por distrito. Mientras en Argentina, el curso de los acontecimientos derivan en una mayor radicalización del oficialismo y en un contexto de crisis económica.

 (*) Director del Centro de Estudios Nueva Mayoría

 

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