En Argentina, una dupla de abogados que alcanzaron los máximos cargos nacionales, Fernández y Fernández, parecen empeñados en modificar los parámetros y la simbología de la justicia.
La balanza sostenida por la diosa de la justicia, símbolo de la equidad se ha cargado con dineros del cohecho. La venda en los ojos, que representa la imparcialidad de los jueces, parece colocada para que no vean los delitos cometidos desde el poder y la espada, colocada para mostrar el poder de la justicia y la razón, devino en el instrumento para acosar y castigar opositores.
¿De dónde surgen esas presunciones? Podemos comenzar por la liberación de los ex funcionarios del mismo signo político del actual gobierno acusados por delitos por corrupción que fueron rápidamente liberados, tales cómo el ex Ministro Julio de Vido y el ex Vicepresidente Amado Boudou. Ahora también espera turno para salir el empresario Lázaro Báez y qué decir del sobreseimiento definitivo del ex titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, acaecido porque la Oficina Anticorrupción se retiró como querellante. Los juicios por corrupción de la señora Vicepresidente en ejercicio están inmovilizados y algunos de los jueces involucrados han sido cuestionados por el gobierno ante el Consejo de la Magistratura. Esto sucede mientras se anuncia una reforma judicial que incluiría incluso la modificación de la estructura de la Corte Suprema de Justicia.
Si hablamos de la espada de la justicia tenemos que reparar en las acusaciones sobre espionaje recaídas en miembros de la administración anterior que apuntan al mismo ex presidente Mauricio Macri. Una suerte de retribución a las muchas acusaciones judiciales que cayeron sobre los miembros de la administración de Cristina Fernández y que sirvieron de base para sustanciar causas tan pronto dejó el gobierno. Sin perjuicio de la pertinencia de las causas sobre ambos grupos de poder y sus dirigentes y de la culpabilidad o inocencia de los acusados, lo cierto es que la justicia en la Argentina parece representar la espada que enarbolan los que mandan para llevar al banquillo a los que perdieron el poder.
Dejo para el final la cuestión de la equidad, de cuya carencia hay sobrados y grotescos ejemplos.
Observemos en un platillo de la balanza, por ejemplo, el caso de los cientos de delincuentes jóvenes, lozanos y ciertamente peligrosos que fueron liberados por el supuesto riesgo que representaba el coronavirus en las cárceles, algunos de los cuales ya han vuelto a delinquir. En el otro platillo ubicamos el pedido de igual tratamiento y consideración para los ancianos militares acusados por delitos de lesa humanidad mientras combatían a la subversión, clasificados como grupo de riesgo por su elevada edad y condición física, que fue denegado sin argumentos y que ahora terminó en el contagio de la epidemia en 29 detenidos y el fallecimiento de dos de ellos, hasta el presente. Ninguno de estos hombres cometió delitos durante los largos años previos a su detención, todos se presentaron a derecho y solo se los acusa por acciones acaecidas en la guerra sucia que enlodó a la Argentina provocada por la subversión marxista. No representan por antecedentes ni por su situación personal peligro alguno para la sociedad. Tienen en su enorme mayoría mucha más edad y patologías que las que la ley exige para otorgarles la prisión domiciliaria y en muchos casos exceden largamente el tiempo en que se puede retener a un detenido en prisión preventiva sin sentencia.
Claramente la denegación de prisión domiciliaria estuvo cargada de sentimientos de venganza, temor a las reacciones de las mal llamadas organizaciones de derechos humanos y prejuicios ideológicos. Hoy, sus muertes y enfermedades son un baldón para la justicia argentina tan parcial e ineficaz que sume a la ciudadanía en la zozobra y la desconfianza.
Lamentablemente, las injusticias hoy ya se producen sin tapujos ni disimulos. Necesitamos un cambio drástico en la forma en que la justicia actúa y un cese de la injerencia del ejecutivo sobre ese poder que debe ser independiente, imparcial, objetivo y transparente como un primer paso hacia la república digna y soberana que deseamos y tenemos la obligación de defender.
Buenos Aires, 26 de Julio de 2020.
JUAN CARLOS NEVES
Presidente de Nueva Unión Ciudadana
Coordinador General de ENCENDER.