El General Comini habló en la tarde del viernes (19 oct 2018) en el Colegio Militar de la Nación en un emotivo acto en donde historió el nada fácil camino recorrido de seis décadas que comenzó precisamente con los acontecimientos de 1955; la lucha contra la subversión; la guerra de Malvinas y tras el regreso de la democracia, el escarnio y la cárcel de quienes, paradójicamente, lucharon para asegurarla
El texto del discurso del General Comini es el siguiente:
Es un honor para mí dirigir hoy la palabra en este sentido aniversario.
Comienzo saludando cordial y afectuosamente a todos los compañeros de nuestra promoción -- camaradas reunidos en esta celebración de 60 años de carrera en nuestro Ejército Argentino
Estamos hoy aquí dando testimonio de haber compartido toda una vida, y de haber dejado una huella más en el ejército.
Sintiéndonos muy honrados desde que nos incorporamos a la institución fundadora de la Patria, practicando el estilo de vida virtuoso que adorna a sus miembros, sintetizado en: la voluntad por el esfuerzo y el sacrificio, esperando poco a cambio. Dispuestos como hemos estado a transitar el camino de la superación personal.
Va un saludo a todos los que nos acompañan: esposas, hijos, nietos y familiares en general, que compartieron nuestro trajinar profesional, en muy buenos momentos y a veces en etapas muy duras.
Y transmito un saludo muy cordial a los amigos que se han acercado a acompañarnos.
Desde que la promoción dispuso que me dirigiera a Uds., intenté esbozar una idea explicativa del porqué nos encontramos en 1955 en los institutos de formación (este CMN y la EC. Gr Lemos), donde nos graduamos en 1958.
Entiendo que fue por:
- las enseñanzas patrióticas que nos brindaron nuestras familias, desde pequeños: el honor a la bandera, el pronto aprendizaje del himno nacional, el reconocimiento y veneración de nuestros próceres más preclaros. Y por:
- el legado educativo de las escuelas a que concurrimos – en su mayor parte escuelas públicas- con maestros y maestras - dedicados educadores - que hacían honor a su alta responsabilidad: nos enseñaban a actuar con rectitud en la vida y a sentirnos argentinos de verdad. Nuestra educación estaba por sobre cualquier otra consideración personal o corporativa.
Es este el porqué, en estos 60 años de profesión, hemos estado atentos al derrotero de nuestra Nación; preocupados porque no se la apartara de la senda de sus mejores tradiciones.
Un breve repaso de nuestra vida profesional es un recordatorio de las vicisitudes de nuestra República en este lapso.
Apenas ingresados, nos sorprendió siendo jóvenes cadetes una grave división en la República. Nos tocó de cerca: los dos grandes agrupamientos que conformaban el Cuerpo de Cadetes del Instituto, tomaron caminos diferentes, por fortuna sin consecuencias
Luego como oficiales, nuestro andar por la carrera tuvo varios sacudones. Vivimos desencuentros nacidos en el seno de nuestra sociedad, que repercutían en el Ejército. Los más graves arrastraron a varios compañeros - apartados de las filas - entre los que se encontraban excelentes y capaces profesionales, de fuerte vocación. Algunos aquí presentes.
Siendo oficiales subalternos, vivimos el primer caso de agresión de la guerrilla terrorista, que sorprendió al cuerpo social. Se inició el intento de asalto armado a las Instituciones, con fuerte apoyo de potencias extranjeras y meticulosa preparación aquí y en el exterior.
Se constituyeron fuertes organizaciones armadas, a las que era imprescindible vencer.
Todos estuvimos involucrados en la lucha que desataron. Ya sea como blancos pasivos predilectos, o interviniendo en su aniquilamiento, como lo dispusieran autoridades constitucionales.
Por fortuna nuestra Institución, bien acompañada, y tras cruenta lucha, pudo terminar con este flagelo. Aunque nos sorprendan hoy todavía solapados admiradores que dan por bueno el injusto e ilegal castigo penal que soportan muchos hombres de nuestra fuerza, entre ellos varios miembros de nuestra promoción.
Ocurrió que un hábil y repetido oportunismo político, nos llevó al interminable juicio falaz, que a 40 años de los acontecimientos, no se termina. Condenan a los combatientes aplicando códigos y tratados inexistentes a la época de los hechos.
Se desconoció el principio de legalidad, básico en el derecho penal y nuestros combatientes no fueron llevados ante sus jueces naturales.
Se desconoció también que estuvimos en guerra – no obstante lo expresado en el principal fallo condenatorio – y se derogó el Código de Justicia Militar, dejando a las fuerzas sin el amparo legal que corresponde observar en los conflictos armados.
Acompañamos entonces a nuestros compañeros perjudicados por estas irregularidades. Hoy no pueden estar aquí: son Bossie – Casares – Godoy - Ortega – Puebla – Rene - Stura y Zírpolo - y también a Arenas – Gagliardi y Sturm que ya no están entre nosotros. Así como a otros amigos que aún sufren las idas y vueltas de la justicia.
En 1982 fuimos partícipes del conflicto clásico contra el RU en el Atlántico sur. Algunos miembros de la promoción tuvimos participación directa. Allí pusimos el mayor esfuerzo ante variadas circunstancias adversas muy conocidas.
Transcurrirán seguramente algunos años más para que la historia evalúe con equilibrio lo que significó esta lucha por Malvinas.
Habiendo tenido la oportunidad de observar y medir las reacciones de públicos en el exterior al tratarse la temática de este conflicto, estoy seguro que los títulos de nuestro país se siguen valorizando.
Nuestros queridos compatriotas yacentes allí hablan con su presencia. Y la mayor fortaleza del país, no sólo militar, - que Dios mediante se producirá - hará posible la recuperación de esta parte del suelo patrio.
Al tratarse recientemente la reglamentación de la ley de Defensa hemos advertido nuevamente la dialéctica de quienes buscan terminar con las Fuerzas Armadas. Apelan a que su actuación se limite a conflictos de muy improbable ocurrencia en la actualidad. Lo que es una forma de sacarlas de escena y reducirlas a una mínima expresión.
Sin perjuicio que estemos preparados también para estos conflictos, el decreto reglamentario recientemente promulgado dice que: “las FFAA son el instrumento militar de la Defensa Nacional y serán empleadas en forma disuasiva o efectiva ante agresiones de origen externo contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia de la república argentina”.
El lugar de origen del conflicto no descarta que el empleo de las fuerzas se produzca donde sea necesario, dentro o fuera el país.
Y hasta aquí hemos llegado queridos compañeros, familiares y amigos que nos acompañan.
Unas palabras de reconocimiento para los que se capacitaron en forma especial y obtuvieron títulos científicos y especialidades destacadas así como a los que con esfuerzo se diplomaron en escuelas superiores o en cursos especiales tanto aquí como en el exterior.
Reconocemos a los que han sido educadores y maestros por sus conocimientos superiores. A los que ejercieron jefaturas y direcciones como la de este Colegio Militar. Y a los que se integraron a organismos internacionales.
A algunos nos tocó en las jerarquías más elevadas desempeñarnos como asesores de la conducción superior, sin ejercedla.
Coincidimos a veces; en otras presentamos disidencias, como ante el caso de la supresión del servicio militar obligatorio o con la interpretación inexplicable brindada por alta autoridad sobre la actuación de la fuerza en la guerra de los 70.
Finalmente, termino y repito; hemos tenido el honor de pertenecer a esta Institución tan íntimamente ligada a la vida de la Nación, desde su comienzo.
Me permito evocar a monseñor Aguer en su despedida refiriéndose a los albores de nuestra patria, en mayo de 1810:
“Fueron soldados quienes animaron a los vecinos más audaces y participativos, los que exigieron al Virrey, que se hiciera a un lado. De allí nació la frase “el pueblo quiere saber de qué se trata “. “El pueblo, inicialmente fueron las incipientes fuerzas militares que movilizaron a los ciudadanos más patriotas “ - dijo -
De allí en más, los soldados hemos estado atentos al devenir de nuestro querido país en salvaguardia de nuestro esencial estilo de vida.
Por último expresamos nuestro sentido recuerdo por los 85 queridos compañeros que ya están en la casa del señor, y a sus familias también con el mayor afecto. Presentes siempre en nuestra memoria.
Y pedimos al Altísimo que brinde salud y bienestar a los presentes, a quienes no han podido estar hoy aquí y a quienes nos acompañan.
Que con la ayuda de Dios, podamos celebrar algunos aniversarios más.
Muchas gracias.