República Argentina: 4:06:08pm

"En vez de investigar para encontrar responsables, eligen primero los culpables, sin saber lo que pasó", confió ayer a LA NACION una fuente cercana a uno de los almirantes suspendidos. Mientras el submarino no aparece, lo que aflora es un fuerte malestar de los altos oficiales que conforman el comando de operaciones navales.

La decisión que agravó la crisis interna fue la decisión del jefe de la Armada, almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur, de separar al comandante de Adiestramiento y Alistamiento, contraalmirante Luis Enrique López Mazzeo, y al jefe de la Fuerza de Submarinos, capitán de navío Claudio Villamide, lo que provocó la renuncia en cadena de los comandantes de la Flota de Mar, la Infantería de Marina, la Aviación Naval y el Área Naval Atlántica, quienes se solidarizaron y pidieron su propio pase a retiro. Un quiebre que no tiene antecedentes en la historia naval reciente.

"No es un planteo ni tampoco un acto de indisciplina, ni un reclamo. Es una respuesta a la «caza de brujas», la necesidad de señalar un culpable", explicó a LA NACION una fuente cercana al contraalmirante sancionado, quien, sin embargo, sabe que por su función es el responsable de que todo lo que sale a navegar esté en buenas condiciones.

El malestar en la Armada refleja una línea divisoria bien marcada entre quienes tienen a su cargo el comando de las operaciones de búsqueda en las bases navales de Puerto Belgrano y de Mar del Plata con los que tomaban decisiones en Buenos Aires. Léase el jefe Srur; el subjefe de la fuerza, vicealmirante Miguel Ángel Máscolo, y el propio ministro de Defensa, Oscar Aguad.

En la línea de comando, por ejemplo, con el correr de los días comenzó a prevalecer la idea de transmitir a los familiares, en un marco de contención, la firme posibilidad de que los 44 tripulantes no pudieran ser encontrados con vida. "Prevaleció el criterio de negar las malas noticias", advirtió una fuente naval.

 

El envío de Máscolo, un hombre de temperamento y carácter fuerte, a la base naval de Mar del Plata provocó rispideces con su titular, el contraalmirante Gabriel González, quien había generado una buena sintonía en el trato con los familiares. "Máscolo tomó distancia de las familias, a quienes trataba como si fueran sus subordinados", graficó una fuente naval. En ese clima de tensión, González pidió el relevo.

 

López Mazzeo no sólo es el tercero en la línea jerárquica. Según pudo saber LA NACION, por sus estudios y formación en la Academia Naval de los Estados Unidos, fue el artífice del fuerte apoyo internacional que ese país prestó para la búsqueda del ARA San Juan. Se lo informó a Srur cuando comenzaba el operativo y ello habría generado el primer cortocircuito. Fuentes navales confiaron a LA NACION que el jefe de la Armada le recriminó que no lo hubiera hecho partícipe de esa decisión.

 

A ello se suma que López Mazzeo, responsable del comando de operaciones navales, era el más firme candidato para suceder a Srur en el recambio de autoridades que tenía previsto realizar el presidente Mauricio Macri a fin de año. Tal vez pensando en eso, el Gobierno lo envió en abril pasado a entrevistarse con el comandante del Comando Sur de la IV Flota de EE.UU., contraalmirante Sean Buck, para fortalecer los lazos entre ambas fuerzas.

 

 

"Ni López Mazzeo ni Villamide tuvieron todavía acceso al expediente para formular sus descargos. No saben por qué los suspendieron", indicaron en la Armada. Distintas fuentes navales transmitieron su sorpresa por las sanciones, que fueron aplicadas "sin investigaciones técnicas ni operativas previas, sin peritajes ni testimonios". LA NACION consultó a las autoridades navales por la resolución de Srur para conocer los fundamentos de la decisión, y la respuesta fue que todavía no se había podido tener acceso a ella.

 

Cerca del Comando de Adiestramiento y Alistamiento, cuya sede se encuentra en Puerto Belgrano, admiten que "es lógico que se abran sumarios para investigar lo que pasó. Pero estas sanciones apuntan a señalar culpables", se insistió.

 

La Armada insistió en que la separación de los altos oficiales no es definitiva. El mismo criterio transmitieron cerca del ministro Aguad, quien formó su propio equipo de submarinistas para investigar qué pasó. Algunos comienzan a observar movimientos para intentar revertir los pedidos de retiro voluntario. Pero la renuncia en cadena de los comandantes Rafael Gerardo Prieto, Bernardo Noziglia y Gustavo Vignale agravó la crisis y hoy nadie se anima a pronosticar un punto final.

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