República Argentina: 9:36:59pm

La fuerte disputa por el manejo del área de Inteligencia del Estado, que quedó en evidencia tras el descabezamiento de la cúpula de la ex SIDE y se profundizó tras la muerte del fiscal Alberto Nisman, tiene como efecto directo un fortalecimiento del jefe del Ejército, teniente general César Milani, dijo el lunes (26 ene 2015) el diario La Nación en un artículo firmado por su especialista en temas militares, Mariano De Vedia

"El aparato de la Secretaría de Inteligencia [SI] está desarticulado y tiene la estructura herida. En cambio, la que está intacta, vivita y coleando, es el área de Inteligencia del Ejército, que Milani construyó a partir de 2007 y la puso al servicio del Gobierno", estimó un oficial retirado que conoce de cerca el mundo del espionaje.

En las Fuerzas Armadas perciben que Milani integra por estas horas la "mesa chica de la trama" en la Casa Rosada, con acceso directo a la Presidenta, un grupo selecto que integra el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y no muchas más voces. Le atribuyen una influencia creciente y estiman que recomendó frenar una "limpieza masiva" de agentes de la SI por entender que tendría más costos que beneficios. "Les recordó que tienen contadas las costillas a todo el mundo", dijo la fuente.

En sectores castrenses dan por seguro que el hombre clave de las Fuerzas Armadas y de la inteligencia militar provee de "información muy sensible y fidedigna" a la Presidenta, fruto de la confianza que ésta le prodiga y del refuerzo presupuestario del área, que en los últimos años permitió al Ejército renovar su aparatología tecnológica.

"Su voz es tenida en cuenta y, especialmente en este momento, en medio de la crisis post-Nisman es vista como necesaria", sentenció un uniformado, ante una consulta de este diario.

Este fortalecimiento se da en momentos en que el jefe militar atraviesa severos cuestionamientos en la Justicia por su presunta participación en delitos de lesa humanidad, como la desaparición del soldado conscripto Alberto Ledo, que estaba bajo sus órdenes, durante el Operativo Independencia, en Tucumán.

La fuente reveló que Milani intervino, por ejemplo, en la segunda carta que la presidenta Cristina Kirchner escribió por Facebook, en la que descartó la hipótesis del suicidio de Nisman y arriesgó la hipótesis de que fue asesinado.

"Entre la Secretaría de Inteligencia y el Ejército hay una rivalidad natural. En medio de la crisis de la ex SIDE, el desplazamiento y las acusaciones contra Antonio «Jaime» Stiusso son una buena noticia para Milani", observó un general retirado que en su momento cumplió tareas de inteligencia en la fuerza.

En medios castrenses se supo que la llegada de Parrilli a la ex SIDE estuvo acompañada por una fuerte presión de sectores kirchneristas para avanzar en la depuración de los agentes ligados a la anterior estructura. Pero Milani aconsejó evitar la "limpieza masiva", por las consecuencias que podría tener. "Les dijo que en este tema no pueden manejarse como si fuera un partido político. Todo tiene consecuencias", comentó una de las fuentes consultadas.

Pese al desplazamiento de Stiusso, en el Ejército estiman que la relación de la fuerza con la SI pasa todavía por un momento de desconfianza. "Hay una situación de recelo y de no cooperación, fruto tal vez de la prevención que un sector de la ex SIDE genera en la Casa Rosada", estimó una fuente militar, que marcó la preferencia de la Presidenta por los informes que le haría llegar el teniente general Milani.

No por nada las previsiones presupuestarias para este año marcan un aumento del 31,8% al área de inteligencia del Ejército, que cuenta con $ 568,5 millones, frente al estrecho 16% de alza de los recursos de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE). Si bien la Presidencia de la Nación destina a este organismo $ 800 millones, el monto asignado a las tareas de inteligencia de todas las Fuerzas Armadas es superior, y alcanza a unos $ 836,9 millones para el ejercicio 2015.

El crecimiento de los recursos destinados a tareas de inteligencia se produce en una etapa en la que las Fuerzas Armadas no tienen hipótesis de conflicto. El destino de los fondos, indicaron fuentes castrenses, es una incógnita, dado que se mantienen las asignaciones reservadas de las que el jefe del Ejército no está obligado a rendir cuentas.

 

UNA TAREA PROHIBIDA

 

El espionaje interno atribuido al Ejército está prohibido estrictamente por la ley, que sólo permite a los militares hacer inteligencia estratégica exterior. "Sólo puede hacerlo sobre los países con los que la Argentina tiene interés, ya sea por ser aliado o por ser considerado un potencial enemigo", graficó una fuente castrense. Los agregados militares, por ejemplo, aportan frecuentemente información al sistema de inteligencia militar.

"Néstor Kirchner tenía una postura definida en contra de Irán. El giro copernicano de Cristina en el caso AMIA sorprendió en las filas del Ejército, pero el alineamiento del jefe militar es absoluto y no se cuestiona", comentó la fuente consultada. "Muchos piensan que la alianza de Milani con el proyecto político nacional y popular no corresponde ni está bien, pero nadie sale a cuestionarlo públicamente", confiaron a LA NACION.

En las filas de la fuerza son conscientes de que el punto débil del jefe militar son los casos judiciales que afronta, en especial la acusación por la denuncia del soldado conscripto Alberto Ledo, en Tucumán, y la causa por enriquecimiento ilícito. Estiman que su situación podría agravarse, pero no en lo inmediato.

Por lo pronto, a fines de diciembre impuso a un hombre de su plena confianza en la subjefatura de la fuerza, el general Gustavo Motta, que manejó las áreas de personal y de presupuesto del Ejército y trabajó con él en inteligencia militar.

 

LA RELACIÓN CON BERNI

 

A diferencia de su rivalidad con Stiusso, Milani cultiva una buena relación con el secretario de Seguridad, Antonio Berni, que es médico y teniente coronel del Ejército, en uso de licencia desde hace cinco años. Dos de las hijas del jefe del Ejército trabajan en el área de Prensa del Ministerio de Seguridad, aunque fueron llevadas por la ex ministra Nilda Garré.

A pesar de esa buena relación, en las Fuerzas Armadas sorprende la sobreactuación de Berni en los operativos de seguridad. "Berni no es el jefe supremo de las fuerzas de seguridad, como sí lo es, por ejemplo, el jefe del Ejército respecto de sus subordinados. Tiene plenas atribuciones para comprar patrulleros, mejorar el equipamiento y cuestiones administrativos. Pero no sobre los comandos operativos de las fuerzas", aclaró un militar retirado.

 

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