Las autoridades indonesias han declarado “hundido” al submarino desaparecido el pasado miércoles con 53 tripulantes a bordo, según un despacho procedente de Singapur de la corresponsal del diario El País, Paola Andoguera.
El funesto anuncio se produce tras una búsqueda contra el reloj del sumergible, ya que se anticipaba que el suministro de oxígeno que podía mantener con vida a sus ocupantes duraría un máximo de 72 horas, ya rebasadas. Los jefes del Ejército y la Marina de Indonesia han concluido que objetos hallados en la zona de rastreo, al norte de la isla Bali, proceden del submarino y son “auténticas pruebas” de su hundimiento.
“La Marina ha encontrado derrames de petróleo y restos de objetos, que son pruebas de que el KRI Nanggala –nombre del buque desaparecido- se ha hundido”, dijo este sábado el jefe del Ejército, Hadi Tjahjanto, en una rueda de prensa. Por su parte, el máximo representante de la Marina, Yudo Margono, añadió: “Durante los pasados días, hemos hallado restos y objetos alrededor de la última ubicación en la que se sabe que se sumergió el submarino. Estos no habrían salido del submarino si no hubiera presión externa o daños suficientes para que emergieran”. Entre los objetos hallados hay una pieza de un torpedo, alfombras para la oración –Indonesia es el país con más musulmanes del mundo- y lubricante para periscopios.
El KRI Nanggala, fabricado por Alemania en 1977, se dio por desaparecido en la madrugada del miércoles cuando se disponía a realizar ejercicios militares con torpedos. Las autoridades tenían de margen hasta la madrugada de este sábado, alrededor de las 4.00 hora local (21.00 GMT del viernes), para encontrar el submarino con posibilidades de que sus 53 ocupantes permanecieran con vida, dados los límites de la reserva de oxígeno. El batiscafo tendría que haber emergido a la superficie a las 5.15 del miércoles (22.15 GMT del martes), tras llevar a cabo el ejercicio, lo que nunca ocurrió.
Indonesia ha desplegado hasta 21 buques de guerra, barcos patrullas, helicópteros y centenares de efectivos para las tareas de búsqueda, en un perímetro localizado unos 100 kilómetros al norte de la isla de Bali. El viernes también envió un navío con capacidad sonar –técnica que utiliza la propagación del sonido bajo el agua para navegar, comunicarse o detectar objetos sumergidos-, el KRI Rigel-933, con el objetivo de dar con el buque desaparecido en posición inmóvil.
Otros países, entre ellos Estados Unidos, también contribuyen a la búsqueda. Washington ha enviado el Boeing P-8 Poseidón, un avión de última tecnología de la Marina diseñado para misiones de guerra antisubmarinas e interceptación de embarcaciones, que en principio se debía unir a las operaciones el viernes por la noche. Dos fragatas australianas se sumaron asimismo en la víspera al operativo, mientras se esperaba que un buque de rescate procedente de Singapur llegara este sábado a las aguas de Bali, y otro de Malasia el domingo. India ha enviado un submarino de rescate especializado en aguas profundas.
La búsqueda se centra en una zona de diez millas náuticas, siguiendo el rastro de las fugas de combustible y campos de magnetismo detectados, que las autoridades indonesias consideran pueden indicar la presencia de la nave. Sin que se sepa con certeza, la Marina del país asiático contempla la posibilidad de que el submarino se quedara sin electricidad durante la inmersión y no pudiera activar el dispositivo de emergencia mientras se precipitaba hacia profundidades por encima de su capacidad (de entre 250 y 500 metros para poder soportar la presión).
Según el Ejército indonesio, el KRI Nanggala-402, el más antiguo de la flota indonesia –que cuenta con un total de ocho submarinos, entre ellos el siniestrado- se encontraba en buen estado. Fue entregado en 1981 a este país, que tiene otras cuatro naves de origen alemán, además de tres compradas a Corea del Sur.
Se trata del primer incidente de este tipo para Indonesia, que se suma a la lista de países que han sufrido siniestros similares. Entre los más graves se halla el hundimiento del submarino ruso Kursk en 2000 mientras hacía maniobras en el mar de Barents con 118 personas a bordo. Una investigación determinó que un torpedo había explotado, matando a la mayoría de la tripulación, si bien algunos sobrevivieron durante días y fallecieron después por falta de oxígeno.