República Argentina: 9:30:44pm

El asesinato del Inspector Juan Pablo Roldan de la Policía Federal Argentina a manos de un delincuente pone en evidencia que cada vez que fallece un efectivo policial estamos ante un grave problema de inseguridad. La concientización que las Fuerzas del Orden deben estar a favor del resguardo de los ciudadanos es tarea vital del Gobierno de turno de cuidar su imagen.

 También es lamentable que los Ministros de Seguridad suelen comunicar la necesidad de incrementar el número de agentes, la asignación de móviles o requerir la provisión del armamento adecuado, cuando deberían haberlo fomentado en reuniones gubernamentales y no después de consumado el trágico hecho como una medida política para llevar agua a sus molinos. 

El problema siempre se repite y las medidas llegan tarde o no llegan, basta recordar el asesinato del Comandante Principal de Gendarmería Marcos Antonio Castillo en Zarate, cuyo caso parece quedar en el olvido y no despierta a las autoridades elaborar un Plan integral de Seguridad para que el miedo se traslade a los delincuentes. 

Las fórmulas contra la inseguridad aplicadas en los últimos diez años fueron las mismas, es decir que dichos operativos fueron efectivos en un comienzo y con el tiempo se desvaneció el andar de la autoridad policial al cambiar la agenda del gobierno de turno para acontecimientos ajenos al interés de los ciudadanos. 

De varias campañas televisivas y radiales de los gobiernos, se difunden los logros realizados en distintas áreas pero la participación del funcionario del orden en la protección de nuestros ciudadanos está ausente y teniendo en cuenta que la seguridad no tiene ideología, es preciso apoyar a las Instituciones policiales en su permanente contacto con la gente si creen en la Argentina unida.   

Juan Carlos Holm 

Especialista en Seguridad 

Asesor del Centro de Estudios Estratégicos Alberdi (CEEA) 

 

 


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