República Argentina: 6:27:25am

La internacional terrorista 

Los lazos de exmiembros de Montoneros con el  terrorismo fundamentalista islámico sobreviven y pueden  comprometer nuestro presente 

 

 

 

Todo quedó reducido a escombros en el atentado a la Embajada de Israel, en 1992, dos años antes  de que se perpetrara el ataque terrorista contra la AMIA 

Vale la pena repasar los fuertes vínculos internacionales de Montoneros, que  llegan hasta nuestros días y que signan buena parte de nuestro presente. Como  parte de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), creada  en Cuba, lucharon en favor del establecimiento de Estados socialistas en América Latina. Con apoyo soviético, sus miembros se codeaban en cumbres  internacionales con representantes del IRA, de las Brigadas Rojas, de ETA y  de otros grupos terroristas, como el Khmer Rouge, responsable del genocidio  de Camboya. 

Uno de los más siniestros capítulos de esta sangrienta historia se encuentra  peligrosamente vigente, aun cuando los vínculos que mantienen con el terrorismo  fundamentalista islámico son poco conocidos para el común de la gente. En 

1977, Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja celebraron en Beirut un  acuerdo con Yasser Arafat y Faruk Kadummi, líderes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El pacto contenía una cláusula secreta  referida a una cuestión militar: Juan Carlos Marín, un ingeniero químico  argentino miembro de Montoneros, había diseñado y construido una fábrica de  exógenos, explosivos plásticos, en un espacio poco más grande que una heladera  doméstica, un tamaño ideal para su funcionamiento en la clandestinidad. Según el  acuerdo, la OLP, a través de su facción interna Al Fatah, ofrecería campos de  entrenamiento, instructores militares y lanzacohetes RPG7, entre otros  armamentos, a cambio de la tecnología que se produciría bajo el mando de Marín.  Fue así que casi la totalidad de los atentados y asesinatos perpetrados por  Montoneros durante la Ofensiva Táctica Mundial 78 y en la Contraofensiva Estratégica de Montoneros, como se conoció a la etapa de atentados entre 1979  y 1980, contaron con armamento fabricado y provisto directamente por la  organización palestina, utilizado también en otros atentados internacionales. 

Damour, un pueblo maronita de 30.000 habitantes en el sur del Líbano, tomado  por la OLP luego de masacrar a su población a mediados de los 70, era una de las  bases de entrenamiento. Allí se prepararon militarmente numerosos miembros de  Montoneros. 

Una de las organizaciones de extracción fundamentalista islámica daría origen en  1982 al Partido de Dios, Hezbollah en árabe. Esa facción, conocida como “los  iraníes”, combatía con el pelotón de Al Fatah que entonces comandaba Rodolfo Galimberti, uno de los líderes de Montoneros que recibían allí entrenamiento; el  

mismo que años después le habría pedido perdón a Jorge Born, su exsecuestrado.  El periodista Eduardo Barcelona reflejó el contenido de un informe  del Departamento de Inteligencia de Francia según el cual los atentados de  1983 contra los cuarteles de los marines en el Líbano, con 300 muertos, y el que  tuvo lugar contra los de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas fueron  perpetrados con tecnología desarrollada por Montoneros en la fábrica de  explosivos del grupo Hezbollah. Recordó también que en el atentado de 1992  contra la embajada de Israel en Buenos Aires la Gendarmería certificó que la  voladura había sido con exógeno.

A nadie puede sorprender el acuerdo entre la administración Kirchner  e Irán para consagrar la impunidad de los atentados terroristas contra  nuestro país.

Las Tropas Especiales de Infantería (TEI), entrenadas en Líbano bajo el  comando de Raúl Yager, miembro fundador de la organización guerrillera,  tenían instrucciones de aniquilar al equipo económico de la junta militar.  Perpetrarían los atentados con explosivos en el estudio de Alfredo Martínez de Hoz, en la casa de Guillermo Walter Klein –uno de los secretarios del  Ministerio de Economía, con toda su familia adentro– y en la de Juan Alemann.  Mataron también a Miguel Padilla, asesor de la cartera económica, y al  empresario Francisco Soldati. 

En otro ejemplo de consonancia con la tradición del terrorismo fundamentalista  islámico, que fomenta el martirio para sus jóvenes voluntarios, uno de los grupos  de combatientes argentinos se llamó Pelotón de Combate Mártires de la Resistencia. La organización comandada por Osama ben Laden mantuvo  las Brigadas de Mártires de Al-Aqsa. Imad Fayiz Moughnieh, jefe de  la Jihad Islámica, y Jamal Suleiman, quienes fueron señalados como  responsables de la planificación de los atentados llevados en Buenos Aires contra la  embajada y la AMIA, fueron en 1978 y 1979 miembros de Fuerza 17, de Al Fatah, grupo de elite de custodia de Arafat. 

La revista Jotapé (Juventud Peronista) contaba con una sección llamada El Mensaje del Islam. Se vendía en la librería islámica Al-Tauhid de Floresta, un  local adquirido por la embajada de Irán, según consta en el Registro de la  Propiedad, y a cargo del agregado cultural de esa embajada, Moshen Rabbani, sindicado en la investigación de la AMIA como organizador de los  atentados contra la mutual y la embajada, con orden de captura de Interpol. El  secretario de Rabbani, Ricardo Horacio Elía –a instancias del cual se compró el  inmueble–, era un efectivo de Montoneros que, convertido al islamismo, cambió su  nombre por el de Shamsuddin Elía. Fue entrenado y condecorado por Al Fatah  en el Líbano. En las causas contras los atentados locales consta que, como  “integrante del círculo de personas más cercanas a Rabbani, habría sido el  encargado de los contactos con organizaciones de extrema tendencia locales,  manteniendo contactos con personas que antiguamente habían formado parte de  Montoneros, entre ellas Emilio Pérsico, Jorge Reyna y Jorge Garay”. 

A menos de dos años del atentado contra la embajada, en 1992, Jotapé hacía una  apología del terrorismo árabe y en especial iraní, con consignas antisemitas y  elogios a “mártires” que conducen coches-bomba. ¿Dónde se imprimía la revista en  1988? Nada menos que en los talleres del sacerdote católico Luis Farinello, en  Quilmes. A nadie puede sorprender, entonces, el acuerdo entre la administración Kirchner e Irán para consagrar la impunidad de los atentados  cometidos en nuestro país cuando fue precisamente ese sacerdote, junto a Luis D’Elía, Fernando Esteche y Mario Cafiero quienes, además de viajar  a Teherán invitados por la república islámica, acusaban al fiscal Alberto Nisman de ser influenciado por intereses norteamericanos para cuestionar la  causa que le costó la vida. 

Hadi Soleimanpour, embajador iraní en la Argentina cuando ocurrió el ataque a  la AMIA, está sindicado como responsable de una “célula dormida” en España que  respondía a la línea del entonces primer ministro iraní Mir Hussein Musavi,  experto en relaciones con Cuba y Nicaragua. Ambos países fueron y son los de  mayor contacto con la organización Montoneros. En Cuba se depositó gran parte  del dinero obtenido por el secuestro de personas, al punto de que a fines de los  años 80 Montoneros seguía recibiendo intereses mensuales por esas sumas, casi  100.000 dólares enviados a la Argentina con fines que se desconocen. En cuanto  a Nicaragua, el comandante Daniel Ortega y el movimiento sandinista fueron  directos beneficiarios de más de un millón de dólares con los que Montoneros  financió a esa organización. Fernando Vaca Narvaja, otro de sus conspicuos  miembros, participó activamente en el Frente Sandinista. Y Firmenich, quien  pasaría parte de su tiempo en un lujoso barrio de Managua, cobra actualmente  un sueldo en dólares como asesor del régimen. 

El ataque sistemático y generalizado de las organizaciones terroristas en los años  70 contó con apoyos decisivos de Estados extranjeros. Mientras los soviéticos  entregaron armas, el Estado palestino proveía entrenamiento militar. El  propio Fidel Castro admitió en 1998 que la voluntad expansionista de Cuba  motorizaba la lucha armada en Latinoamérica. Aquellos lazos y otros que les  sucedieron sobreviven y pueden comprometer peligrosamente el presente.

 

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