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El presidente eleva su tensión con las fuerzas armadas y complica la coordinación con el Gobierno mexicano.
Durante el fin de semana Donald Trump despidió a altos oficiales militares. El presidente anunció que destituiría al jefe del Estado Mayor Conjunto, Charles Q. Brown, y lo reemplazaría por el teniente general de la Fuerza Aérea John Dan "Razin" Caine, que, por cierto, no es general de cuatro estrellas. También fueron despedidos la almirante Lisa Franchetti, jefa de la Armada y el general James Slife, vicejefe de la Fuerza Aérea.
Todo el movimiento golpea al jefe del Comando Norte, el general Gregory Guillot, que, según comentan en la Sedena, tenía toda la confianza del general Brown.
La semana pasa el general Ricardo Trevilla, titular de la Sedena, conversó con Guillot en la que fue, según mencionan entre los generales, la mejor reunión con los encargados de la política de defensa del gobierno de Trump.
Guillot prometió respetar la soberanía de México, acordar maniobras en conjunto y compartir la información que recaba EU sobre la actividad de los grupos criminales en ambos países.
El jefe del Comando Norte, además, habría reconocido lo que para la Casa Blanca parece normal: una estrategia coordinada con la Secretaría de Seguridad que está generando récord de detenciones, destrucción de laboratorios de fentanilo y decomiso de todo tipo de bienes.
Guillot da confianza a los generales mexicanos porque se lo considera alineado con la estrategia de evitar que Trump actúa de modo unilateral en territorio mexicano.
Con los cambios impulsados por el presidente, el futuro del general Guillot ya no es tan claro y se replica una situación similar a la del ICE: el Gobierno mexicano ya había entablado un sistema de comunicación aceptable con Caleb Vitello, pero este también fue despedido por el bajo número de deportaciones.