Por Patricia Fernández Mainardi publicado en www.infobae.com
El Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea protagonizaron un despliegue inédito, no solo por la cantidad de medios y efectivos, sino por el uso de nueva tecnología. Entre tanques, aviones y buques de combate, las FF. AA. se pusieron a prueba en un escenario que estuvo a la altura de los desafíos que suponen los conflictos actuales
En el interior de una carpa, un jefe militar es informado sobre un inminente ataque aéreo. Alrededor, efectivos equipados y enmascarados (en sus ojos, brillosos, inyectados y apenas visibles, se puede leer el estrés provocado por la situación. Pues, en una operación real, las decisiones y la información, de ser incorrectas, se pagarán con la vida).
La escena tiene lugar en un puesto comando del Ejército Argentino, lugar donde se toman las principales decisiones sobre el modus operandi que adoptarán las distintas unidades desplegadas a la hora de hacer frente al enemigo.
El silencio no tarda en ser interrumpido. La autoridad militar solicita información sobre el tiempo de supervivencia. “Cinco minutos”, le dicen, no sin antes brindar mayor información: el ataque viene acompañado de una supuesta operación de paracaidistas. Se imparte la alerta roja.
“A mi orden, fuego”
Ante esa situación, en el Puesto Comando del Ejército requieren información de inteligencia sobre los movimientos que hará el enemigo. Simultáneamente, se pide apoyo de fuego en la zona. Los paracaidistas enemigos no deben avanzar en el terreno. Por eso, además, se inicia una guerra electrónica en la zona donde tocarán tierra. El objetivo: interferir las comunicaciones y hacer escucha. “De la misma forma en que nos defendemos, ellos atacan para evitar que podamos coordinar las distintas acciones”, explican.
Paralelamente, la célula de ciberdefensa se mete de lleno en la operación y monitorea la red. Cualquier ataque debe ser rechazado.
“Último hombre en tierra, a mi orden, fuego”, ordena la máxima autoridad militar presente. Finalmente, se escucha el tan ansiado: “¡Fuego!”.
Una vez finalizada la acción, el oficial quiere evaluar los daños y la efectividad del tiro. Uno de los hombres que lo asisten se comunica, a través de radio y con el uso de indicativos de frecuencia. “Caniche, aquí hueso”, se le escucha decir, antes de solicitar la información. Del otro lado, una voz: “Blanco abatido, disminuido a nivel subunidad”.
De manera inmediata, un grupo de efectivos pasa a actualizar la carta de situación del enemigo, que buscó lanzar un ataque aéreo para saturar las posiciones de nuestras FF. AA. y, con su fuerza de paracaidistas, continuar con la ofensiva.
Es decir, en esta actividad, el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea Argentina, bajo una situación hipotética de ataque de un enemigo ficticio, pusieron a prueba sus planes, medios y efectivos a la hora de defender nuestro territorio.
Por su parte, la acción sirvió para que las autoridades del EMCO pudieran evaluar la efectividad de los medios y movimientos planteados de antemano.
La actividad, que tuvo lugar en varios puntos cercanos a Puerto Belgrano (al sur de la provincia de Buenos Aires), no tiene precedentes, no solo por la cantidad de efectivos (más de 5000) y medios desplegados en el terreno, sino también por el nivel de tecnología. Según explicaron, en esta operación, se buscó que las Fuerzas Armadas pudieran ejercitarse en el contexto de un conflicto multidominio.
“Este ejercicio es el resultado de una planificación bastante compleja que hizo el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armada a través del Comando Operacional. Lo más significativo es la cantidad de medios que hemos desplegado. Movilizamos 5000 personas; más tanques, vehículos blindados; buques de guerra y logísticos; helicópteros de la Armada, del Ejército y de la Fuerza Aérea; y aviones de combate. Se tiró con aviones Pampa, se instalaron Puestos Comandos, de Observación y, detrás de todo ello, la logística necesaria”, contó a DEF el brigadier general Xavier Julián Isaac, jefe del EMCO.
Isaac, máxima autoridad militar de Argentina, fue contundente: “Por la complejidad, este ejercicio no tiene antecedentes”. Para él, los movimientos permitieron el uso de distintas capacidades incorporadas en el último tiempo. Por ejemplo, los drones. “Todavía nos falta. No estamos en lo óptimo. Pero vamos por buen camino”, aclaró.
“Siempre aposté a nuestra gente, desde que estaba en la Fuerza Aérea. Los efectivos están, a pesar de las carencias y la falta de inversión que sufrieron en las últimas décadas. Uno los apoya y los incentiva, y eso se refleja en el trabajo y en las cosas que hacen. Eso me llena de satisfacción. Siempre les digo a los más jóvenes que esta es una vocación a la que hay que apostar para toda la vida, porque trae sus buenos réditos y paga de esta manera”, concluyó.
No alcanza con estar en tierra, mar y aire
“Acá se ven representados los cinco dominios. Al terrestre, el marítimo, y el aéreo, les sumamos el espacial y el ciberespacio”, explicó el general Sergio Jurczyszyn, actual comandante de la Fuerza de Despliegue Rápido del Ejército pero que, en el “Aonikenk”, ofició de jefe del Centro de Operaciones Tácticas.
De acuerdo con el papel que le tocó jugar, el oficial debió seguir de cerca la situación del enemigo. Y, para ello, contó con el SITEA, un sistema integrado táctico que brinda información sobre, por ejemplo, el personal y el equipamiento. Esta tecnología fue la que facilitó el comando y control del terreno en Puerto Belgrano.Además, Jurczyszyn detalló que, en esta actividad en particular, se buscó que las Fuerzas Armadas pudieran trabajar de forma coordinada sobre un mismo esfuerzo.
Desde el Puesto Comando, el oficial del Ejército contó que toda la información requerida para decidir una maniobra estuvo alimentada por el trabajo de las distintas células allí instaladas como, por ejemplo, la de comunicación, apoyo de fuego e inteligencia. “Eso me permite, en tiempo y espacio, poder resolver antes que el enemigo”, aclaró.
Dos de las células destacadas por el titular del Centro de Operaciones Tácticas fueron la de sostenimiento y protección. Mientras la primera se refiere a la logística de personal y material necesaria para asegurar la presencia de las Fuerzas en el terreno, la segunda permite preservar a la tropa.
La evolución de la guerra y el escenario multidominio
“La guerra evolucionó en tácticas y estrategias según los cambios que se produjeron en la tecnología”, detalló el general Jurczyszyn, quien también mencionó que los conflictos multidominio se conducen en el aire, tierra, mar, espacio, ciberespacio y hasta con técnicas vinculadas a la guerra de la información.
En palabras del oficial, el avance es tal que hasta la inteligencia artificial pasó a ser un actor clave en el nuevo escenario (que también está atravesado por conflictos híbridos).
“Hay dos premisas importantes: la adaptabilidad y la tecnología. Por eso, hay que anticiparse al adversario”, contó, y agregó: “Se requieren capacidades militares integradas, resilientes y con capacidad de despliegue rápido”.
Además, explicó que, desde Puerto Belgrano, se habló de dos tipos de movimientos: mosaico y enjambre. Las primeras operaciones se enfocan en el despliegue de medios para producir, en el adversario, acciones en su retaguardia con el objetivo de distraer a los efectivos de la primera línea.
Por otro lado, se habla de mosaico porque los elementos puestos en juego deben estar enlazados entre sí para ser empleados oportunamente.
“Así operan las Fuerzas Armadas”
En ese contexto, Jurczyszyn contó que el ejercicio comenzó el 19 de septiembre e implicó la movilización de militares desde diferentes puntos del país.
En el marco del ejercicio, fueron la Infantería de Marina de la Armada y los efectivos de Monte del Ejército (que viajaron desde Salta) los que tuvieron que tomar un primer contacto con el supuesto enemigo atacante. De esa manera, las FF. AA. ganaron tiempo para llegar a trasladar a otros elementos.
En palabras del oficial, hacia el 22 de septiembre, el enemigo quedó fijado en una posición: “desgastado, pero nada vencido”. “Tuve que proponer al comandante del Teatro de Operaciones los modos de acción para poder emplear la Fuerza de Intervención Rápida para pasar a las operaciones de configuración. ¿Qué significa? Pensar en cómo haremos para crearle un dilema al enemigo en la retaguardia”, detalló.
Desde entonces, y a propuesta de Jurczyszyn, el modo de acción consistió en aplicar la brigada aerotransportada en la retaguardia (con el lanzamiento de paracaidistas) y un ataque helitransportado protagonizado por el Regimiento de Asalto Aéreo del Ejército.
En esta etapa, los efectivos de la Fuerza utilizaron la reconocida técnica de Fast Rope para bajar, con cuerdas, de los helicópteros del Ejército. “Se emplean cuando es muy difícil aterrizar y se requiere poco tiempo para entrar en acción. Se hace con tropas como los Comandos, con una alta instrucción”, comentó.
El siguiente paso fue ocupar el campo de combate con las brigadas mecanizadas y blindadas (tanques y vehículos blindados). Posteriormente, se avanzó en la conquista del objetivo (vencer al enemigo y restituir el límite) con ataques aéreos y hasta un desembarco. “Esta es la forma en que operan las Fuerzas Armadas”, resumió.
Además contó que, en el presente, los combatientes deben tener en cuenta una multiplicidad de factores a la hora de realizar un movimiento. Por ejemplo, si se trata de un objetivo preciso, lo lógico sería utilizar el fuego de la artillería. Sin embargo, si el blanco se encuentra próximo a un centro urbano, hay que evitar el daño colateral en la población civil. Por eso, en este contexto determinado, se emplearía a las fuerzas especiales.
Justamente, para coordinar todas las acciones y medios de las FF. AA., a pocos kilómetros del de Ejército, el EMCO instaló un Puesto Comando conjunto y multidominio. Allí se ubicó la máxima autoridad del campo de batalla del Teatro de Operaciones, quien estuvo acompañada por un estado mayor: oficiales que, en representación de las células de inteligencia, personal, comunicaciones, legales, y ciberdefensa (entre otras) asesoraron sobre las alternativas y los medios disponibles para la maniobra general y las consecuentes operaciones.
“Este Puesto Comando abarca todos los espectros que puede considerar un combate”, resumieron.
El Ejército Argentino en el “Aonikenk”
En la zona de Puerto Belgrano, el Ejército Argentino desplegó 5000 efectivos provenientes desde distintos lugares del país, como Córdoba, Salta y San Luis.
Durante las actividades, esta Fuerza dio muestras de los medios y la preparación de sus hombres y mujeres en materia de mecanizados, paracaidismo, infantería ligera, artillería, defensa aérea, comunicaciones, ingenieros, fuerzas de operaciones especiales (comandos), inteligencia de combate, sanidad y aviación.
La cantidad de medios no deja de impresionar: 20 blindados, 20 TAM (entre ellos, dos pertenecientes a la versión modernizada, el TAM 2C A2), camiones Osh Kosh, casi una decena de piezas de artillería, vehículos blindados SK-105, morteros, drones, radares y material de ciberdefensa y comunicación.
El componente marítimo: el papel de la Armada Argentina
Cabe destacar que la Armada Argentina fue la anfitriona del “Aonikenk”, pues fue en la Base Naval “Puerto Belgrano” y en la Aeronaval “Comandante Espora” donde se llevaron adelante las actividades.
Además de efectivos pertenecientes a las unidades de superficie, la Armada desplegó a sus infantes de marina y comandos anfibios.
Seis buques, helicópteros Sea King, aeronaves Turbo Mentor y el recientemente incorporado avión P-3 Orión fueron algunos de los medios puestos en juego durante el ejercicio.
Sobre el Orión, desde la Fuerza explicaron que tiene capacidades estratégicas, sobre todo en materia de guerra antisubmarina, búsqueda y rescate, y control de los espacios marítimos.
Una demostración del poder aéreo argentino: el aporte de la Fuerza Aérea
En palabras del brigadier Carlos Pesante, comandante del componente aéreo del Teatro de Operaciones durante el ejercicio, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) desplegó aviones de combate, helicópteros y radares móviles. Incluso, también dijeron presente los efectivos del Grupo de Operaciones Especiales (GOE).
“Fuimos los ojos del Teatro de Operaciones que controlaron el espacio aéreo”, contó, al tiempo que detalló que la FAA es una fuerza versátil y que, por eso, también desplegó personal en el terreno.
“La actividad militar conjunta es algo que tenemos que aprovechar. Venir al terreno implica tener contacto con nuestros pares del Ejército y de la Armada. Eso es beneficioso porque hemos aprendido a trabajar juntos. Es en estos ejercicios donde se ve y se aprecia eso. Y lo hacemos en el terreno de combate, que es el deber ser de las Fuerzas Armadas”, dijo a DEF.
DEF en el ejercicio “Aonikenk”
A bordo de uno de los vehículos anfibios a rueda de la Armada Argentina, DEF pudo ser testigo del profesionalismo de la Infantería de Marina a la hora de efectuar un desembarco. “Estamos dispuestos a ser los primeros en morir”, confesaron sobre el papel que juegan en un combate.
Cabe destacar que estos efectivos son los que aseguran la playa para, posteriormente, permitir el desembarco de las fuerzas terrestres. El rol que tienen los expone a, probablemente, ser los primeros en entrar en contacto con un enemigo. Para tener una idea, en la Operación “Rosario”, el 2 de abril de 1982, fueron estas tropas de la Armada las primeras en tocar el suelo argentino (usurpado desde 1833) durante la recuperación de las islas Malvinas. Incluso, el primero de nuestros caídos –al intentar obtener la rendición de los británicos– fue el capitán Pedro Edgardo Giachino, un infante de Marina.
Particularmente, en el ejercicio “Aonikenk”, los efectivos de esta rama de la Armada fueron los que llevaron adelante el desembarco con sus buques de asalto. “La función es proyectar el poder naval hacia tierra. Una vez que se conforma la cabeza de playa, desembarca la Infantería”, explicaron los miembros del Batallón de Vehículos Anfibio 1 de la Armada.
Un dato: todos los movimientos realizados en Puerto Belgrano fueron monitoreados con cámaras y controlados desde un Puesto Comando.
Simultáneamente, otro miembro del equipo de DEF, a bordo del destructor ARA “La Argentina”, presenció ejercicios de acercamiento y formación entre los barcos. Además, este buque fue uno de los que disparó con sus cañones.
En ese sentido, una de las maniobras que protagonizó “La Argentina” fue durante el ataque aéreo llevado adelante por los aviones Pampa y Turbo Mentor. Además, desde el buque se realizaron movimientos con helicópteros.
Cabe destacar que, tras varios años, la Armada pudo formar a varios de sus emblemáticos barcos de la Flota de Mar: en una de las jornadas, los patrulleros oceánicos y los MEKO 360 se alinearon detrás del buque logístico ARA “Patagonia”.
“La vocación militar se forma en la pasión”
“Es un momento trascendente porque estamos coronando una de las comprobaciones de planes”, contó a DEF el general Jorge Berredo, comandante operacional del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Para el oficial, las actividades en Puerto Belgrano permitieron constatar las capacidades que tienen nuestras Fuerzas en entornos considerados estratégicos para la defensa del país.
“Desde lo empírico, esto es un cable a tierra que nos permite experimentar criterios de empleo y determinar cuál es la doctrina hacia la que queremos avanzar bajo una concepción multidominio. Ya no es solo una acción militar conjunta, sino también una acción en un entorno donde el aire, la tierra y el mar se combinan de forma transversal con la necesidad del ámbito espacial (en términos de comunicaciones seguras, data link, sistemas no tripulados e imágenes en tiempo real) y el cibernético”, detalló.
Al ser consultado por la satisfacción expresada por el personal desplegado al participar de este tipo de actividades, Berredo aclaró: “La vocación militar se forma en la pasión. Este despliegue me provoca una gran esperanza. Creo que lo que estamos sembrando van a ser robles fuertes y sólidos, de acá al largo plazo”.