Por Gustavo Carlos Liendo publicado en www.laprensa.com.ar
Días atrás, algunos legisladores concurrieron a la cárcel de Ezeiza con el fin de visitar a detenidos por las denominadas causas de lesa humanidad, se trata de personas que desde hace casi dos décadas se encuentran privados de sus derechos más elementales, como son la irretroactividad de la ley, la de ser juzgados en un plazo razonable, la temporalidad de la prisión preventiva, la prisión domiciliaria para los mayores de 70 años, etc.
La concurrencia de esos legisladores ahora está siendo analizada por la Cámara de Diputados para definir si los sancionan por haber visitado a presos, pero ¿cuál sería la inconducta?, ¿visitar a personas que están detenidas? ¿O que esos presos estén incursos en causas de lesa humanidad?, porque fuese un motivo o el otro, la objeción resulta improcedente toda vez no está prohibido que los legisladores vayan a la cárcel a visitar presos, sin importar la causa por la cual están detenidos, por el contrario, esas visitas, más allá del aspecto humanitario, se encuentran dentro de la preocupación propia que le compete a cualquier legislador, porque les permite tomar conocimiento directo del estado de detención de personas, sin que para ello tenga importancia las causas por las cuales se encuentran privadas de su libertad.
Nuestra Constitución Nacional es muy precisa y no discrimina al disponer lo siguiente:
“(…) las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice (…)”.
Es decir que, si se constata que existe mortificación injustificada, el juez que lo haya autorizado debe ser denunciado por mal desempeño ante el Consejo de la Magistratura o ante la misma Cámara de Diputados, si el responsable fuese algún ministro de la Corte Suprema de Justicia.
NUEVA INQUISICION
Por ello, sorprendería que los diputados que concurrieron a la cárcel terminen siendo sancionados, más allá de que a los inquisidores no les importa demasiado cómo se termine definiendo este entuerto puertas adentro del Congreso. Su principal objetivo es inhibir futuras visitas a presos por parte de cualquier legislador y/o funcionario público, en especial a los de lesa humanidad, buscando de ese modo generar un nuevo tormento contra los chivos expiatorios que fueron seleccionados para aplicarles más venganza que justicia, por haber sido quienes derrotaron el ataque terrorista subversivo que el país sufrió hace unos 50 años.
Entonces, el mensaje que quieren imponer para mantener este statu quo es que visitar presos está mal y que es mucho peor cuando eso ocurre dentro del espectro de lesa humanidad, cuando en realidad visitar presos está bien y sin importar a quién. Es más, sería constructivo que en este caso ello motorizase la conformación de una comisión parlamentaria para que investigue el debido cumplimiento de la ley a todo reo, y en especial que tome conocimiento de cuántas personas mayores de 70 años están detenidas en las cárceles y cuáles han sido las causas que cada juez esgrimió para no darle a cada uno de esos ancianos el beneficio de detención domiciliaria que está legislada, justamente, por razones humanitarias.
En conclusión, espero que, en lugar de sancionarlos o amedrentar futuras visitas, la concurrencia de estos legisladores genere la conformación de una comisión parlamentaria, y si fuese bicameral mejor, para que visite y analice la situación de cada preso, especialmente de los mayores de 70 años de edad. Y que también los argentinos en general nos aliñemos a la derecha de la lectura de Mateo 25:35, visitando presos, porque significará que somos solidarios con el necesitado, con el enfermo y con quienes están privados de su libertad, sobre todo con estos argentinos, ya ancianos, y algunos enfermos, quienes no dudaron en cumplir con su juramento de defender la patria hasta con su propia vida, aunque lo que seguramente no pensaron fue que serían sus propios defendidos los que consentirían que los encierren de por vida, que les apliquen mucha venganza y poca justicia y que como castigo final, se disponga su muerte civil sin escrúpulos ni miramientos.
Ni tampoco habrán imaginado que la Cámara de Diputados de la Nación terminase buscando que sus legisladores se aliñen del lado izquierdo en la misma lectura de Mateo, cuando dice: “Entonces dirá también a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Porque (…) estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis”.