Por Walter Weisswein, publicado en www.infobae.com
Jorge Eduardo Taranto es un excombatiente. Fue subteniente en el conflicto del Atlántico sur con el Regimiento 5 del Ejército y alcanzó el grado de teniente primero. También fue distinguido por la Comisión de la Aptitud Especial de Comandos como Comando Honorario
Comenzaré este artículo con la narración de una historia que describe hechos reales que, a medida que se susciten, dejarán al lector impávido, pues el entramado forma parte de una realidad asfixiante.
El 17 de mayo, me convoca Jorge Eduardo Taranto para que sea su defensor, el motivo era impensado: una medida dispuesta por el Juzgado Federal de Río Grande que decretaba una censura para que el mencionado no pueda sostener su verdad a través de su cuenta de X (ex Twitter) @jorgebaroni sobre los hechos imputados a su persona y de otros camaradas en la causa sobre supuestas torturas en Malvinas.
El fiscal realiza una denuncia como así los querellantes, el CECIM de La Plata, la subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, la Comisión Provincial de La Memoria de la provincia de Buenos Aires, la subsecretaría de DDHH del Chaco, por intimidación contra Jorge Taranto sobre Ernesto Alonso, miembro del CECIM.
El Juzgado Federal de Tierra del Fuego decreta una medida cautelar, un cepo en redes sociales y medios periodísticos para expresar su verdad. Además, el fiscal de la causa solicitó su indagatoria y detención.
Quisiera poner al lector en contexto sobre quién es Jorge Taranto: participó como subteniente en el conflicto del Atlántico sur con el Regimiento 5 del Ejército, alcanzó el grado de teniente primero, fue distinguido recientemente como Comando Honorario por la Comisión de la Aptitud Especial de Comandos por su actuación como voluntario en la recuperación de los cuarteles de La Tablada el 23 y 24 de enero del año 1989.
A partir del momento en que dejó de ser parte del servicio activo del Ejército, Taranto se especializó en el periodismo de investigación siendo parte de los principales programas televisivos en esa temática. A partir de febrero de 1998, durante 8 años, fue el productor general y conductor del programa “Malvinas, la verdadera historia” que se emitía por Radio 10.
En dicho programa radial, a raíz de las críticas al pre-guión de la película “Iluminados por el Fuego” – dos años antes de su estreno en el año 2005 – (cuyo autor es Edgardo Esteban, un soldado que participó en el conflicto bélico de Malvinas y también fue Director del Museo de Malvinas) que eran realizadas por los propios compañeros de su regimiento con pruebas irrefutables sobre su desempeño durante el conflicto bélico. Estas y otras tantas publicaciones son las que originan la censura a Taranto. El video fue realizado hace más de 20 años.
Continuando con la narración, increíblemente a fines del año 2006, principio de 2007, en distintos programas de TV, exhiben un video donde Juan de la Cruz Martins, era entrevistado por Pablo Andrés Vassel, por ese entonces secretario de DDHH de la provincia de Corrientes. Martins acusa a Taranto de haber estaqueado al cabo Héctor Manes y de ser responsable de la muerte del soldado Remigio Fernández. No existía denuncia judicial, únicamente era mediática. Taranto, inmediatamente, se presenta voluntariamente en los tribunales de Comodoro Py para que lo investiguen.
Ese hecho luego desencadena unas variables de laberintos que exponen una trama impensada de los sucesos que se suscitaron.
En la causa que llevó adelante el Dr. Ariel Lijo, declaran los verdaderos soldados de Taranto, quien regresó al continente con todo el personal asignado, según declara el cabo Manes, quien afirma que nunca fue estaqueado en Malvinas, que Taranto no era su jefe y además que las falsas acusaciones, tenían sus orígenes en las críticas que realizaba a la película en el programa de radio.
No es menor aclarar que el primero en hablar sobre la muerte de Remigio Fernández y su causa, fue Taranto en el año 1999 en su visita al cementerio de Darwin, ya que el Regimiento de Infantería 5 al cual pertenecían, sufrió el aislamiento más extremo que conoce la historia militar argentina. Esas declaraciones son reflejadas por diario “El Día de la Plata” y “Diario Popular” de la época.
Jorge Taranto fue sobreseído por el Dr. Ariel Lijo, en el año 2007 con sentencia firme.
Estos actos presuntos habrían sido cometidos por oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas e incluían “estaqueamientos”, “lesiones”, “carencia de condiciones básicas de higiene y salubridad de la tropa”, “torturas” y otras degradaciones.
Podemos decir a esta altura que Jorge Taranto puede ser una de las personas que más sobreseimientos obtuvo en la Justicia Argentina. En estas nuevas actuaciones, la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, el 22 de septiembre de 2010, en cumplimiento del fallo de la Casación y de la CSJN, resolvió sobreseer a Jorge Eduardo Taranto por los hechos imputados.
Describo lo que sucedió hasta ahora. El lector se preguntará si la causa terminó o no. La causa sigue en trámite con innumerables sorpresas. Nunca se investigó la posible comisión de falsos testimonios solicitados por las defensas, nunca se realizó ninguna prueba peticionada por las defensas, y lo más trágico, la causa tuvo un propósito de tratar de censurar otras miradas, otras verdades. La atomización del relato fue el factor fundamental para que esta causa se oxigene.
Cuál es el otro motor que se utiliza para mantener estas actuaciones en trámite después de 42 años del conflicto bélico con los mismos años de democracia, que hubo un plan sistemático para llevar a cabo los diferentes delitos por parte de oficiales y suboficiales. Para ello necesitan colocar el rótulo de lesa humanidad, pese a lo que ya dijeron los dos más altos tribunales de la Nación.
Por eso la distinción entre delito común y delito de lesa humanidad no radica en la naturaleza de cada acto particular, sino en su pertenencia a un contexto específico, y en estos hechos que se investigan no se demostró que hayan tenido relación con un ataque generalizado o sistemático dirigido a una población civil, o que la actuación que le cupo a los oficiales o suboficiales hayan formado parte de una política de estado organizada.
Si hubiera existido un plan sistemático, todos los jefes de regimientos en Malvinas deberían conocer ese plan, entre otros, el entonces Teniente Coronel Martín Balza, jefe del Grupo de Artillería 3. La justicia consideró incomprensiblemente que la declaración del general Martín Balza no era conducente.
Por eso, Jorge Taranto no es un caso aislado de este entramado, conducido en un plano secuencia que tiene una relación directa con la magnifica película “F de Falso” de Orson Welles. Los acusadores realizan el papel de directores y productores, me refiero al CECIM de La Plata, pues el forzamiento de los hechos llevó a denuncias de hechos imposibles y falsos que fueron refutados no solo en el expediente, sino por Jorge Taranto en su cuenta de X @jorgebaroni, al que quieren silenciar.
No es un caso aislado, solo me permitiré describir una denuncia sufrida por el entonces subteniente Juan Nazer, un héroe de guerra quien fue condecorado por el Congreso de la Nación por la ley 23.118 por el Ejército Argentino, por herido en combate y mención de honor del ejército. Rubén Asencio, soldado excombatiente efectúa una denuncia en el año 2008, ante María Cristina Barrios, diputada de la Provincia del Chaco y presidenta de la Comisión Permanente de Asesoramiento Legislativo de Derechos Humanos de la provincia del Chaco. En dicha denuncia, nunca se nombra a Juan Nazer como autor de algún delito.
Es el fiscal de la causa quien imputa a Nazer por el solo hecho de haber estado en el mismo regimiento y solicita la indagatoria y detención. No es menor mencionar que este subteniente cae herido gravemente junto al teniente Luis Carlos Martella, muerto en combate. El denunciante nunca mencionó a Nazer. No hay registro fílmico (solo un acta) de la declaración de Rubén Asencio, que fue sostenido por el fiscal como pieza procesal para la imputación y, lamentablemente, el señor Rubén Asencio falleció.
En todos estos años se presentaron en la causa judicial Malvinas distintos organismos de derechos humanos para impulsar las actuaciones, algunos medios de prensa realizaron publicaciones enviadas por gacetillas falaces de los querellantes, establecieron sus paradigmas, verdades en principio irrefutables. Solo una voz era la que describía sucesos históricos. Siempre tuve el afán de que se pueda oír otras voces que gritaron desde el silencio su verdad, sin ningún apoyo estatal o mediático para difundir las pruebas que desmantelaban el discurso construido sobre si en el conflicto de Malvinas hubo torturas a los soldados.
La libertad de expresión es el centro de esta cruzada y, verdaderamente, de mantenerse tal desatino, estaremos transitando una etapa de enorme involución y peligro. No para este autor, no para Jorge Eduardo Taranto, sino lo que es mucho más grave, para la sociedad toda. Una sociedad que está harta de cepos, harta de paternalismos estatales extremos, harta de corrupción y de mentiras.
Durante los últimos años se utilizó una palabra que fue circulando en algunos medios, me refiero al lawfare. Parece describir una estrategia planificada de los sectores del poder con el fin de manipular los mecanismos judiciales para operar en contra de líderes progresistas o de sus principales colaboradores.
Más allá de lo que opine quien escribe este artículo sobre la utilización de dicho vocablo, en esta historia de Malvinas se utilizaron medios de comunicación, sistema judicial y medios políticos para construir una falsedad. Lo único que solicitamos es que no censuren por la fuerza a quien quiere decir su verdad.
Culmino este artículo con una frase del escritor norteamericano William Faulkner: “Nuestra tragedia actual es un miedo físico y universal, tan largamente padecido que hemos llegado incluso a soportarlo. Ya no existen problemas del espíritu. Tan solo una pregunta: ¿cuándo seré aniquilado?”.