La camaradería es como el mar, se ve dónde comienza pero nunca donde termina y cuando es generalizada, forma el “espíritu de cuerpo” que es imprescindible para que una fuerza funcione como un reloj.
Esto va para aquellos jóvenes que portando una valija llena de sueños un día ingresaron a la Gendarmería Nacional Argentina. Atrás, en una lejana provincia quedaron tus padres y su novia, junto a jirones de corazón. Ahora, después de un tiempo de servir a la Patria, somos camaradas. Es decir, ya sabes algunas cosas. Conoces lo que es estar patrullando en ignotos parajes y lo que significa estar durante horas aplastando mosquitos en tu cara en el norte argentino. Sabes lo que es una jornada al sol, donde piel y garganta se resecan por igual. Ya conoces lo que es dormir entre las piedras, en el barro o entre la maleza en un monte de vegetación sucia, espinosa y con alimañas. Ya aprendiste estar oculto, noches enteras en ese espeso y lúgubre muro vegetal para atrapar a un delincuente. También en la imponente Cordillera de los Andes, allá lejos en esos valles o bosques, donde sólo Dios es testigo. En esa geografía adquiriste el hábito de sentir la nieve filtrándose por tu cuello o el viento helado hiriendo tu rostro y manos. Ya te acostumbraste a vivir sin corriente eléctrica y tal vez tu único contacto con la civilización, sea una pequeña radio cuya música te recuerde lo que es una ciudad. Allá en casa de tus padres, tienes una cama, agua potable y comida caliente, pero dejaste esas comodidades. Hoy vistes el uniforme de gendarme junto con otros compañeros varones y mujeres que se sienten muy a gusto con la misión, a pesar de las privaciones. Es que en la frontera, todo se comparte entre camaradas con humildad y respeto. Hasta la mascota que voluntariamente acompaña la patrulla montada durante días, sabe que en el cuartel no le faltará el alimento pero prefiere acompañar a los gendarmes porque se siente un camarada más. Oficiales, suboficiales y gendarmes, conocen que después de unos meses habrá otro grupo que los reemplazará en la noble tarea de cuidar la frontera y es un proceso sin fin que viene desde 1938. A veces me pregunto ¿Dónde estarán mis jefes de antaño? Hombres de acero en viejos cuarteles de madera. ¿En qué paraje desolado estarán sus espíritus? Tal vez guiando desde las alturas a las nuevas patrullas de jóvenes gendarmes en misiones cada vez más delicadas.
Entre camaradas debemos recordar que un 18 de abril de 1964 el Cabo Romero, en patriótico combate defendiendo la Ley, perdió la vida en las selvas de Salta para que podamos seguir viviendo en libertad. Que otros como tú, recuperaron el 6 de noviembre de 1965 en “Laguna del Desierto”; un territorio de 481 Km2, equivocadamente ocupado por una nación hermana. Que años después en junio de 1982 el “Escuadrón Alacrán” en Malvinas se cubrió de gloria batiéndose contra fuerzas superiores. Todo esto camarada, nunca lo debes olvidar y sentir un orgulloso “espíritu de cuerpo” perfectamente cohesionado y amalgamado en sana disciplina. Esto último y la disposición mental de nuestros hombres, hizo grande a la GNA ganándose el manifiesto respeto de los ciudadanos.
Debes comprender que, cuando los gendarmes patrullan por esos parajes desolados, nadie lo ve ni lo estimula, excepto su conciencia. Llevan en el pecho su apellido, pero a su espalda el de Argentina. ¡Son los modernos expedicionarios al desierto! Y a no dudar que mientras la Patria pueda parir hombres y mujeres con esas fibras, nuestra soberanía estará protegida.
Ya casi al final te digo que, si experimentaste vivir en algunos de esos lugares de frontera que mencioné, recién entonces te habrás “graduado” gendarme y podríamos hablar como camaradas. Sólo así comprenderás muchas cosas que por ahora no entiendes, por ejemplo que sería hipócrita no mencionar el dolor de quienes “colgaron la gorra” y debieron recurrir a la justicia para que se reconozca el salario que justamente corresponde, después de haber vivido con nuestras esposas décadas en geografía agreste. Parajes donde aquellos que nos ignoran, no durarían una semana.
Antes de despedirme quiero decirte que para aquellos que estamos retirados, ver un gendarme en funciones es como ver a un pariente y nos gratifica darle la mano a modo de transmitirle nuestra experiencia, son nuestros herederos y nos emociona. Por eso aquel que está en actividad cuando encuentre un gendarme retirado, debe pensar que es un camarada con miles de valiosas anécdotas, algún día serás como él y te gustará que te reconozcan y respeten por lo que fuiste. ¡NADIE ESCAPA A ESE DESTINO!
El próximo 10 de junio muchos de nosotros se abrazarán, levantarán sus copas y disfrutarán festejando el “Día del Camarada Gendarme”. Precisamente esa fecha en 1982 en Malvinas, un oficial sin medir los riesgos, cargó sobre sus hombros a un suboficial herido para alejarlo del fuego enemigo. Nunca lo olvides, ¡fue un genuino y fraterno acto amor por un compañero en combate! La más pura estirpe de gendarme se evidenció en ese momento en forma natural, espontánea y absoluta. ¿Entiendes ahora lo que es ser camarada?
Walter Martinez - Comandante (R) GNA
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Editor Revista Tiempo GNA.
Buenos Aires - Argentina