Por Patricia Fernández Mainardi publicado en www.infobae.com
Tras las devastadoras inundaciones que afectaron el sur de Brasil, las FF. AA. argentinas iniciaron la operación “Mano amiga”. El testimonio de una mujer del Ejército Argentino que, desde hace más de 20 días, trabaja incansablemente para asegurar la provisión de agua potable
“Un escenario de guerra”, así describen los expertos el desolador panorama que dejaron las inundaciones en la localidad brasileña de Río Grande do Sul: centenares de muertos, decenas de desaparecidos, desplazamientos de tierra, caminos cerrados, apagones, ausencia de agua potable y puentes derrumbados.
Las fuertes tormentas registradas a comienzos de mayo en el sur de Brasil llevaron a una catástrofe nunca antes vista y, en palabras del gobernador del estado, Eduardo Leite, la reconstrucción de la ciudad requerirá de una especie de “Plan Marshall”.
Ante ese panorama, el 9 de mayo pasado, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas argentinas inició la operación “Mano amiga” y, en pocas horas, desplegó a hombres y mujeres del Ejército Argentino.
Los militares partieron en un Hércules C-130 desde la base aérea de El Palomar con un objetivo: llevar equipos potabilizadores de agua y operar, codo a codo, con los efectivos brasileños que se encuentran en la zona de emergencia. Allí está la teniente Lucía Muñoz, quien, en cuestión de horas, preparó todo y dejó la comodidad de su hogar para llevar ayuda al país vecino.
El peligro de las aguas residuales
Las tormentas que se registraron en el sur de Brasil aumentaron el cauce de los arroyos y ríos. Y, si bien existen obras para evitar este tipo de catástrofes, las dimensiones del fenómeno meteorológico fueron inesperadas: en poco tiempo, el agua subió y obligó a más de 600.000 ciudadanos a dejar todo atrás en busca de refugio.
En ese contexto, una de las principales consecuencias del desastre fue la falta de agua potable para la población.
De hecho, días atrás se registraron los primeros fallecidos por enfermedades transmitidas por el agua. De acuerdo con los especialistas sanitarios, era inevitable: una vez que las aguas residuales se mezclan con las de las inundaciones, aumenta la presencia de bacterias que pueden causar leptospirosis y hepatitis.
Así se gestó la operación “Mano amiga”
Apenas había comenzado el mes de mayo cuando llegaron las primeras noticias de las inundaciones en Río Grande do Sul.
El fin de semana del 5 de mayo, la teniente Lucía Muñoz, del Ejército Argentino, recibió un mensaje de su jefe: le solicitaba información sobre los equipos potabilizadores de agua que, en la fuerza, están bajo la responsabilidad de la Compañía de Agua 601, ubicada en Campo de Mayo.
La urgencia de los datos tenía una razón de ser: buscaban saber si, por sus dimensiones, los materiales (de gran capacidad y de filtración por ósmosis inversa, denominados FOI) podían ser trasladados, en vuelo, en un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina.
La oficial elevó la información solicitada y, horas más tarde, recibió una nueva orden: debía alistarse, a la espera de los detalles, junto a otros siete efectivos, y los equipos. Todos llegaron a despedirse de sus familias y prepararon lo necesario.
“Fue una orden rápida. Finalmente, terminaron entrando los equipos FOI. Y el día miércoles 8 de mayo, estaba todo casi decidido. El jueves 9 despegamos. De hecho, al mediodía de ese día, ya estábamos formados para embarcar e ir a Brasil”, cuenta.
El Ejército Argentino en Brasil
Según explicó a DEF el coronel retirado Marcelo Rozas Garay, subsecretario de Planeamiento y Coordinación Ejecutiva en Emergencias del Ministerio de Defensa, los militares argentinos están en capacidad de ser desplegados en una operación de protección civil porque cuentan con “recursos, medios y destrezas particulares”.
Para el funcionario, y en lo que respecta a los apoyos, los efectivos de las Fuerzas Armadas nacionales pueden gestionar, con profesionalismo, las tres fases del manejo de desastres: prevención, crisis y poscrisis. De todas maneras, en lo que refiere a la ayuda internacional, siempre operan en el marco de convenios de reciprocidad que se firman con otros países, ministerios y fuerzas. “En estos casos, el país que sufre una catástrofe tiene como prioridad organizarse y luego evaluar si pide apoyos puntuales. Si uno no se organiza, la ayuda es ineficiente”.
Para el apoyo puntual a Brasil, la cartera de Defensa dispuso el despliegue de la Compañía de Agua 601 del Ejército Argentino: un elemento pionero en la región que, de hecho, ofrece capacitaciones a personal de los ejércitos de Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Los equipos del Ejército
A Brasil, la Compañía de Agua 601 llevó dos plantas potabilizadoras con FOI, y una de ellas tiene capacidad para envasar el agua en sachés.
De acuerdo con la información difundida por el Ejército Argentino, los equipos pueden purificar 1800 litros por hora (a través de microfiltrado) y otros 600 litros por hora (por ósmosis inversa).
Incluso, desde la fuerza explicaron que el arma de Ingenieros es la única equipada y capacitada para proporcionar este tipo de apoyo que, en tiempos de combate y en ambientes geográficos hostiles, resulta fundamental para mejorar la vida y la operación de las tropas en campaña.
Operar en una zona de emergencia: “Nos estaban esperando”
El día en que partieron, el Hércules C-130 no pudo llegar al aeródromo de Porto Alegre porque, según explicó el Estado Mayor Conjunto (organismo argentino a cargo de la operación), este se encontraba inoperable a raíz de la catástrofe. En consecuencia, llegaron a la base aérea militar de Canoas y fueron trasladados a la zona de emergencia por el Comando Conjunto Militar brasileño.
“Nos estaban esperando. Llegamos y nos dijeron que nos iba a tocar estar en la operación Tacuarí II, con el objetivo de abastecer de agua potable el hospital de campaña y el rancho de la base aérea. En Brasil, se trata de una operación conjunta en la que participan sus tres fuerzas armadas”, dice Lucía.
Al día de hoy, Muñoz y su gente llevan más de 20 días de despliegue en el sur de Brasil. Pese a las bajas temperaturas, operan sin descanso para asegurar el agua potable a los habitantes de Río Grande do Sul.
“Estamos acantonados en un puesto de guardia de caballería”, describe sobre el contexto de incertidumbre que se vive, y agrega: “Tenemos insumos hasta, más o menos, el 17 de junio, luego necesitaríamos reabastecernos con filtros y membranas”.
Hasta ahora, los hombres y mujeres de la Compañía de Agua 601 llevan potabilizados exactamente 231.000 litros de agua a granel y 4875 litros en saché.
Así potabiliza agua el Ejército Argentino en Río Grande do Sul
Si bien Brasil cuenta con equipos potabilizadores de agua, son de mayor capacidad que los argentinos y, por sus dimensiones, fue imposible movilizarlos a las zonas afectadas. “Los nuestros, al ser de campaña, pudieron ser trasladados en el Hércules”, explicó Muñoz, a cargo de la sección “Potabilización” de la Compañía.
“Los equipos solo los operamos nosotros. Y, si bien al principio costó organizarse y adaptarse a la demanda, luego todo se transformó en una rutina. De hecho, armamos equipos para relevarnos entre nosotros”, comenta la oficial sobre el modus operandi de los militares argentinos en Brasil.
Un dato: la unidad que integra Muñoz es parte del arma de Ingenieros del Ejército Argentino y es un elemento que, por su especificidad, se considera uno de los más técnicos. En el presente, pueden captar agua desde fuentes subterráneas y superficiales.
“La fuente que utilizamos en este momento es un lago natural que se encuentra en la base. Al no estar localizado cerca de las zonas inundadas, no está contaminado. Eso fue un factor importante, ya que sabemos que se registraron fallecidos entre la población y el agua contaminada es difícil de tratar”, detalla, al tiempo que insiste en que no debieron realizar ningún tipo de perforación y que, en Brasil, utilizan dos métodos de entrega: a granel o mediante sachés de medio o un litro de agua: “Cuando es a granel, cargamos los piletones de 3000 litros y, con motobombas, llenamos los camiones cisterna, que son los que trasladan el recurso a donde se lo necesita. Es algo que hacemos todos los días”.
“Mami, me pusieron tu video y me hicieron emocionar”
La teniente Lucía Muñoz cursó su secundario en el Liceo Militar “General San Martín” y, cuando fue a Brasil, grabó un video contando su experiencia como cadete del instituto de formación del Ejército.
En pocas horas, el video se viralizó en el ámbito castrense e, incluso, fue reproducido en una de las aulas del nivel primario del Liceo del partido bonaerense de San Martín: allí se encontraba Máximo, el hijo de ocho años que, para poder prestar apoyo a la población del país vecino, Lucía dejó al cuidado de su abuelo y tía. “Mami, me pusieron tu video y me hicieron emocionar”, le dijo el niño a su mamá en uno de los tantos llamados diarios.
“Mi hijo, si bien es pequeño, entiende. De hecho, para mí es gigante. Sabe que su mamá va a trabajar para ayudar a otras personas y eso lo llena de orgullo. Por eso digo que, en realidad, mi hijo es enorme”, confiesa Lucía.
Podría decirse que la historia de Lucía en el Ejército comenzó mucho antes de su nacimiento: es nieta de médicos de la fuerza. Y sus padres, docentes, no pudieron evitar que esa herencia de sangre la llevara a cursar su primaria y secundaria en el Liceo. “Mi abuelo insistió y a mí me gustó. Cuando inicié el secundario, fue con régimen militar. Y, cuando terminé de cursar, me di cuenta de que me había atraído lo que había hecho hasta ese momento”, relata, al tiempo que añade que, poco tiempo después, ingresó al Colegio Militar de la Nación, en El Palomar, para posteriormente ingresar al arma de Ingenieros del Ejército.
“Somos ocho personas en representación de nuestro país”
El 9 de mayo pasado, Lucía y siete efectivos más dejaron la comodidad de sus hogares para instalarse en un ambiente sumido en una catástrofe. En Brasil, las autoridades les agradecen, de forma constante. De hecho, los visitaron el ministro de Defensa brasileño y hasta los comandantes de cada una de las fuerzas.
“A nosotros, nos llena de orgullo. Somos ocho personas en representación de nuestro Ejército e, incluso, de nuestro país”, expresa Muñoz.
Sobre el pasar de los días y la hostilidad del ambiente en el que operan, es contundente: “Yo creo que, cuando es por una causa noble, todo se soporta. Es una experiencia única para nosotros. De hecho, muchos esperan toda su carrera por una experiencia así y a este grupo le toca vivirla hoy”.
Un detalle: la nota con Lucía no fue fácil. Su prioridad estaba puesta en la Operación y en las necesidades de la población y las autoridades locales. Cuando finalmente pudo tener un tiempo libre para el encuentro con DEF, no ahorró palabras para compartir su orgullo por ser parte de las tareas: “Estoy muy contenta de estar en la Compañía de Agua 601. Lo considero un destino increíble que me dio muchas satisfacciones en mi carrera. De hecho, yo ya participé de otros apoyos llevados adelante en La Matanza, Quilmes y en Almirante Brown, donde fuimos con nuestros camiones a abastecer a la población”.