República Argentina: 9:23:37am

Se conmemoró recientemente el 42° Aniversario de la “Operación Rosario” de la Reconquista de las Islas Malvinas por parte de la Argentina.

Esta Gesta, ocurrida el 2 de abril de 1982, fue, a todas luces, una expresión vívida y fidedigna del sentimiento del pueblo argentino por recuperar las Islas mediante la confrontación, cara a cara, con la piratería anglosajona.

Desde el ángulo moral del Bien de la Justicia Patria, la Causa Malvinas excede los planos coyunturales de hombres e ideas políticas y la misma no puede ser mancillada, distorsionada u olvidada por los errores intelectuales y los planteos operativos desacertados de una parte de los tomadores de decisión.

Es más, la Epopeya de Malvinas -forjada desde la argentinidad indesligable de la Hispanidad- fue un golpe significativo contra la arrogancia imperialista de Gran Bretaña. Tanto es así que los documentos más sensibles de Londres respecto de la guerra por Malvinas, todavía son archivos clasificados no disponibles para el público. Quizá antes de que concluya esta primera mitad del siglo XXI, el mundo conocerá lo que las fuentes oficiales inglesas referenciaron sobre la valentía, la inteligencia y el carácter argentinos que sorprendieron a los propios británicos y sus aliados otanistas.

De la misma manera, el público interesado en ello terminará aceptando que, pese al accionar de los felones que había en las estructuras de poder de la Argentina de entonces, el corazón polar anglo-norteamericano se preocupó porque la Gesta de Malvinas fue un problema inesperado, uno de cuyos desenlaces, si se concretaba, podría haber cambiado el rumbo de algunos desarrollos geopolíticos.

Este temor de los “Sumos Maestros” del poder atlántico-mundialista, explica la intervención, en contra de los intereses nacionales argentinos, de personalidades como Henry Kissinger, de los principales organismos de defensa e inteligencia de la OTAN y de la diplomacia occidental asociada con Londres.

FICCION Y PROPAGANDA

Es un craso error creer que Margaret Thatcher, la “Dama de la Muerte” admirada por el nombrado Kissinger, y elogiada por Javier Milei, luchaba sola contra Argentum y que quería, en su corazón, el bien de la nación argentina. Es una ficción para cándidos y una propaganda para estultos.

Esta coordinación y orquestación dada entre poderosos, era contrarrestada, en el campo de batalla, por los mejores soldados, suboficiales y oficiales argentinos que combatían con honor e ingenio, manifestando, sin mancha, el orgullo argentino, la prosapia hispana y la defensa de la Madre de Dios.

Estos varones de Cristo y guardianes de la argentidad, eran exponentes fieles de la Nación argentina en estado de rebeldía contra el orden internacional anglosajón. Rebeldía con razón.

“UNA REBELDE”

Por aquellos días de abril del 82’, comentaristas, analistas y dirigentes políticos, simpatizando con Gran Bretaña, calificaban a la Argentina como una “rebelde” porque no aceptaba la supremacía inglesa y que, en consecuencia, debía ser escarmentada.

Una narrativa similar, con una acusación parecida, se ve en estos días, pero dirigidas contra la Federación rusa. El 14 de marzo de 2024, The Economist definió como “nación rebelde” al pueblo ruso que se opone diametralmente al dominio inglés. Pueblo de Rusia que eligió ser soberano por fuera de cualquier algoritmo anglosajón y que no duda en defender lo que es suyo.

Siempre el poder anglosajón pretende lo que es propiedad de otro. No tiene sentido de justicia, menos respeto por el otro.

En Rusia, mucho ya lo saben; mientras que, en varios países de América del Sur, pero, sobre todo, en la Argentina, muchas personas con conciencia patriótica y fervor anti-anglosajón reivindican la gesta popular y militar argentina contra Gran Bretaña.

Porque los argentinos humillaron a Inglaterra, el 2 de abril de 1982, escribiendo una página gloriosa en la Historia Universal.

POR DIEGO PAPPALARDO *

* Periodista de México y analista internacional.

Publicado en www.laprensa.com.ar

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