El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, ha anunciado la intención de llamar a elecciones generales en el segundo semestre de este año. Una encuesta de IPSOS, sitúa al Partido Conservador, tras 14 años en el poder, en el nivel más bajo de popularidad desde el 2010. Los laboristas, bajo el liderazgo de Keir Stammer, surgen como una alternativa creíble de gobierno con un 47% de apoyo.
Aunque es prematuro hacer predicciones definitivas, los sondeos de opinión reflejan que Stammer, considerado un tecnócrata del ala derecha del laborismo, es el miembro de la oposición más popular desde Tony Blair y parece enarbolar banderas más pragmáticas que su antecesor, Jeremy Corbyn.
En política exterior el líder laborista ha asumido en general posiciones moderadas con un marcado tinte europeísta y es probable que, en caso de ganar las elecciones, el vínculo con la Unión Europea vuelva a ser un objetivo prioritario de Londres. Asimismo, Stammer se ha mostrado comprometido con los propósitos estratégicos de la NATO, incluso respecto a Ucrania, y considera a EE.UU. como aliado primordial. También expresó su firme apoyo a Israel, señalado que un alto el fuego en la Franja de Gaza envalentonaría a Hamas.
En los temas coloniales, se ha manifestado a favor de la preservación de la soberanía del Reino Unido en Gibraltar y la salvaguardia de los intereses de los ciudadanos británicos en el Peñón. Por su parte, el “canciller en las sombras”, David Lammy (de familia procedente de Guyana), ha reiterado la postura tradicional del Foreign Office respecto a la autodeterminación en el caso de las Islas Malvinas. La única referencia directa de Keir Stammer sobre el Atlántico Sur, ha girado en torno a su tío como tripulante de la fragata HMS Antelope, hundida por la Fuerza Aérea Argentina en el conflicto de 1982.
Sea quien sea el futuro residente de 10 Downing Street, nada permite presumir que en el corto plazo puedan surgir expectativas distintas a las que hemos conocido con Londres respecto a las Islas Malvinas. Sin embargo, ciertos antecedentes históricos reflejarían una mayor disposición de los gobiernos laboristas a disminuir discordias con la Argentina que las administraciones conservadoras, pese a que los entendimientos bajo paraguas de soberanía fueron alcanzados durante la gestión del primer ministro John Major. Y que, el comunicado del 2016 sobre pesca y otras cuestiones, fue acordado en la administración de David Cameron y firmado en el inicio de Theresa May.
No obstante, fue durante las dos etapas del primer ministro Harold Wilson donde se produjeron los avances de negociación más significativos (Memorándum de 1968 sobre el traspaso de la soberanía de las Islas Malvinas a la Argentina como las posteriores propuestas presentadas por el Reino Unido al final del gobierno del presidente Juan Perón).
La visita del presidente Carlos Menem a Londres por invitación del primer ministro Tony Blair y el encuentro simbólico en Puerto Iguazú con el presidente Fernando de la Rúa, son otros ejemplos. Como lo son también los acuerdos de Pesca de 1990 y de Hidrocarburos de 1991.
Es de esperar que los antecedentes negociados durante los gobiernos de los primeros ministros Wilson y Major respecto a las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur puedan servir de hoja de ruta para el próximo gobierno británico.
A tantas décadas del conflicto del Atlántico Sur, es hora de promover una relación bilateral más virtuosa y, a la vez, que permita impulsar un proceso diplomático conforme al espíritu y letra de las resoluciones pertinentes de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Roberto García Moritán
Publicado en www.clarin.com