Publicado en www.lanacion.com.ar
Carlos Alberto Sacheri fue asesinado el 22 de diciembre de 1974 por el terrorismo. El domingo último, el intendente de San Isidro, Ramón Lanús, descubrió un monolito en Avenida del Libertador 16.860 en homenaje a Carlos Alberto Sacheri.
En ese lugar, otro domingo 22 de diciembre hace exactamente 50 años, cuando Sacheri volvía en auto con su familia de una misa en la Catedral, un guerrillero se acercó por detrás y le disparó en la cabeza. Lo mató frente a su esposa y sus siete hijos. Tres meses después, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) reivindicó su muerte.
Fue este uno de los actos más perversos de la guerrilla izquierdista que buscaba desestabilizar al gobierno peronista. La víctima no fue elegida al azar: Carlos Sacheri era doctor en filosofía y docente formado en el catolicismo, protagonista abierto a la enseñanza y el debate cultural, periodístico y académico de su época. Valorado por sus alumnos, afable, profundo y ameno, dotado de una claridad meridiana y de un extraordinario espíritu de servicio, siempre fiel en lo esencial y flexible en lo contingente. Su desaparición, con apenas 41 años, mientras transitaba tiempos de plenitud personal, privó a la Argentina de uno de sus intelectuales mejor preparados.
Con un claro pensamiento antimarxista y contrario a la violencia terrorista originada por la guerra fría que vivía nuestro país, su memoria y su obra fueron silenciadas e invisibilizadas en medio de una guerra cultural, a pesar de haber sido asesinado en 1974, en plena democracia, casi un año y medio antes del golpe militar de 1976.
La Justicia nunca encontró a sus asesinos; su familia tampoco recibió una compensación monetaria como sí suculentamente la recibieron y reciben al día de hoy tantos terroristas o sus familiares. Su nombre tampoco fue recogido por los nomencladores de las víctimas del terrorismo auspiciados en las últimas décadas.
El de San Isidro ha sido un merecido y postergado homenaje al brillante profesor de la Universidad Católica Argentina, de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad del Salvador y del Seminario de San Isidro, docente invitado a varias universidades del exterior, que también fue Investigador del Conicet, preciso periodista y documentado ensayista.
Ojalá esta tan merecida como demorada reparación histórica sea parte de la recuperación de una memoria completa que nos debemos los argentinos para que la pacificación y el reencuentro nos proyecten unidos hacia un futuro sin rencores ni revanchas.