República Argentina: 8:55:03am

Publicado por www.lanacion.com.ar

El reciente desfile militar por el 9 de Julio representó una oportunidad para dejar atrás los gestos hostiles hacia quienes velan por la defensa de la Nación

La celebración del 208º aniversario de nuestra independencia estuvo signada este año por la firma del Pacto de Mayo en Tucumán y por el regreso del desfile de las Fuerzas Armadas y de seguridad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este último acontecimiento provocó injustos cuestionamientos por parte de dirigentes políticos opositores que llegaron al colmo de relacionar el formato del festejo con una vuelta a los años de la dictadura militar. Lejos de invisibilizar a nuestras Fuerzas Armadas, como se ha pretendido hacerlo desde el kirchnerismo y otros sectores retardatarios, es necesario brindarles a sus hombres el respeto que merecen y honrar los valores patrios.

El último desfile realizado en calles porteñas había tenido lugar en 2019, durante la presidencia de Mauricio Macri. El ministro de Defensa, Luis Petri, había destacado la importancia de respetar y celebrar las fechas patrias en virtud de lo que representan en la historia de nuestro país, al tiempo que criticó duramente a las administraciones kirchneristas que se encargaron de profanarlas, tergiversando su sentido a tal punto que el 25 de mayo dejó de ser el recordatorio del primer gobierno patrio de la República Argentina para pasar a ser la fecha conmemorativa de la asunción presidencial de Néstor Kirchner.

Más de 7000 efectivos de las Fuerzas Armadas y de seguridad, camiones, tanques, vehículos militares, más de una decena de helicópteros y un centenar de aviones avanzaron por cielo y tierra a lo largo de la Avenida del Libertador, donde se ubicó el palco oficial. Se sumaron a la exhibición cinco buques de la Armada apostados en dársenas del Puerto Nuevo, en señal de adhesión a la fecha patria.

Participaron del desfile las unidades históricas del Ejército que cumplen funciones en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano, como el Regimiento de Granaderos a Caballo –creado por José de San Martín en 1812–, el Regimiento de Infantería 1 Patricios, el Regimiento de Artillería 1, el Colegio Militar de la Nación y la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral. También integraron la parada miembros de la Gendarmería, la Prefectura Naval, la Policía Federal, la Policía de Seguridad Aeroportuaria, los bomberos, brigadas motorizadas y tropas de unidades del interior.

El desfile fue encabezado por los veteranos de Guerra de Malvinas, civiles y militares de todo el país, portando banderas que flamearon en las islas. Como ya había ocurrido en ocasión del último desfile, el reconocimiento a los excombatientes generó una ininterrumpida ovación por parte del público asistente.

Lejos de invisibilizar a nuestras Fuerzas Armadas, como se ha pretendido hacerlo desde el kirchnerismo y otros sectores retardatarios, es necesario brindarles a sus hombres el respeto que merecen

El Ministerio de Defensa había lanzado una campaña en la cual miembros de históricos regimientos leyeron proclamas en lugares públicos invitando a participar del festejo. El frío polar no amedrentó a miles de argentinos que ganaron las calles para ver pasar las caravanas militares. Portando escarapelas y banderas, familias enteras disfrutaron de una jornada soleada en un clima de amistosa camaradería. Los mayores seguramente recordaban una infancia con celebraciones similares y no dudaron en promover que sus hijos y nietos hicieran propia aquella inolvidable experiencia. Más de dos tercios de los argentinos no habían tenido oportunidad de presenciar un desfile, con excepción del de 2019. Las caras de los niños hablaban por sí solas. El fervor patrio retomó vigor y al son de alguna marcha, las emociones de muchos afloraron.

Sobre el cierre, el presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel bajaron del palco y treparon a un Tanque Argentino Mediano (TAM) para sorpresa de los presentes.

La gran mayoría de la población percibe la fiesta patria y el desfile militar como una celebración, un gesto de unidad nacional capaz de aglutinarnos y disponernos a superar los conflictos originados en el pasado. Lejos de pretender ser una demostración de poderío bélico, cuando los presupuestos a estos fines hace décadas que son paupérrimos, el festejo cívico-militar persigue reconciliar a las Fuerzas Armadas con la sociedad.

En ese sentido, resulta destacable la decisión del Poder Ejecutivo Nacional de duplicar el presupuesto destinado al servicio de defensa y seguridad, con un incremento de 2,25 billones de pesos hasta fin de año.

Es intención del actual gobierno nacional resignificar y restablecer su rol, tan denostado y menoscabado durante años, atado a preceptos ideológicos facciosos que solo han sumado división entre nosotros. Reconocer el valor de las Fuerzas Armadas, no solo por la defensa de nuestra soberanía sino también por su destacada actuación ante catástrofes o necesidades internas, es mandatorio.

En mayo se inició otra valiosa costumbre que se repite los primeros sábados de mes en la Plaza de Mayo: el cambio de las guardias de la Casa Rosada (Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín), del Cabildo (Regimiento de Infantería 1 Patricios) y del Ministerio de Defensa (Regimiento de Artillería 1 Brigadier General Tomás Iriarte). Constituyen estas excelentes oportunidades para fortalecer los valores de los símbolos patrios y fomentar el apego ciudadano hacia las raíces históricas que contribuyen a reafirmar nuestra identidad nacional. Rescatar estas iniciativas es honrar nuestras tradiciones junto a la historia de los valientes padres fundadores de la patria, indisolublemente ligados con nuestras Fuerzas Armadas.

 


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