República Argentina: 6:00:28am

Mientras discutimos a quien votamos, los juicios de lesa avanzan rapidamente.

Mientras seguimos gastando minutos y minutos en discutir a quien vamos a votar en las próximas elecciones PASO presidenciales, si tal o cual, si una es más linda y la otra más fea, los denominados juicios de lesa humanidad avanzan rápidamente, no solo corriendo la fecha de los hechos para principios del año 1975 sino también agregando ahora escandalosos hechos de violencia sexual.

En efecto, en tanto en el mundo de los retirados siguen las interminables disputas para convencerse unos a otros a quien votar el próximo Domingo 13 de agosto, los organismos de derechos humanos son prácticos y aceleran “los juicios de lesa” para que antes de fin de año se inicien o se reactiven la mayor cantidad posible.

Como decíamos no solo ya corren las fechas de los hechos, ahora retrotrayéndolos hacia principios del año 1975, sino que en los juicios en marcha amplían las acusaciones no solo por supuestas detenciones de menores, sino que denuncian “aberrantes” delitos de abusos sexuales, tanto contra mujeres como contra hombres; aprovechando “la onda verde” que han instalado en la sociedad.   

Como dicen los adolescentes ellos la tiene clara, “hacen” no “debaten”. Se movilizan, están presentes, no les importa quien gane las elecciones, saben que a través de dos décadas se han auto construido como un factor de poder y lo hacen valer. Hasta llevaron al extremo la frase bolivariana: “¡Lo imposible es lo que nosotros tenemos que hacer, porque de lo posible se encargan los demás todos los días!”.

Vaya si lo hicieron y lo hacen.

Nosotros en cambio, por nuestra propia inacción, nos hemos convertido en un pequeño grupito marginal de la sociedad a punto de extinguirse, que a nadie le importa. Hasta nos tildan de “dinosaurios” los grupos progres para lacerarnos con esa innegable realidad. Nos transfórmanos en un bíblico pueblo errante que solo espera la llegada del Mesías que nos salve de nuestro yugo.

Es como si nos hubiésemos acostumbrado a dormir en una cama de clavos, acomodando cada herida del cuerpo en el clavo adecuado para que no duela tanto.

Y es que, muy pocos se animan a manifestarse públicamente contra los atropellos judiciales, la mayoría ha optado por auto preservarse, por un perfil bajo, “a haber si me toca”; creyendo que así podrá “zafar” del ataque judicial; sin percibir que nadie escapa a la sedienta voracidad de enjuiciar y encarcelar a milicos, canas y civiles.   

Tarde o más tarde a todos los que vistieron un uniforme en los años 70, sea el que sea, terminarán en la gayola.

Está muy bien que pensemos en el futuro del país y discurramos sobre quien creemos que será el mejor gobernante para nuestra Nación en los próximos cuatro años. Pero ello no debe impedirnos ver que el problema de los “juicios de lesa” sigue siendo nuestro, no de la sociedad, hasta que no visibilicemos las aberraciones jurídicas y las terribles arbitrariedades que se cometen en los mismos. Pues nadie lo hará por nosotros y todo seguirá como hasta ahora, importándole un bledo el tema a la sociedad y sobre todo a los políticos.

Como digo el General San Martin: “Hace más ruido un hombre gritando que cien mil que están callados”.

Todos están cómodos con el relato impuesto desde hace décadas, los organismos de derechos humanos, los querellantes, los jueces y hasta parece nosotros mismos. Demasiado hacen los abogados defensores que enrojecen sus gargantas en sus alegatos. Pero son como un equipo de futbol que “mete y mete” en el partido pero ante una tribuna prácticamente vacía. Es más cómodo verlo desde la tranquilidad de la casa mientras se insulta al VAR porque anularon el gol, por un off side que no era. 

Todos tenemos la esperanza de que estos graves atropellos a las más mininas garantías constitucionales, como son el principio de inocencia o la necesidad de fehacientes pruebas para una condena penal; pero ello no debe transformarse en una mera ilusión, que se desvanezca rápidamente ante una promesa incumplida. 

Si estamos realmente dispuestos a lograr una solución a esta problemática, debemos entender que la misma no vendrá de arriba hacia abajo, sino que se logrará de abajo hacia arriba. En otras palabras. si de una vez por todas nos decidimos a participar, comprometida y valientemente en defensa de nuestros presos políticos, solo así generaremos la decisión de la clase política a poner fin a los juicios de odio y venganza.

El que repartió las escarapelas en la Semana de Mayo dijo: «Este mundo es nuestro mundo; este país, nuestro país; esta sociedad, nuestra sociedad: ¿quién tomará la palabra si no la tomamos nosotros? ¿Quién pasará a la acción si no somos nosotros?»

 Por ahora seguimos corriendo en círculos, mientras nuestros camaradas y amigos coleccionan condenas, se mueren presos y la política se ahoga en su demagogia.  

Por Dr. Gonzalo P. Miño

Publicado en prisioneroenargentina.com


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