República Argentina: 2:57:27pm

       “ Este país no tiene memoria”, dicen a menudo los argentinos, y el plebiscito por la reelección del gobernador de San Juan es un ejemplo de ello, al no suscitar los reparos institucionales ni a nivel local ni nacional que frustraron un intento similar en Misiones hace cinco años.
 

          

     BUENOS AIRES (Texto cortesía de Michael Soltys, editor jefe del diario Buenos Aires Herald) Una mayoría de dos tercios - o más bien dos tercios de los dos tercios que votaron, es decir, alrededor de un 44 % del electorado - legitimó dócilmente un tercer mandato para el gobernador José Luis Gioja, convirtiendo así a San Juan en una de las pocas provincias argentinas que permiten tres mandatos consecutivos : Salta más Santa Cruz, Formosa y Catamarca, al descartar San Luis y La Rioja esta modalidad en los últimos años.
 
          Dado que San Juan era una de las únicas tres provincias en elegir un partido provincial para su gobierno en la vuelta de la democracia en 1983 ( los Bloquistas y más tarde la Cruzada Renovadora de Alfredo Avelín también reforzarían el localismo ), el orgullo local parece estar ausente si la provincia pudo validar tan mansamente las ambiciones personales de un hombre que básicamente busca otro mandato como premio consuelo por no ser el compañero de fórmula de la presidente Cristina Fernández de Kirchner en octubre, mientras sirve como globo de ensayo de ella para la reelección indefinida a nivel nacional.


 
           El contraste, nacionalmente, con la situación de hace cinco años es alarmante: San Juan no tiene ni la intensa nacionalización del referéndum de Misiones ni el idealismo del frente amplio que se reunió detrás del obispo emérito Joaquín Piña para defender con éxito las instituciones republicanas contra un voraz gobernador Carlos Rovira.
 
           Casi el único obstáculo que tuvo Gioja provino de su igualmente egocéntrico hermano César, quien sentía que ya le tocaba a él.
           Prácticamente la única nota idealista la dieron los activistas ambientales que se oponían a las actividades mineras alentadas por el gobernador.
 
           Pero la anémica reacción nacional es un tema aún más preocupante.
 
           La caída de Rovira fue provocada tanto por una oleada nacional de consciencia institucional como por una resistencia local - y aquí no nos referimos a la Argentina polarizada de 2008 ni al país anti-Kirchner golpeado por la recesión en las elecciones legislativas de 2009 - sino a una Argentina que iba a votar dócilmente a CFK un año más tarde , con los votos rurales junto con los del Gran Buenos Aires como bastión electoral.
          Y sin embargo, hasta aquel país del 2006 tenía reflejos institucionales más sanos que los de hoy.
           Si las elecciones a gobernador de San Juan hace 20 años fueron la primera señal tangible de que la convertibilidad podría ganar votos, ¿ el voto del domingo pasado por la reelección también será un anticipo de lo que vendrá ?
 
 


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