República Argentina: 5:47:59pm

 

Sarmiento y Roca. Mitos y verdades sobre los próceres “cancelados” que mencionó Javier Milei en su discurso en el Congreso

 

Julio Argentino Roca y Domingo Faustino Sarmiento, dos figuras centrales en la historia argentina

 

El historiador Daniel Balmaceda habla sobre los dos expresidentes que fueron puestos en un segundo plano en los últimos años por el relato oficial

 

El domingo, en su primer discurso de cara a la gente en las escalinatas del Congreso de la Nación, el flamante presidente de la Argentina, Javier Milei, mencionó a dos próceres de la historia nacional, los expresidentes Domingo Faustino Sarmiento y Julio Argentino Roca. La alusión del libertario a estos dos jefes de estado rompe con el discurso oficialista de los últimos años, especialmente durante el kirchnerismo, que había mantenido a ambos hombres en un segundo plano, prácticamente ‘cancelados’ por supuestas acciones reprochables que cometieron en sus tiempos de funcionarios.

 

LA NACION dialogó con el historiador Daniel Balmaceda para conocer más acerca de estos próceres. El autor de Sarmiento, el presidente que cambió la Argentina (Sudamericana) habló del por qué de esta especie de mala fama a la que fueron sometidos en los últimos tiempos estos presidentes, se explayó sobre las “acusaciones” que pesan sobre ellos, resumió sus grandes aportes para el país y arriesgó por qué el nuevo presidente los invocó en su discurso inaugural. “Creo que Milei tomó a Roca y a Sarmiento porque fueron pilares de las instituciones y de una época a la que él todo el tiempo adhirió como un ejemplo de dónde tenemos que estar los argentinos”.

 

Domingo Faustino Sarmiento, nacido en San Juan en 1811, fue presidente de la Argentina entre 1868 y 1874. Considerado “padre del aula” por la historiografía nacional, el sanjuanino pasó a la historia por haber dedicado buena parte de su función pública al desarrollo de la educación del pueblo. En su discurso, Milei habló de los dramáticos índices que atraviesa hoy el rubro educativo en la argentina y remató: “Si se levantara Sarmiento y viera lo que hicieron con la educación...”.

 

Con relación a Roca, militar oriundo de Tucumán, donde nació en 1843, el flamante mandatario lo mencionó como “uno de los mejores presidentes de la historia argentina”. De inmediato, el libertario citó una frase de este prócer, que fuera presidente del país en dos ocasiones, la primera entre 1880 y 1886 y la segunda, entre 1898 y 1904: “‘Nada grande, nada estable y duradero se conquista en el mundo cuando se trata de la libertad de los hombres y del engrandecimiento de los pueblos, si no es a costa de supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios’.

 

-Balmaceda, ¿por qué piensa que en los últimos años tanto Domingo Faustino Sarmiento como Julio Roca fueron “cancelados” o muy cuestionados por el relato oficial, especialmente en gobiernos kirchneristas?

 

-Bueno, eso tiene que ver con una actitud frente a las figuras de la historia más reciente, más contemporánea. Durante décadas, tanto Roca como Sarmiento fueron considerados figuras esenciales en la construcción institucional de la República Argentina. Curiosamente los dos eran provincianos y ni siquiera estudiaron en la opulenta Buenos Aires, ninguno de los dos. Se formaron en el interior del país.

 

Eso, por un lado y por el otro, el constante manoseo que se vino dando a la historia desde 1950 en adelante. De tratar de imponer héroes o próceres desde el Estado y eso para mí me parece que es lo que termina generando una distorsión de los momentos históricos en los que les tocó vivir a Sarmiento y a Roca y cómo actuaron en consecuencia.

 

-¿Por qué menciona el año 1950?

 

-Es el año que coincidió con el centenario de la muerte de José de San Martín, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, y se impuso mucho la figura de San Martín por encima del resto, algo que es un lugar que le corresponde por ser “El Libertador”, pero naturalmente, no por imposición del Estado. Sin embargo, un par de años antes, en 1948, justamente las figuras de Sarmiento, Roca, San Martín, Urquiza, Mitre y Belgrano fueron impuestas por el presidente Perón para los distintos ferrocarriles, coincidiendo con su historia: el que va para el sur es el Roca, el que va a Mesopotamia es el Urquiza, el que va para Mendoza es el San Martín, etcétera...

 

Maqueta

 

-Buena parte del relato de los últimos años sobre Sarmiento, incluso en canales oficialistas como la señal infantil Paka Paka, destacan el desprecio del sanjuanino por los gauchos o los bárbaros y su preferencia por la “civilización” que llegaba por la inmigración europea. ¿Qué tiene de real esta visión del expresidente?

 

-Plantear que Sarmiento detestaba o, mejor dicho, odiaba al gaucho, es no entender el sentido que se le daba a la palabra gaucho en aquella época. Los políticos, las correspondencias personales y el periodismo de aquel tiempo le había dado el nombre de ‘gaucho’ al hombre violento, al saqueador, al bandolero que asesinaba familias en las colonias de inmigrantes. Le daba nombre de gaucho a lo que llamaban la mano de obra desocupada del caudillaje. Ahora, ¿está bien que Sarmiento haya escrito a (Bartolomé) Mitre ‘no hay que ahorrar sangre de gaucho’? Por supuesto que no, porque no hay que ahorrar sangre de nadie, pero queda muy fuera de contexto planteado desde la frase. Era gente completamente despreciable y muy criticada y muy mal vista por la sociedad de aquel tiempo. Los bárbaros de Sarmiento eran los que estaban contra el orden constitucional y actuaban con violencia y fuera de la ley.

 

Zamba en La casa de Sarmiento

 

En contrapartida, durante su presidencia Sarmiento tuvo muchos encuentros con paisanos, trabajadores de campo, a los que nadie llamaba gauchos. En general, eran inmigrantes irlandeses, italianos, vascos y suizos. Los encuentros de Sarmiento con este grupo de inmigrantes eran de admiración, de aliento, porque Sarmiento lo que les decía era que el trabajo de ellos era esencial en el campo para levantar a la Argentina. Queda fuera de lugar que uno considere que Sarmiento tuviera algo en contra del hombre del campo.

 

-Con relación a Roca, la acusación más frecuente escuchada en los últimos años fue la de llamarlo “genocida” por su actuación en la llamada Campaña del Desierto (1878-1885), la excursión hacia el sur para ganarle territorio a los pueblos originarios, ¿qué puede decir sobre eso?

 

-Respecto de Roca y la utilización de la palabra genocidio, término que no se empleaba en aquel tiempo, debemos entender que por lo general el concepto genocidio está vinculado a cifras, a cantidad de gente masacrada. Bueno, desde ya que es un tema de mucha polémica, sobre todo si se tiene en cuenta que lo que se discute en ese caso es la campaña del desierto avalada por todos los estamentos políticos de la época y considerada fundamental para el aumento del territorio argentino. La campaña de Roca era por la soberanía de los territorios de la Patagonia.

 

Y cuando menciono el tema de la matemática en el contexto del genocidio, bueno, las cifras indican que hubo alrededor de 1300 o 1400 muertos, según los partes oficiales. ¿Hubo excesos en la campaña? Sí, hubo algo muy común de aquel tiempo que era ejecutar al enemigo, eso ocurrió, y también hubo muchos prisioneros entre madres y chicos que inclusive fueron separados. Una barbaridad, por supuesto. Pero uno no puede bastardear la palabra genocidio utilizándola para cualquier cosa porque le quita el verdadero valor que tiene esa palabra y cuándo corresponde usarla.

 

Por otra parte, la crueldad y cantidad de muertos de la primera campaña del desierto a cargo de Martín Rodríguez (1820-1824) y de la segunda campaña a cargo de Juan Manuel de Rosas (1833-1834) fue grande. Tuvieron mayor cantidad de prisioneros y de muertos, con lo que también, si valiera el sello de genocida para Julio Argentino Roca, bueno, deberían agregarse ahí a Martín Rodríguez y a Juan Manuel de Rosas.

 

-Más allá de todos los cuestionamientos mencionados, ¿qué le aportó a la Argentina Domingo Faustino Sarmiento?

 

-Lo de Sarmiento y la Educación no es un cliché, fue una política de Estado muy fuerte planteada desde el primer día. Porque el primer discurso como presidente electo fue hablar 40 minutos de Educación. Y en esos baúles que traía de los Estados Unidos cargaba con la idea del normalismo, el sistema educativo de aquel país en el que se equiparaban hombres y mujeres estudiando en la misma aula y de distintas clases sociales. Fue fundamental su política de estado relacionada con la Educación.

 

Pero también hay que reconocer un gran trabajo de Sarmiento para la promoción de la producción del campo, a tal punto que le quitó los impuestos a la importación de maquinaria agrícola, le dio mucha importancia a la Sociedad Rural y comenzó a delinear lo que iban a ser las exposiciones rurales que se mantienen año a año desde aquel tiempo.

 

-Y con respecto a Roca, ¿qué fue, a su criterio, lo más importante que dejaron sus presidencias?

 

-Lo principal de Roca fue la Ley 1420 de Educación Universal, Obligatoria, Gratuita y Laica, que venía a complementar todo lo que habían hecho Sarmiento y Avellaneda por la educación.

 

Por otra parte, si bien Mitre y Sarmiento fueron los que comenzaron a fomentar la inmigración, en tiempos de Roca fue el gran momento de la inmigración, cuando en Europa se tomaba la decisión en el último momento de ir al puerto de Nueva York o de Buenos Aires. La mayoría de los inmigrantes de ese tiempo vieron en Roca al hombre que les dio esa oportunidad. Increíble porque hoy hay muchos descendientes de aquel tiempo que no saben lo que significó para sus abuelos que alguien les facilitara el desarraigo y la llegada a un nuevo país.

 

Algo importante de Roca también fue la federalización, la creación de la Capital Federal (en diciembre de 1880). Un tema que se venía discutiendo desde los tiempos de Urquiza y al que no se encontraba solución. Él logró el consenso del poder legislativo para crear la Capital hoy llamada ciudad de Buenos Aires.

 

-Con el tema de la Educación es visible que había continuidades entre las gestiones de estos dos mandatarios, ¿Es así?

 

-Sí, Sarmiento realizó un cambio, generó un antes y un después en la Educación, pero estaba todo en construcción. Por eso vino después Roca a darle un respaldo jurídico.

 

-¿Qué otras continuidades hubo en las políticas de ambos presidentes?

 

-Si a Roca le debemos la extensión territorial del sur argentino, a Sarmiento le debemos la extensión de parte del norte argentino, porque cuando se terminó la guerra del Paraguay, el sanjuanino actuó rápidamente para incorporar gran parte del territorio que estaba difuso, en disputa, de lo que se llamaba el Gran Chaco, que incorporó. Sarmiento terminó su presidencia con el doble de superficie territorial. Digamos que los dos tuvieron mucho que ver con la soberanía territorial de la Argentina.

 

Hay que agregarle a Roca el desarrollo o el incentivo para la exportación agrícola. Sarmiento se encargó del campo sabiendo que se iba a terminar generando una balanza comercial importante. Pero Roca lo llevó adelante, también creó un escenario para facilitar las exportaciones, lo que cambió definitivamente la economía local. 

 

-¿Qué valores o intenciones para la Argentina compartían Sarmiento y Roca?

 

-Los valores eran principalmente de generar una riqueza nacional y a la vez construir instituciones. Buscaban salir de esas décadas tormentosas que vivimos de 1810 a 1860 y, a partir de la Constitución sancionada por (Justo José de) Urquiza, buscar un orden o seguir construyendo institucionalidad, tarea que comenzó Urquiza y siguió (Bartolomé) Mitre.

 

-¿Por qué cree que Javier Milei escogió a estas dos figuras históricas para mencionarlas en su discurso inaugural en el Congreso?

 

-Creo que él tomó a Roca y a Sarmiento porque fueron pilares de las instituciones y de una época que la que él todo el tiempo adhirió como un ejemplo de dónde tenemos que estar los argentinos. También creo que son figuras que no tuvieron presidencias sencillas, al contrario, muy complejas, con muchos baches que atender, con convulsión interna. Sobre todo en un momento en que la Argentina dejaba de ser aquella de los padres fundadores y empezaba a transformarse a partir de la llegada del inmigrante, con una explosión demográfica que había que tratar de conducir y con la expansión territorial que también merecía mucha atención.

 

Esa es la búsqueda también de ejemplos de hombres que fueron criticados en sus gobiernos (a Sarmiento le decían “el loco” por las ideas que traía y por su mal carácter), y a la vez fueron luego muy valorados por lo que hicieron sin pensar en el corto plazo, sino concientes de que lo que estaban sembrando era algo que ellos no iban a ver en vida.

 

Germán Wille

 

Publicado en www.lanacion.com.ar

 

 


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