República Argentina: 3:56:53pm

Los ecos de los años ‘70 se prolongan en innumerables publicaciones que, con una creciente variedad en las miradas, empiezan a revisar o reinterpretar muchas de las nociones que por años (o incluso decenios) se dieron como definitivas sobre aquel período sangriento.

En esa categoría se encuentra este ensayo de los sociólogos Juan Sebastián Califa y Mariano Millán. Su tema, explican en la introducción, es “un análisis sociológico del movimiento estudiantil de la UBA en tanto actor colectivo, con impacto social y político, entre dos golpes de Estado, el de 1966 y el de 1976”. Sus fuentes principales son textos escritos en el momento de los hechos, más una base de datos de medios periodísticos recopilada por el también sociólogo Pablo Bonavena, además del repaso de la prensa partidaria o de agrupaciones y entrevistas actuales o recientes a una veintena de militantes de la época.

El núcleo de su pesquisa gira en torno a la discusión de la idea de que la radicalización del estudiantado correspondiente al período debe explicarse por la simultánea “peronización” de ese sector. Los autores discrepan de esa versión, que atribuyen a la historiografía que floreció durante los “últimos gobiernos peronistas”.

A lo largo del trabajo, que fija una periodización bien diferenciada en los diez años comprendidos, intentan demostrar que esa radicalización fue anterior al surgimiento de corrientes universitarias peronistas alineadas con la izquierda de ese movimiento. Subrayan, por otro lado, que el auge del peronismo universitario se concentró básicamente en un año (1973-1974) a partir del gobierno de Héctor Cámpora y sus secuelas, y que quedó subordinado a una estrategia de captura de posiciones de poder institucional dentro y fuera de los ámbitos académicos, siempre en línea con la que para entonces era su organización madre, la banda guerrillera Montoneros.

De los tres actores de la etapa analizada, reformismo, izquierda marxista y peronismo más o menos revolucionario, Califa y Millán recuperan el papel predominante que mantuvo el primero y relativizan la importancia del tercero, que siempre chocó con resistencias internas muy notorias y no siempre recordadas por los historiadores, al punto de que desde 1974 en adelante fue desplazado al imponerse en los claustros lo que denominan como “terrorismo de Estado peronista”.

La obra representa, por lo tanto, una crítica al fenómeno desde un punto de vista izquierdista (los autores hacen en los agradecimientos una profesión de fe socialista). Esto bajo la forma de una crónica minuciosa y apegada a las fuentes que, sin ser impecable, aporta elementos interesantes para revisar una época que no parece agotarse. Una de sus manchas se nota en la página 130, donde mencionan el “secuestro” del “estudiante” Arturo Vivanco y las detenciones de Eduardo Anguita y Alberto Elizalde Leal. No aclaran los motivos de esos apresamientos: los tres nombrados eran miembros del ERP y habían participado, en septiembre de 1973, del intento de copamiento del Comando de Sanidad del Ejército, hecho cometido en pleno gobierno justicialista y que le costó la vida al teniente coronel Raúl Duarte Hardoy.

 

Por J. S. Califa y Mariano Millán

Edhasa. 256 páginas

Jorge Martínez

 @JorgeGMar

Publica en www.laprensa.com.ar


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