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Nacional

La edición impresa número 285 de Tiempo Militar se halla desde el pasado jueves 3 de Julio en los quioscos de todo el país con un contenido que abarca, entre otros temas, las nuevas escalas salariales para el personal militar y de fuerzas de Seguridad.

También incluye un extenso análisis sobre sindicalización de fuerzas de Seguridad. La publicación ya estaba en máquinas cuando parlamentariamente se sancionaron normas restrictivas en torno a reclamos uniformados (prohibición de autoacuartelamientos, por ejemplo) lo cual abre el camino para distintas interpretaciones, en función de lo que ocurre en otros países, sobre la constitucionalidad o no de la medida.

El apoyo chileno a Gran Bretaña en la guerra de Malvinas fue clave para que el gobierno de Margaret Thatcher consiguiera la victoria en el disputado archipiélago. Así lo afirma en su primera aparición pública Sidney Edwards, el oficial enviado por la premier conservadora a Santiago para conseguir el apoyo secreto de Augusto Pinochet, según un compendio de ese libro publicado el lunes (07 jul 2014) por la edición digital del diario La Nación, de Buenos Aires.

"Mi opinión personal - y creo que fue compartida por mis jefes en el Ministerio de Defensa y por Margaret Thatcher- es que la ayuda que recibimos de parte de Chile fue absolutamente crucial. Sin ella, hubiésemos perdido la guerra", aventuró Edwards, un ex oficial de la Real Fuerza Aérea británica (RAF), a la revista chilena Qué Pasa.

Durante la guerra, que comenzó en abril de 1982 y duró dos meses-, Chile adoptó públicamente una posición de neutralidad pero, sin embargo, siempre se rumoreó que había prestado apoyo logístico a Londres, algo que finalmente se confirmó hace dos años, al publicarse los archivos oficiales de esa época.

A los 80 años, Edwards decidió salir a contar su historia en el libro My Secret Falklands War (Mi Guerra de las Malvinas secreta).Allí cuenta que él fue elegido para llevar adelante las negociaciones en Chile por su dominio del idioma español -tras haber sido agregado aéreo en Madrid- y su experiencia en operaciones conjuntas de inteligencia con otros países.

Edwards contó que el mismo día en que llegó a Santiago de Chile fue recibido por el comandante jefe de la Fuerza Aérea chilena, Fernando Mathei. "El general Matthei me dio la mano cálidamente -cuenta Edwards en su libro-. Me ofreció cooperación total dentro de los límites de lo práctico y de lo diplomáticamente posible. Enfatizó la necesidad de mantener el secreto". El aviador dijo que entendía la delicadeza de las relaciones entre los dos países y continuaron conversando. 

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