Carta de lectores publicada en www.lanacion.com.ar
Fiel a su acostumbrada política, violatoria de los más elementales derechos humanos, el gobierno de Venezuela detuvo (en realidad secuestró) al gendarme argentino Nahuel Gallo. Le atribuyó propósitos de espionaje cuando, ciertamente, su visita a la nación caribeña estuvo animada por estrictos fines familiares.
Sin nada que lo ameritara le confirió, virtualmente, dotes de “Rambo”; capaz de convertirse –él solo– en una amenaza para la seguridad venezolana. Este atropello se suma a las penurias que sufren los recluidos en nuestra embajada en Caracas. Se les niega la posibilidad de emigrar y, mientras aguardan ese momento, se los obliga a padecer penosas condiciones de supervivencia. En tanto, la mayoría de los Estados, como así también diversos organismos internacionales, se muestran indiferentes; laxos, a la hora de articular fórmulas de rescate. Algo similar ocurre con los progresistas/kirchneristas, acostumbrados a plantear sus quejas –únicamente– cuando la víctima pertenece a sus filas.
Alejandro De Muro
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