República Argentina: 9:48:03pm

Este año se cumplen 40 años del restablecimiento de la democracia en nuestro país y el tema de la disputa de soberanía con el Reino Unido puede ser evaluado en consecuencia.

En primer lugar, establecer que es el único tema de política exterior fijado como precepto constitucional con la reforma de 1994 y como tal, será en base al derecho internacional el mecanismo utilizado para su reclamo. De esta forma, se cierra para siempre la posibilidad de otro conflicto armado como el del ´82.

En segundo lugar, desde 1983 todos los gobiernos han tenido en la ONU y en la OEA idénticas bases argumentativas para defender y promover los derechos soberanos. En efecto, analizando los discursos de los distintos cancilleres se distinguen cinco pilares: la tradición diplomática argentina de la solución pacífica de la controversia; la igualdad soberana de los Estados; la no utilización de la guerra como herramienta de relacionamiento entre las naciones; la promoción y defensa de los principios de la integridad territorial y la autodeterminación de los pueblos.

En tercer lugar, los cambios más significativos en la aproximación a la Cuestión Malvinas lo podemos observar a nivel del diseño de la política exterior de las relaciones bilaterales con el Reino Unido. 

En tal sentido, aparecen en el análisis dos grandes formas de abordar este relacionamiento: por un lado, los supuestos de que primero hay que disminuir las tensiones alrededor de la disputa priorizando el vínculo práctico en lo comercial-político-cultural con Londres para a partir de ahí y en el largo plazo, poder sentarse alrededor de una mesa de negociación y discutir el tema de fondo.

Esta visión utilitarista y pragmática fue intrínsicamente más dialoguista terminando en acuerdos bilaterales en temas como el de pesca, hidrocarburos y vuelos en los gobiernos menemistas. La administración Macri siguió ese esquema conduciéndonos al Comunicado Foradori-Duncan, el cual buscaba “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”.

Por el otro lado, encontramos una aproximación bilateral basada en principios; el derecho internacional, y más confrontacionista. Estos senderos fueron recorridos por los gobiernos de Alfonsín, Néstor y Cristina Kirchner y la presidencia de Alberto Fernández.

Estos gobernantes entendieron que la discusión de la soberanía no puede quedar fuera de la agenda bilateral y que el Reino Unido ha aprovechado la posición dialoguista argentina para mantener el statu quo y aplicar una política de hechos consumados que solo trajeron beneficios a los isleños y perjudicaron los intereses nacionales.

Una de las grandes deudas de la democracia con el tema Malvinas fue no convertirla en una causa nacional primero para a posteriori presentarla como una idea subregional.

No habrá avances significativos en el tema de fondo si no se elabora y mantiene una posición que trascienda a los gobiernos y se trabaje una visión latinoamericana en el uso y protección de los recursos ictícolas e hidrocarburíferos en el atlántico sur y en el acceso a la Antártida para de esta forma, amplificar el reclamo argentino.

Alrededor de Malvinas se debe: potenciar una proyección latinoamericana, consolidar la idea de una Zona de Paz y Cooperación y demostrar su valor geoestratégico para toda la zona austral.

 

Por Agustín Romero

Doctor en Ciencia Política, autor de La Cuestión Malvinas. Una hoja de ruta. Herramientas para la política exterior argentina (EUDEBA)

Publicado en Clarín


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