LA PAZ ( Texto cortesía www.noticias.com.bo y www.paginasiete.com.bo )Un día después de la represión de la marcha indígena la ministra de Defensa, Cecilia Chacón, decidió este lunes (26 sept 2011) presentar la renuncia a su cargo en desacuerdo con la acción policial que, según testimonios no confirmados por el Gobierno, dejó un bebé muerto.
“Asumo esta decisión porque no comparto la medida de intervención de la marcha que ha asumido el Gobierno y no puede defender ni justificar la misma”, dice una parte de su carta de renuncia, la cual fue difundida desde la Dirección de Comunicación del Ministerio de Defensa.
“En tanto existan otras alternativas en el marco del diálogo respecto a los derechos humanos, no violencia y defensa de la madre Tierra, las medidas asumidas lejos de alejar a la derecha fortalece su accionar y manipulación dentro de la VIII marcha con el fin de atacar el proceso de cambio que tanto ha costado a los bolivianos. No así, acordamos con el pueblo hacer las cosas de otra manera”, señala.
La prensa local dijo que un bebé de tres meses murió tras la violenta intervención policial en Yucumo a la marcha indígena que se opone a la construcción de la carretera por el TIPNIS. El bebé falleció aparentemente por la inhalación de gases lacrimógenos.
La muerte fue informada mediante un boletín de la comisión de comunicación de la marcha. Alrededor de las 16:30, la Policía atacó el campamento que mantenían los indígenas en las afueras de Yucumo, utilizando palos y gases lacrimógenos. En La Paz el Gobierno no confirmó ni desmintió la información.
Existe un saldo de 37 desaparecidos, según el comunicado, entre ellos siete niños y un bebé, y una cantidad no determinada de heridos y detenidos. Por momentos la represión fue extremadamente violenta, golpearon a algunos indígenas con saña, según comprobó Página Siete.
Muchas personas fueron enmanilladas y otras inmovilizadas con cinta adhesiva. El diputado disidente del MAS Pedro Nuni fue detenido sin respetarse su inmunidad. La cantidad de gases lacrimógenos fue tal que se produjo una gran confusión, ocasionándose el extravío de los niños.
A patadas y palazos, los policías lograron meter a varias decenas de indígenas a buses y camionetas para llevarlos a San Borja, distante 25 kilómetros al norte. Sin embargo, esa población, como una muestra de solidaridad con los marchistas, bloqueó el ingreso e impidieron su paso, incluso provocando un incendio en la carretera.
Las iglesias de San Borja empezaron a tocar sus campanas como una forma de alertar a la población y ayudar a los marchistas.
La situación de esos indígenas detenidos es incierta debido a que los buses en los que se encuentran retornaron desde San Borja, pero no existe información oficial de su paradero; aparentemente se dirigían hacia Rurrenabaque, en el norte, debido a esporádicos bloqueos que impedían el paso de los buses.
Otros reportes no confirmados señalan que mototaxistas de San Borja salieron de la localidad con la intención de impedir el paso de los cuatro buses y cinco o seis camionetas usadas por la Policía.