República Argentina: 10:03:21am

Publicado por www.dib.com.ar

Fue la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata. El misil robado en 2015 apareció enterrado en 2022 en una calle alejada de Los Hornos.

El misil de la polémica.

La Cámara Federal de Apelaciones de La Plata confirmó procesamiento de Leonardo José Córdoba, un soldado del Ejército Argentino, por el robo de un misil antitanque TOW A-2 del Regimiento de Infantería Mecanizado 7 en 2015 y que apareció en siete años más tarde enterrado en una calle alejada de Los Hornos.

En la misma resolución, los camaristas César Álvarez y Jorge Di Lorenzo sobreseyeron a otros dos soldados involucrados en el incidente. Se trata de Héctor Enrique Valenzuela había sido implicado por encubrimiento y el teniente coronel Fabián Torrengo, en su calidad de segundo jefe de la Guarnición Arana, procesado en su momento por peculado culposo.

Los hechos se remontan a enero de 2015, cuando Córdoba, ingresando al polvorín —una instalación subterránea con alta seguridad—, reportó un vidrio roto y una caja destrozada donde faltaba el misil. A pesar del aviso de Córdoba al oficial de Servicio, no se tomaron medidas de seguridad y las actividades siguieron normalmente. El polvorín no se cerró ni se hizo un inventario.

Un rato más tarde, le ordenaron a Córdoba trasladar otras municiones del depósito para un ejercicio militar. Fue en un camión Unimog conducido por Valenzuela, quien ingresó al polvorín y también observó el cajón roto. Tres días más tarde, oficiales de guardia descubrieron que el precinto de la puerta estaba roto, y se lo dijeron a Torrengo, quien recién ordenó una inspección en el lugar el 12 de enero, luego de denunciar el robo en la Delegación La Plata de la Policía Federal.

En julio de 2022, el misil fue hallado en llamativas circunstancias por una cuadrilla de empleados municipales encargados de la limpieza, bajo un montículo de tierra, en una calle a diez kilómetros de la guarnición militar. En ese momento se reanudó la investigación, ahora a cargo del juez federal Alejo Ramos Padilla.

La investigación de primera instancia determinó que el robo se había tratado de una puesta en escena. El vidrio de la ventana se había roto desde adentro, con los postigos aún cerrados, y éstos habían sido forzados también desde el interior. Los candados de los accesos exteriores no habían sido violentados. Los autores de la sustracción del misil habían ingresado al polvorín usando la llave de acceso, llave que Córdoba tenía en su poder y que era resguardada de modo deficiente. Además, la investigación de la Justicia federal de La Plata descartó que los autores del robo persiguieran “una finalidad económica”, ya que no se sustrajeron otras municiones -mucho más fáciles de vender en el mercado negro- ni intentaron vender el misil, a pesar de su alto valor comercial.

Ahora, los camaristas determinaron que en el caso de Valenzuela, aunque hubiera observado un vidrio roto y una caja vacía en el polvorín, no se demostró una omisión dolosa en su deber de reportar el delito, ya que su función como chofer no le permitió interpretar adecuadamente la gravedad de los hechos. Respecto a Torrengo, la Cámara consideró que, aunque hubo irregularidades administrativas, éstas no fueron determinantes para el robo del misil.

Cabe destacar que en aquel momento Ramos Padilla concluyó que los hechos era “de extrema gravedad para la Defensa y Seguridad Nacional. No sólo por la sustracción de un misil con un enorme potencial de daño, capaz de poner en peligro muchas vidas humanas, sino también por la hipótesis prima facie comprobada de que habrían sido las propias tropas las responsables de dicha sustracción”.

Se trataba del armamento más importante que había en ese depósito de municiones y el único que quedaba en el Escuadrón, un misil TOW 2 A, de 18 kilos, 171 centímetros de largo y 15 de diámetro. Una vez eyectado, tenía un alcance máximo de 3750 metros, alcanzaba una velocidad de unos 300 metros por segundo -casi equivalente a la velocidad del sonido-, y su poder de destrucción era tal que podía perforar 90 centímetros de acero. Había sido diseñado para destruir un tanque de guerra con protección ERA –Energetic Reactive Armour–, es decir, un blindaje que reacciona al impacto de un proyectil, por lo que debieron adoptarse especiales medidas de seguridad para su destrucción. (DIB)

 

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