Desde hace 20 años, cuando se reabrieron las causas fenecidas por hechos ocurridos hace medio siglo durante la guerra revolucionaria de los 70, el Estado argentino decidió someter a los acusados al desamparo de los derechos mínimos fundamentales, creando un sistema paralelo y discriminatorio negándoles los derechos que se le reconoce a cualquier otro justiciable.