Los asesinatos de Morena, una niña de once años, y del médico Juan Carlos Cruz han agregado dramatismo a la previa electoral y se convirtieron en sendos cisnes negros para el oficialismo de la Provincia de Buenos Aires, tanto como lo fue el de Cecilia en la del Chaco. Sin embargo, fueron sólo una infinitésima muestra de lo que sucede en el Conurbano bonaerense donde, todos los días mueren decenas de chicos y grandes, muchos de ellos indocumentados y, por tanto, no registrados por el Estado, en manos de la droga y la violencia que la circunda.