Por José Luis Miliá
Oscar Wilde, con su característico cinismo, afirmaba que el periodismo justificaba su existencia mediante el principio darwiniano de la supervivencia del más vulgar. En Argentina, la supervivencia de muchos periodistas no se debió tanto a su posible vulgaridad como al hecho de llevar en sus glúteos, al igual que políticos, maestros y obispos, la marca de “El perro” Verbitsky.