La situación de Rosario colocó a la Argentina frente a un nuevo dilema. Por un lado, el Gobierno piensa en utilizar a las FF.AA. para participar en la lucha contra el narcotráfico, cosa vedada por la ley de defensa, y por el otro, los militares no confían en el poder político, ya que todavía están pagando las consecuencias de la última vez que lo hicieron: la mayoría de los oficiales y suboficiales subalternos que participaron en la lucha contra el terrorismo aún están presos.