Tras cinco años de penoso calvario, un matrimonio pudo demostrar que su hijo era biológicamente propio y no había sido apropiado a una pareja de desaparecidos. La decisión, mediante una serie de artilugios y chicanas legales, había sido demorada sistemáticamente hasta que un fallo judicial comprobó la falsedad de la denuncia.
Así lo dispuso el juez federal Norberto Oyarbide al sentenciar que “ha quedado demostrado que Carlos Ignacio Mancuso Giménez es hijo biológico de Carlos Angel Mancuso, y de su esposa, Dora Ignacia Giménez.
El matrimonio había sido querellado por organizaciones de Derechos Humanos las que sostenían que el muchacho era apropiado. La querella fue llevada adelante por Jorgelina Azzari, en la cual sostenía que el joven Mancuso, nacido en el año 1978, podía ser su nieto y gestado durante el cautiverio de su hija Liliana Pereyra.