El capitán Viola fue asesinado en Tucumán el 1º de diciembre de 1974, junto con su hijita de 3 años, María Cristina, cuando estacionaba su auto acompañado también por Maby, embarazada de 5 meses, que resultó ilesa, y María Fernanda, otra hija de 5 años que sufrió graves heridas en la cabeza. Los responsables del crimen, integrantes de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez (CMRRJ) del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), describieron detallada y macabramente esa masacre.

Un año después, el 5 de octubre de 1975, el “Ejército Montonero” protagonizó una cinematográfica acción bélica conocida como “Operación Primicia”, que incluyó el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas, desviado hacia Formosa, el copamiento del aeropuerto internacional El Pucú y el ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29 de esa ciudad. Un domingo, en horas de la siesta, el “Ejército Montonero” atacó la unidad militar con el propósito de robar armamento y municiones destinados a la lucha armada para desestabilizar al gobierno constitucional de entonces y reemplazarlo con un régimen revolucionario socialista.

La heroica y exitosa resistencia del cuartel quedó a cargo de los soldados conscriptos, dirigidos por un puñado de suboficiales y oficiales de guardia. En media hora de feroz combate, cayeron muertos 12 atacantes montoneros y 12 defensores del Regimiento, entre ellos Hermindo Luna. Deben contabilizarse también la muerte de un policía y de tres civiles, además de numerosos heridos de ambos bandos.

Ningún informe oficial reconoce a las víctimas del accionar de los mal llamados “jóvenes idealistas” durante los años 70; ningún monumento nacional les rinde homenaje, ni ninguno de sus familiares ha recibido reparación o indemnización alguna

La “Operación Primicia” fue un fracaso en términos militares y su consecuencia inmediata fue la firma de los decretos presidenciales mediante los cuales el gobierno de María Estela Martínez de Perón ordenó a las Fuerzas Armadas el aniquilamiento del accionar subversivo y puso a las fuerzas de seguridad a las órdenes de los militares.

Tanto el asesinato del capitán Viola y su hija, como la “Operación Primicia” ocurrieron durante un gobierno elegido con más del 62% de los votos, en septiembre de 1973.

Desde la restauración de la democracia, estas víctimas del terrorismo, negadas desde el Estado, con la honrosa excepción del gobierno de Mauricio Macri, han recibido solo el recuerdo, el homenaje y la gratitud de sus familias, de sus amigos, de sus camaradas y de las fuerzas armadas y de seguridad.

Las llamadas “leyes reparatorias” del gobierno de Carlos Menem habían incluso dispuesto el pago de millonarias sumas indemnizatorias para las “víctimas del accionar represivo ilegal del Estado”, mientras que, en secuencia opuesta, las víctimas del terrorismo y sus crímenes pasaron al olvido, al tiempo que se intentó borrarlos de la historia a partir de una versión maniquea de lo sucedido durante la década de 1970, convertida en credo oficial kirchnerista.

Como reiteradamente hemos denunciado desde estas columnas, ningún informe oficial reconoce a las víctimas del accionar de los mal llamados “jóvenes idealistas”; ningún monumento nacional les rinde homenaje, no hubo reparación ni mucho menos indemnizaciones para quienes dieron sus vidas, fueron heridos o afectados por el terrorismo revolucionario en la Argentina durante la década del ’70.

Sin rencores ni odios y movidas hasta sus últimos días por el anhelo de justicia, Maby Picón y Jovina Luna trabajaron incansablemente para que se conociese la verdad sobre las muertes de sus seres queridos, tarea que queda inconclusa.

Mantener viva su memoria y activa su lucha para que las víctimas del terrorismo logren de una buena vez el reconocimiento que merecen será, sin duda, el mejor homenaje a estas dos mujeres hermanadas en el dolor.

Editorial de LA NACION