Al terminar mayo, China finalizó una nueva misión lunar a cargo del cohete Larga Marcha-5B -el nombre tiene relación con la fase militar decisiva que llevó a Mao al poder-. Este cohete puso en órbita una versión de prueba de la cápsula tripulada, que alcanzó los 8000 kilómetros de altitud. Una vez alcanzado este objetivo, el cohete simuló exitosamente la reentrada de una misión más allá de la órbita terrestre. Esta misión duró tres días y permitió al gobierno chino poner a prueba todos sus sistemas, además del despliegue de paracaídas para mitigar el impacto del aterrizaje y la recuperación de la cápsula una vez de vuelta en la tierra. Otro aspecto importante fue que se pudo comprobar la capacidad de reutilización de ella para futuras misiones -esta es un área donde EE.UU. lleva ventaja por su asociación con la empresa privada SpaceX de Elon Musk-. Los primeros datos obtenidos tras el retorno del cohete indican que China podría lanzar el primer módulo de la estación espacial que planea construir a principios de 2021. 

 

Pero en Beijín, el representante diplomático argentino recibió una bandera de nuestro país. Ésta había viajado en la nave espacial china. Dejar la bandera es un acto político y trascendente en los países que se encuentran en la competencia por la carrera espacial, como también lo es ponerla en el fondo marítimo cuando se va a iniciar la explotación económica o si se quiere marcar un territorio en disputa, como ha sucedido en el subsuelo del Ártico o en el Mar Caspio más recientemente. Ya el primer hombre en la Luna, que llegó hace 59 años, hizo flamear a los ojos del mundo la primera bandera estadounidense en suelo lunar. 

 

La presencia de la bandera china en las naves espaciales de este país forma parte de la política de largo plazo por la carrera espacial. Los demás países adoptan una actitud análoga. Pero que la nave china haya llevado una bandera argentina tiene un objetivo concreto. Es que esta misión lunar china fue monitoreada desde tres puntos del mundo, dos de ellos en el hemisferio norte y uno en el hemisferio sur. Esta última fue la base de observación que tiene China en la provincia argentina de Neuquén. 

 

No es la primera vez que esto sucede. Ya en la base de Neuquén se había monitoreado la anterior misión a la Luna, cuyo objetivo fue explorar el polo sur lunar. Ahora China inició el 5 de mayo desde la provincia de Hainan y regresó a fines del mismo mes. Según Alan Soria Guadalupe, "luego de permanecer en órbita y regresar a la Tierra, las autoridades chinas hicieron entrega de la bandera al encargado de negocios de la embajada Argentina en Pekín". Dentro del plan espacial chino, esta misión tiene como objetivo contribuir a la intención del gobierno de Xi Jinping de construir por primera vez una estación espacial propia. En este marco, el cohete se lanzó para probar la viabilidad de enviar módulos a esta estación. El tiempo dirá si este gesto diplomático antecede o no a las relaciones políticas más estrechas. 

 

Pero Argentina, aunque a gran distancia de las grandes potencias, tiene la capacidad de desarrollo satelital más alta de América Latina y despliega proyectos propios de relevancia regional. El lanzamiento desde Cabo Cañaveral el satélite SAOCOM 1B. El lanzamiento iba a ser en marzo y luego a fines de junio, pero por decisiones de la fuerza aérea norteamericana fue reprogramado para fin de agosto. Este satélite es el gemelo del SAOCOM 1A lanzado en octubre de 2018. Ambos fueron desarrollados por la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) que tiene como contratista principal en este proyecto a la empresa INVAP, un modelo de empresa estatal exitosa de la tecnología en la Argentina, entre otros. 

 

El satélite argentino -que pesa 3000 kilos- fue  lanzado a bordo de un cohete Falcon 9 provisto por la empresa aeroespacial privada estadounidense SpaceX, para obtener información sobre la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica y hora del día. También con la colaboración de la Agencia Espacial Italiana (ASI). Desde el último de los aplazamientos se desarrollaron tareas conjuntas entre los equipos de CONAE, INVAP Y SpaceX y se completaron los ensayos, involucrando al satélite real. 

Si bien la bandera argentina fue llevada en la última misión lunar china, al mismo tiempo se realiza un proyecto satelital con los Estados Unidos