Por Valentina Borghi Ponti publicado por www.escenariomundial.com
El pasado 27 de abril, finalizó la temporada de pesca de calamar en las Islas Malvinas, reduciendo la actividad en un 10% respecto a lo previsto. Según lo comunicado por el sitio Pescare, el sector enfrenta uno de los peores balances en cinco años, con bajos niveles de captura y ejemplares de menor tamaño.
La comunicación fue emitida por el Departamento de Recursos Naturales de Puerto Argentino, bajo la ilegal administración del gobierno británico, la cual informó que la temporada de pesca de calamar finalizó una semana antes de lo previsto. Inicialmente, los buques tenían autorización para faenar hasta el sábado 3 de mayo, aunque se mantenía la posibilidad de un cierre anticipado debido a la evolución de la pesquería.
La reducción del 10% de la actividad se explica en base a que la campaña total sumará 58 días de actividad, en lugar de los 64 días habituales. La flota compuesta por 16 barcos, en su mayoría españoles participados por armadoras de Vigo y Marín, cerrará la primera temporada con resultados que, según estimaciones preliminares, estarán “muy por debajo de las expectativas”, según Pescaré.
A esta situación se suma que las empresas pesqueras reportaron que el tamaño del calamar fue, en general, más pequeño que en campañas anteriores, afectando aún más el rendimiento económico. Pero el escaso volumen de capturas impacta también en el ámbito comercial, considerando que más del 90% del calamar loligo de Malvinas se destina a Europa, ingresando principalmente a través del puerto de Vigo.
Y si bien no se han detallado números oficiales, el impacto en el sector pesquero podría ser crucial y dar como resultado un balance negativo. La reducción de la pesca de calamar y la escasez en otras zonas han influido en l el aumento de los precios, tendencia que venía observándose en el sector. Principalmente porque, como la temporada de pesca fue más corta de lo habitual y tuvo resultados inferiores a los esperados, sumado a la reducción de otros caladeros (zonas de pesca), la oferta disminuye y provoca un ritmo sostenido de aumento de precios.
El posible impacto en la milla 201: entre lo económico y lo soberano
Esta baja temporada de pesca de calamar baja en las Islas Malvinas promueve una realidad más pesimista: la posible presión sobre la milla 201, que agrava las dificultades económicas tras la renovación de la flota. Además, si la población de calamar en Malvinas disminuye, posiblemente los cardúmenes migren hacia otras zonas.
Cuando las capturas en Malvinas son menores a lo esperado, muchas embarcaciones que operan en esa zona comienzan a buscar alternativas en aguas internacionales cercanas, como la milla 201 donde el calamar también transita. En pocas palabras, el espacio lindero a la Zona Económica Exclusiva argentina puede funcionar como “compensación” para justificar las bajas capturas, aumentando la actividad pesquera en el área y generando una competencia más intensa por los recursos existentes.
En pocas palabras, como la pesca de calamar es una actividad crucial para la economía de las islas y las empresas que operan en ese espacio, la baja de capturas puede generar pérdidas e impulsar la búsqueda de nuevas áreas de explotación (como la ya mencionada “frontera” con la Zona Económica Exclusiva Argentina).
Pero una menor disponibilidad de calamar en Malvinas también puede promover que algunas embarcaciones intenten operar en aguas argentinas sin permisos, llevando a intensificar los controles para evitar la pesca ilegal y promover la protección de los recursos nacionales. Por esa razón, esta situación no puede analizarse únicamente desde una perspectiva económica o ambiental, sino que también tiene que vincularse con la compleja realidad política existente.
La ocupación británica de las Islas impulsó la pesca como una de las principales fuentes de ingresos, otorgando también licencias a flotas extranjeras para la explotación de recursos (como las armadoras de Vigo y Marín). Por ende, si las embarcaciones que habitualmente operan en Malvinas se desplazan a otros espacios para justificar la baja temporada de calamar, como la zona lindera a la milla 200, el área podría colmarse de buques extranjeros con licencias británicas que, de base, ya transitan las reclamadas aguas de Malvinas.
Si Argentina cree que la baja temporada de calamar en Malvinas no afecta a los intereses soberanos, se equivoca. La explotación de recursos en las Islas sigue siendo un recordatorio de cómo la ocupación británica impacta no solo en los reclamos territoriales de soberanía, sino también en la gestión de los recursos naturales del Atlántico Sur.