Un episodio de hace casi 50 años atrás se endilga al doctor Smart, entonces ministro de Gobierno de la provincia, no obstante haberse probado largamente que no tenía autoridad, competencia o responsabilidad sobre la policía y, por lo tanto, fue cabalmente ajeno al hecho. No hay cómo saber a qué corriente rinden estos jueces, aunque está claro que no respetan pruebas ni leyes, no temen el ridículo y tiñen sin pruritos la función que ejercen. En contraste, Smart fue uno de los nueve miembros del tribunal que juzgó los actos de violencia terrorista entre 1971 y 1973, y si bien quedó cesante y fue perseguido por su trabajo, cabe destacar que él, como los demás miembros de ese tribunal, siempre fallaron según la ley y conforme a las pruebas rendidas en juicio, como hace un tribunal de justicia y debería hacerse siempre.

Fernando Goldaracena

DNI 7.595.178

Publicado en La Nación