En tanto se conoció el "ultimatum" que el Gobierno argentino  - a través del canciller Héctor Timerman y el ministro de Defensa Héctor Puricelli- hicieron llegar al gobierno de Ghana por la retenciòn en el puerto de Tema de la Fragata Libertad, un alto jefe naval retirado, tras certificar su identidad pero pidiendo reserva de la misma para que ésta no sea tenida en cuenta como argumento de la parte litigante, hizo llegar la siguiente reflexión a TIEMPO MILITAR

Como oficial superior de la Armada en situación de retiro y habiendo sido miembro de la Plana Mayor del Buque Escuela, no puedo dejar de expresar mi indignación por la manifiesta mala feporque no puede ser ignorancia - en que incurren en sus declaraciones tanto autoridades  nacionales como los Ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores y navales atribuidas al Vocero del Estado Mayor General de la Armada. 

En primer lugar es ridículo presentar el pedido de movimiento de muelle hecho por la Autoridad Portuaria de Gahna ya que SIEMPRE y en todos los casos el lugar de amarre de un buque es el que la autoridad portuaria del lugar establece y nada tiene esto que ver con cualquier otro problema, que como en este caso aflige al buque desde el punto de vista judicial. Se está en casa ajena y se debe respetar el lugar que el anfitrión nos asigne. Por lo tanto esta es la primer mentira del relato oficial: querer presentar un simple y habitual pedido de cambio de ubicación dentro del puerto (1000 metros!!!, 10 cuadras!!) con temas del embargo o la soberanía.

Haber ordenado, según propias palabras del Ministro de Defensa “mostrar las armas” es una muestra de patoterismo cobarde que deshonra a la Armada Argentina y por ende a las armas de la Patria. En segundo lugar, para cambiar de amarradero no hace falta más que 18 hombres distribuidos en proa, centro y popa para reciibir y pasar las amarras y el Comandante en el puente junto al Práctico de Puerto para dar las órdenes al timonel.

No necesita utilizar la máquinas ya que con dos remolcadores lo mueven en una maniobra que a lo sumo puede llevar entre 30 y 60 minutos. Insisto en que esto no afecta ni en bien ni en mal al tema judicial del embargo. Por otra parte esta demostración de fuerza es tardía y absurda. Opino que al tomarse conocimiento del embargo sólo cabían dos decisiones: a) pagar los 20 millones de dólares y zarpar siguiendo el litigio en los ámbitos que correspondan ó b) ordenarle al Comandante que “pique amarras” si era necesario y zarpase de inmediato, lo cual lejos del absurdo de mostrar fusiles o pistolas obsoletas, hubiera constituido una verdadera muestra de coraje del marino argentino como reza la canción de los hombres de mar. Que Dios y el Viejo Almirante Brown los perdonen.