Señoras, señores:
Nosotros, los abogados de Justicia y Concordia, que nos agrupamos, no con la finalidad de rememorar o revisar un pasado doloroso, sino simplemente por la indignación que nos causa este presente vergonzoso, tenemos también alguna cosa que decir en un acto como éste.
Porque este acto, en definitiva, es un clamor de justicia. Pero, como bien suele decir Silvia Ibarzábal, no un clamor de reparaciones materiales, ya que nada puede reemplazar a las víctimas cruel y bestialmente asesinadas, sino un clamor de reparación histórica y de salvación de nuestra patria.
En estos últimos días se han escuchado voces airadas a propósito de la justicia. Voces de quienes antes no decían nada.
Voces de ira contra los jueces, incluso contra los jueces de la misma Corte. Un gremialista los acusa de perseguir solamente a sus compañeros, mientras quedan libres narcos, corruptos, contrabandistas de armas y un largo etcétera.
Un candidato a presidente acaba de decir que en el país “el gran ausente es la justicia” y que tenemos “una Corte que no actúa”; para rematar diciendo: “…no se puede construir un país sin justicia”.
¡PERO NI EL UNO NI EL OTRO, NI EL GREMIALISTA NI EL POLÍTICO, HAN HECHO OIR SUS VOCES AIRADAS CUANDO ESTA MISMA CORTE – Y TANTOS OTROS JUECES QUE CAMBIAN SUS SENTENCIAS SEGÚN SOPLEN LOS VIENTOS – HAN VENIDO DESTRUYENDO GOLPE A GOLPE LOS CIMIENTOS, LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DEL ORDEN SOCIAL JUSTO!
Callaron cuando esos mismos jueces arrasaron con los derechos y garantías que están en la base del orden jurídico universal.
Callaron en esos casos porque la cosa no iba contra ellos sino sólo contra unos policías, unos gendarmes, unos militares, y unos pocos (por ahora) civiles, muchos de ellos viejos o enfermos.
¿A quién le importa lo que les pase a estos hombres?“Algo habrán hecho”, decían mientras miraban para otro lado.
Así, de la misma manera, muchos argentinos - por segunda vez en nuestra historia reciente - anestesian sus conciencias.¡ES QUE ESTA DIRIGENCIA NUESTRA DE HOY NO PUEDE NEGAR QUE ES HEREDERA DE AQUELLA OTRA DE LOS AÑOS ’70, QUE SE MOSTRÓ INCAPAZ DE EVITARLE AL PAÍS EL TERRIBLE BAÑO DE SANGRE CUANDO ACEPTÓ POR ACLAMACIÓN LA BOCHORNOSA ANMISTÍA DEL GOBIERNO DE CAMPORA.
Se mantuvieron callados en aquel momento, y se mantienen hoy callados porque lamentablemente ellos - así como muchos de los dirigentes políticos, gremiales, empresarios - reaccionan solamente cuando se los toca en sus intereses de clase o – quizás todavía peor – en sus delirios ideológicos.
Y actúan así porque en este país tan desarticulado, que es nuestra Argentina de hoy, las cosas han llegado a un punto en el que nadie parece sentirse como parte de un todo, sino que cada parte actúa como si ella solamente fuera el todo, queriendo imponer sus intereses propios a los demás.
Varios años atrás, un filósofo español, viendo a su patria en semejante condición, dijo de ella que era una nación invertebrada. En un país en ese estado, escribió, a cada grupo “no le importan las esperanzas o necesidades de los otros y no se solidarizará con ellos para auxiliarlos en su afán.
Como el vejamen que acaso sufre el vecino no irrita por simpática transmisión a los demás núcleos nacionales, queda éste abandonado a su desventura y debilidad. En cambio, es característica de este estado social la hipersensibilidad para los propios males.
Enojos o dificultades que en tiempos de cohesión son fácilmente soportados, parecen intolerables cuando el alma del grupo se ha desintegrado de la convivencia nacional.
”Por esto, por no saber mirar de frente a la Argentina y a sus compatriotas, por hacerlo siempre en forma oblicua, torcida, advierten que esa justicia que hoy reclaman para ellos, ellos mismos contribuyeron a que cantase ausente.
¡NO FUERON CAPACES DE ADVERTIR QUE, AL SER NEGADA LA JUSTICIA A UNA CLASE DE ARGENTINOS, DESTROZAN LA JUSTICIA MISMA Y POR LO TANTO TODOS LOS ARGENTINOS QUEDAMOS EN PELIGRO!
Y ahora, cuando les duele, vienen a decirnos que quieren una justicia pareja, que respete las simetrías, que se haga ver y sentir cuando hace falta.
Si estos señores quieren saber con honestidad qué cosa es la justicia en la Argentina de hoy, en qué se ha convertido mientras ellos se miraban sólo a mismos, sería bueno que vayan a dar una mirada, como hacemos los abogados de Justicia y Concordia, a los tribunales de La Plata o San Martín, de Comodoro Py o Tucumán, de Mendoza o Resistencia, donde se desarrollan los llamados juicios de “lesa humanidad”.
Verán entonces llegar a los acusados, para ser juzgados por segunda o tercera o enésima vez en sus vidas, por los mismos hechos ocurridos hace más de treinta años y por los que habían sido absueltos o amnistiados o indultados.
Verán llegar a alguno portando un tubo de oxígeno; a otro paralizado en una camilla; a otro con casi 90 años de edad y sin noción de lo que pasa a su alrededor, bajando de una ambulancia, en silla de ruedas ….¡Y ESPOSADO! (no vaya a ser que intente fugarse); Verán otros muchos, claro, que pese a que ya no son jóvenes, gracias a Dios mantienen su fuerza y su gallardía y, como el teniente coronel Losito hace pocos días, tienen incólumes sus arrestos para cantar verdades de a puño y mostrar a los jueces que los juzgan hasta qué punto han dejado de serlo.
Verán que en esos juicios son recibidos estos hombres por una turba perfectamente adiestrada para lanzarles gritos de odio.
Eso no es justicia, señores. Eso es venganza.
Verán asimismo que en esos tribunales los reciben también unos hombres que dicen ser los jueces. Pero no hay que engañarse: esos hombres no son jueces verdaderos. Sus sentencias están escritas desde antes de que empiece a escucharse al primer testigo. Todas iguales: ¡¡¡CONDENA!!!, a prisión perpetua, treinta años, veinte años. A cumplirse, la mayoría, en cárceles infames.
Pero no es lo único que verán.
Verán también que quienes los acusan e insultan, lo que actúan como testigos y los que en vez de hacer justicia reparten iniquidad, ¡SON LOS MISMOS QUE, MÁS DE TREINTA AÑOS ATRÁS, BAÑARON EN SANGRE A LA ARGENTINA, SALIENDO A MATAR A HOMBRES, MUJERES Y NIÑOS QUE NADIE QUIERE RECORDAR!
Nadie; salvo nosotros, esta noche.Señores, estos son los juicios que el señor presidente de la Corte Dr. Lorenzetti proclama como política de Estado, haciendo que un puñado de logreros y adulones se ponga de pie para aplaudirlo, mientras también lo hace a la distancia su prologuista y consejero, el conocido prevaricador Garzón.
El mismo aplauso de las mismas gentes que, poco antes, recibió el señor Zaffaroni, quien, así como se olvida de pagar sus cargas sociales y de declarar sus cuentas en Suiza, ignora el comercio que explotan sus numerosos inquilinos.
Y todo esto adornado con la ideología de los derechos humanos, que en la Argentina no solamente ha servido para que el poder político persiga a las personas, sino también para hacer negocios y enriquecerse. Y después que se ocupe Oyarbide.
“No se puede construir un país sin justicia”, ha dicho aquel político; y tiene razón, aunque él no sepa bien que cosa está diciendo.
Nosotros lo venimos diciendo hace ya más de dos años, con mayor claridad, con mayor convicción y mejor fundamento: es preciso recuperar la justicia; y con la misma urgencia hemos dicho que es imperativo restablecer la concordia, la amistad política entre hermanos.
En cambio, vientos de injusticia y discordia se continúan sembrando en la Argentina. Por eso no es aventurado decir que se avecinan tempestades. Se nos dice que este pueblo no se conmueve por ello, que nada de todo esto le interesa, que sólo le importa el bolsillo.
¡CUIDADO, SEÑORES! No confundamos lo que late en la superficie, con lo que duerme en el ser profundo de este noble pueblo argentino. La politiquería, la corrupción, las ideologías y la estupidez lo tienen como anestesiado. Parece que de un lado está la patria escarnecida, devastada…. y de este lado solamente nosotros, los pocos reunidos esta noche.
Parece que todo se vende y todo se compra. De nuevo: ¡CUIDADO, SEÑORES! Tanto crimen impune, tanta infamia, tanto deshonor, harán que ese pueblo despierte.
Entonces, cuando esa hora llegue, como decía el gran José Manuel Estrada habrá que vender; , “¡¡VENDER LA TÚNICA Y COMPRAR LA ESPADA!!”
]Nada más.