El señor Mancuso y su esposa trataron en primera instancia de demostrar, infructuosamente, que su hijo no había sido apropiado sino que era propio producto de la unión con su esposa. Pero los abogados de la querella lograron, con sucesivas maniobras dilatorias, postergar todas las medidas de prueba.

Finalmente, tras cinco años de peregrinar tribunalicio, el juez Oyarbide concluyó inequívocamente la falsedad de la querella.

En una nota dirigida a los medios de prensa de difusión nacional –que sin embargo no tuvo difusión pública, al menos en forma inmediata- un allegado al señor Mancuso, el alcaide retirado Nelson D. Cremades,  expresó que “publicar esta noticia es una garantía de derecho humanista, para que las familias queden al resguardo de estos verdaderos piratas de la identidad, que han hecho de todo para llenarse de dinero sin medir los daños que causaban a familias honestas”.


(Más Información en la edición impresa 251 de TIEMPO MILITAR que aparece el jueves 1 de septiembre)