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 Foto: Gentileza gacetamarineradigital

 

“Un largo proceso de desinversión en el ámbito de la Defensa nos condujo a una situación crítica en cuanto a disponibilidad de medios. Pero la firme voluntad, plasmada en la Directiva Política de Defensa Nacional, de continuar avanzando en la definición de un marco adecuado para la formulación del diseño del Instrumento Militar (permite que) podamos hacer frente a las responsabilidades que nos han sido asignadas”, dijo el jefe naval.

 

Escrito el martes 17 de mayo de 2010

El texto del discurso del almirante Godoy, pronunciado en la ceremonia central del Día de la Armada y difundido a todas las unidades de la institución en el país y en el exterior es el siguiente:

 

Celebramos hoy el Día de la Armada, en oportunidad de cumplirse 197 años de las acciones militares que culminaron un 17 de mayo de 1814 con el combate naval de Montevideo, frente a las costas orientales del Plata.

 

 

Prueba de fuego para la incipiente fuerza naval creada por el Gobierno de las Provincias Unidas, aquella victoria marcó un hito esencial en la vida de la Nación y en la de Sudamérica toda. Ella fue el factor estratégico y certero que, con la ocupación del último bastión español en estos territorios, permitió destrabar definitivamente el desarrollo de la campaña emancipadora que aseguraría la libertad e independencia de medio continente.

 

El artífice de esa epopeya, el Almirante Don Guillermo Brown, afirmó entonces, en un juicio sobrio y mesurado, que las armas de la Patria habían alcanzado una completa victoria sobre una fuerza muy superior del enemigo.

 

En aquel memorable suceso, Brown nos enseñó la importancia del ingenio sobre la fuerza; el valor del arrojo y la fortaleza de espíritu frente a la cobardía y el abatimiento. Por sobre todo, nos dio una prueba contundente de liderazgo militar y cualidades organizativas.

 

En efecto, con los limitados medios a su alcance, logró crear una Marina de Guerra y dotarla de hombres tenaces, ávidos de libertad e inspirados por el amor a su tierra. Hombres que no vacilaron en depositar toda su confianza en el superior para luchar, cohesionados bajo su mando, en pos de las nobles aspiraciones que los animaban.

 

Imbuida de aquellas tradiciones, la Armada Argentina ha estado presente en el derrotero de la Nación, aprendiendo de errores y profundizando aciertos, fiel a su responsabilidad de velar por el bienestar y el progreso de la sociedad de la que es parte. Una sociedad a la que se debe y con la que comparte una visión del porvenir.

 

Esta visión, que se articula en torno a legítimos intereses nacionales, encuentra a una Argentina de pie, firmemente asentada en la región, con una creciente proyección internacional y con el extraordinario potencial que le otorgan sus vastas cuencas hídricas, inmensos espacios marítimos y abundantes riquezas.

 

En este contexto, la Institución cumple con su deber indelegable de garantizar la soberanía e independencia del Estado argentino -y, por ende, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación- mediante permanentes tareas de adiestramiento y alistamiento, de protección de los recursos del mar y el subsuelo, de investigación y desarrollo, de control, seguridad y salvaguardia de la vida en el mar.

 

Todas estas actividades vinculadas con la defensa nacional nos imponen la necesidad de optimizar los medios humanos y materiales imprescindibles para su efectiva y eficiente ejecución.

 

Sabemos que esto implica el uso de gran variedad de tecnologías, y que no son menores las limitaciones que nos afligen. Sin embargo, nos hemos propuesto retomar la senda que nos permita volver a navegar con buques en cuyo diseño y fabricación tenga decisiva participación la mano de obra argentina. Para ello, confiamos plenamente en la reactivación de nuestra industria y en la promoción de la capacidad científica.

 

De allí que la conmemoración de este nuevo aniversario de la hazaña de Montevideo, en el escenario que despliega ante nosotros el Complejo Industrial Naval Argentino, CINAR, configure un evento de especial trascendencia.

 

Este Complejo, integrado por los astilleros Tandanor y Almirante Storni, fue creado con la finalidad de conformar un polo industrial de construcciones y reparaciones navales de excelencia, que proporcionará una herramienta esencial para el mantenimiento, actualización y producción de medios operativos.

 

Pero su importancia no radica solo en los aspectos de orden técnico y estratégico; por el contrario, el emprendimiento tiene un amplio contenido social, en tanto crea puestos de trabajo, directos e indirectos, que redundarán en mejores condiciones de vida para la sociedad.

 

En estos talleres se está llevando adelante la puesta en valor de las unidades de nuestra Fuerza de Submarinos. Precisamente, ya han quedado concluidos los dos tercios de la reparación de media vida del ARA “San Juan”, que incluye -entre otras delicadas tareas- el cambio de sus motores y baterías, con lo cual se alcanzará una substancial prolongación de su vida útil.

 

Un programa clave realizado en forma conjunta con el Ministerio de Defensa, y con la colaboración de Chile, es la inminente fabricación de los “patrulleros oceánicos multipropósito”. Estos buques, que reemplazarán a veteranas unidades de la Flota de Mar en las labores de vigilancia y rescate, así como en las de apoyo a la actividad antártica, serán instrumentos primordiales para la preservación de la soberanía nacional en las aguas jurisdiccionales, al tiempo que significarán la mayor inversión del país en equipamiento naval para la defensa en más de una década.

 

Quiero ahora mencionar el emprendimiento de mayor magnitud en el que jamás se haya embarcado nuestra industria naval. Me refiero a la recuperación del rompehielos ARA “Almirante Irízar”, que, tras el devastador incendio sufrido en 2007, es objeto de un extraordinario proyecto de reconstrucción -a cargo de un calificado equipo de ingenieros y expertos argentinos- que incluye la renovación total de motores, sistemas y espacios habitables, modernización de equipos de comunicaciones y navegación, ampliación del laboratorio y muchas otras mejoras.

 

Así, se espera que este buque, pieza vital para la actividad científica y el reabastecimiento y relevo de las bases antárticas, esté prontamente en servicio para retomar las campañas de verano.

 

En verdad, siento un gran orgullo al ver cómo una infraestructura abandonada e improductiva pudo transformarse, gracias al esfuerzo mancomunado de la Armada y el Ministerio de Defensa, y al compromiso de su gente, en un pilar de la industria naval argentina.

 

A este se agrega otro: la Base Naval Puerto Belgrano, con sus diques y arsenales. Al respecto, cabe señalar la reparación de una instalación fundamental como lo es el Dique 2, la primera que se lleva a cabo desde su construcción, entre fines del siglo XIX y principios del XX.

 

Estas obras brindarán a la Institución y a la República -entre otros beneficios- un medio estratégico para hacer carenado a buques de mayor porte (entre ellos, el logístico ARA “Patagonia” o el Rompehielos ARA “Almirante Irízar”), como también a otros buques argentinos y de distintos países.

 

Así, una vez concluidos los trabajos, la capacidad y la superficie de este Dique se sumarán a las del Dique 1, con lo cual este complejo esencial tendrá un papel relevante en cuanto al apoyo logístico a las unidades operativas de la Fuerza.

 

También emplazado en esa zona, es digno de mención el Arsenal Naval Comandante Espora, cuya integración y complementación con otros polos como el Astillero Río Santiago permite albergar sólidas expectativas de crecimiento continuado y máximos rendimientos.

 

No puedo dejar de dedicar unas palabras a otro soporte fundamental: los pequeños astilleros privados que, diseminados en diferentes regiones del territorio nacional, proveen embarcaciones y servicios para la explotación de recursos y el transporte de diversos productos de interés para nuestra economía. Ellos merecen todo nuestro estímulo e incentivo.

 

Somos conscientes de que un largo proceso de desinversión en el ámbito de la Defensa nos condujo a una situación crítica en cuanto a disponibilidad de medios. Pero destaco la firme voluntad, plasmada en la Directiva Política de Defensa Nacional, de continuar avanzando en la definición de un marco adecuado para la formulación del diseño del Instrumento Militar necesario y factible con que podamos hacer frente a las responsabilidades que nos han sido asignadas.

 

He de subrayar, al respecto, dos iniciativas que nos llevan a mirar hacia la Patagonia y sus costas. Allí, una importante obra está próxima a inaugurarse: se trata del muelle flotante de Puerto Deseado, que ofrecerá facilidades portuarias y constituirá un punto de apoyo logístico y de proyección al Atlántico Sur.

 

Y más al sur, en Ushuaia, comenzará a concretarse próximamente la primera etapa del traslado de la Base Naval, que prevé la construcción del muelle antártico y la radicación del Polo Logístico, destinado al abastecimiento y la prestación de servicios a buques y dotaciones que desempeñen tareas en el Continente Austral.

 

En otro orden, y vinculado con nuestra gente, advierto que se hace imprescindible multiplicar las oportunidades de capacitación y ejercitación, con miras a consolidar una organización militar profesional y dinámica. Una organización que inspire confianza, basada en el ejemplo, en el conocimiento y en la transparencia de sus actos.

 

Tal el legado que nos dejó el Almirante Guillermo Brown y otros grandes que, con coraje y sacrificio, contribuyeron a forjar la Nación. Un legado que se manifiesta, día a día, en el quehacer silencioso y abnegado de cada mujer y cada hombre, civil y militar, que constituye el capital más valioso de la Institución.

 

Un legado ratificado por aquellos valientes patriotas que ofrendaron lo mejor de sí durante la Campaña por las Islas Malvinas. A todos ellos -algunos de los cuales hoy nos acompañan, orgullosos portadores de la condición de Veteranos de Guerra- va nuestra infinita gratitud.

 

Reafirmemos, una vez más, nuestro compromiso con la acción: claridad en las metas, constancia en el rumbo, convicción en los principios. Perseveremos en el propósito de ser más útiles a la Fuerza y a la Patria, promoviendo la labor compartida, en conjunción con el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, y cultivando los valores republicanos y los tradicionales ideales que nos han inspirado.

 

En este Día de la Armada, quiero hacer llegar a todos ustedes, allí donde se encuentren -en la Patagonia, las Islas del Sur, la Antártida y las Misiones de Mantenimiento de la Paz establecidas en diferentes lugares del mundo- un mensaje de aliento, junto con la expresión de mi profundo agradecimiento por el empeño y el alto nivel de competencia con que cumplen las misiones encomendadas. Vaya, también, mi reconocimiento a sus familias por el permanente respaldo y comprensión que les brindan.

 

Por último, los convoco a persistir, con la mirada alta, en los objetivos fijados. A asumir un activo protagonismo en la construcción de una Marina nacida de su pueblo con el único afán de servirlo.