El texto de la nota de Savoia es el siguiente:

La creación de la Mesa de Encuentro Libertador General San Martín, un espacio aglutinador de organizaciones vinculadas a todas las fuerzas armadas, policiales y de seguridad del país, causó un terremoto en el gobierno. El ministro de Defensa Agustín Rossi criticó duramente al proyecto, al que calificó como "conspirativo" y "desestabilizador", y presionó a varias de las entidades adherentes para que lo abandonen: tuvo éxito con varias. pero al mismo tiempo se sumaron otras cuantas. El titular de la Mesa, general Ernesto Bossi, le escribió a Rossi para "alcanzarle la más absoluta tranquilidad" respecto a sus intenciones. El fuego sigue encendido. Y las llamas son altas.

 

"Son gente de otro tiempo", minimizó el presidente Fernández este viernes, mientas aún humeaba la descarga de Rossi contra los "conspiradores" en su cuenta de Twitter. Su reacción, pasada la sorpresa de un hecho que no supo prever ni pudo evitar, fue más efectiva: no se escatimaron llamados, sugerencias y "aprietes" para podar el árbol que acababa de elevarse ante sus ojos.

 

Varias organizaciones cedieron a esas recomendaciones, y anunciaron su distancia con el proyecto. El titular de la Sociedad Militar Seguro de Vida y figura fuerte entre los retirados del Ejército, Daniel Raimundes, explicó en una carta que esa institución "no contempla su participación en n cuestiones políticas, gremiales o religiosas" y que sólo prestó un salón para la presentación de la Mesa de Encuentro, de la cual "no forma ni formará parte". No era así hace una semana.

 

El general de Brigada retirado Sergio Fernández, titular de la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas, firmó su propia carta de arrepentimiento, en la que también avisa que "no participa ni participará" del proyecto, y que la minuta de prensa que difundieron los medios -anticipada por Clarín- "expone conceptos totalmente inaceptables" para la Asociación. De los once militares o miembros de fuerzas de seguridad presentes en el lanzamiento del miércoles, seis tomaron distancia de la Mesa.

 

Otros no: el comandante de la Gendarmería retirado Ricardo Spadaro aclaró que "nadie se va a apechugar". "Yo no me siento conspirador, y voy a seguir opinando. Nadie me va a cerrar la boca, guste a quien le guste", dijo al diario La Nación.

 

Fuentes cercanas a la Mesa de Encuentro confirmaron a Clarín que el proyecto sigue adelante aunque algunas de las instituciones que participaron del lanzamiento ahora se hayan corrido. "Hubo llamados y aprietes para que se bajen. El objetivo del gobierno es decir que esto no va más, y tratar de enfrentarnos con la conducción actual de las fuerzas. Pero no hay problemas con ellos, sólo se quiere participar del debate sobre Seguridad y Defensa. En estos días recibimos muchas adhesiones de organizaciones del interior, hay mucha expectativa. La semana próxima habrá otra reunión para avanzar en el debate. No hay ánimo de confrontar. No hay agendas ocultas. Ojalá el gobierno lo entienda así", se esperanzaban.

 

Para poner más cicatrizante sobre la herida, el mismo general Bossi buscó aventar fantasmas con una carta remitida al ministro Rossi: "quiero alcanzarle la más absoluta tranquilidad que la finalidad de la reunión era precisamente crear un espacio de encuentro, desestimando enfáticamente alguna otra intención", dice su texto.

 

"Las organizaciones invitadas participaron sin asumir compromiso alguno, ya que la reunión tenía carácter informativo. La problemática de la Seguridad y Defensa es nuestro desvelo y la motivación de la invitación formulada", explica Bossi. "Señor ministro, como general de la Nación después de más de cincuenta años de servicio y con notoria vida pública, tanto en actividad como en retiro, no puedo aspirar más que a una desinteresada contribución para una sociedad feliz y segura", se despide. Es improbable que esa curita mitigue una lastimadura que es más profunda de lo que se admite en el gobierno.

 

Desde la oposición política siguen el tema con atención, pero ya advirtieron que no van a adherir a ninguna iniciativa de repudio que quiera empujar el oficialismo en Congreso, por ejemplo.