El diario Clarín, en un artículo firmado por el historiador Ceferino Reato, recuerda la sangrienta jornada del 5 de octubre de 1975, hace 40 años, cuando se produjo el feroz ataque guerrillero montonero al Regimiento de la ciudad de Formosa.  Para Reato, fue el debut del Ejército Montonero con sus grados y sus uniformes azules, el instrumento militar creado para tomar el poder y alcanzar la Patria Socialista.

El desarrollo del artículo es el siguiente:

Pocos pero vertiginosos años después de su formación con los jesuitas santafesinos, Roberto Mayol yace en la hilera de cuerpos de los doce guerrilleros muertos en el ataque de Montoneros a un cuartel ubicado en las afueras de la ciudad de Formosa, en la periferia del país.

Mayol tiene el número 8 dibujado entre el pecho y la panza, el torso desnudo, los pantalones desabrochados.

Es el domingo 5 de octubre de 1975 por la tarde; en un sangriento combate de apenas media hora también han muerto doce defensores del regimiento, entre ellos diez soldados que a la edad de 21 años cumplían con el servicio militar, que era obligatorio y duraba un año. 

El ataque de hace 40 años fue el debut del Ejército Montonero con sus grados y sus uniformes azules, el instrumento militar creado para tomar el poder y alcanzar la Patria Socialista. Los propios montoneros lo bautizaron “Operación Primicia” y fue espectacular: incluyó el ataque al cuartel, y el secuestro en pleno vuelo del avión más moderno de Aerolíneas Argentinas y su desvío a la ciudad de Formosa, donde otro pelotón había copado el aeropuerto internacional.

Los sobrevivientes del ataque escaparon luego en ese avión, que aterrizó en una pista clandestina en las afueras de Rafaela, en Santa Fe, y en un avión muy pequeño con el cual confundieron a las radares, que bajó en una arrocera en Corrientes.

También Mayol tenía 21 años; era uno de los tantos jóvenes de clase media y clase alta que a partir de la segunda mitad de los sesenta se hicieron peronistas y, con esa fe que suelen tener los conversos, se volcaron a la lucha armada contra las sucesivas dictaduras militares.

Muchos de ellos también contra sus propios padres. Mayol, que ya había alcanzado el grado de “oficial segundo” en la estructura militar de Montoneros en Santa Fe, había dirigido ataques contra la corresponsalía de la agencia de noticias Telam y la sede del Club del Orden, un aristocrático reducto al que pertenecía su papá.

Mayol había llegado castigado a Formosa seis meses antes del ataque. Venía del Batallón de Arsenales, 121, ubicado en la localidad de Fray Luis Beltrán, a diecisiete kilómetros de Rosario. Sus jefes concluyeron que Mayol había entregado las armas demasiado rápido en un ataque del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) el 13 de abril de 1975. Debido a que ya sospechaban de su militancia en Montoneros, lo sacaron de la zona de Rosario, donde la guerrilla tenía mucho desarrollo, y lo enviaron a un lugar alejado, donde nunca pasaba nada, para neutralizarlo.

“Mayol se notaba enseguida, primero porque era un rubio al lado de los otros soldados, que eran todos morochos, de cabellos duros. Había un 10 por ciento de tobas. La mayoría de los soldadores era pobre”, cuenta el entonces subteniente David Cabrera Rojo. 

Luego de completar la secundaria en el Colegio de la Inmaculada Concepción, “La Inmaculada”, entró a la Universidad Nacional de Litoral para estudiar Derecho.

Mayol era el mejor informante que Montoneros podía tener en un cuartel y por eso, la cúpula, encabezada por Mario Firmenich, decidió atacar un regimiento tan alejado y en un lugar donde la guerrilla no tenía mucha presencia.

Mientras los ex conscriptos formoseños y los parientes de los “colimbas” muertos lo recuerdan como un traidor —“el soldado entregador”, le dicen— muchos de quienes fueron montoneros y de los admiradores de la “juventud maravillosa” del kirchnerismo y el centro izquierda lo consideran un héroe, un mártir, un “cura laico” o por lo menos una víctima del terrorismo de Estado.

“Roberto Mayol era muy inteligente, muy sensible. Lo recuerdo como un cura laico; un admirador de Camilo Torres, venía del progresismo católico”, dice el abogado Jorge Pedraza, que estudió con él en “La Inmaculada”, y fue quien escribió un párrafo sobre su amigo en la placa que recuerda en la Universidad del Literal a veinticuatro “alumnos, profesores y egresados muertos, desaparecidos y perseguidos durante la última dictadura militar”.

Esa placa colectiva quedó inaugurada el jueves 31 de agosto de 2006, en el momento culminante de cuatro jornadas de homenaje que habían sido inauguradas con una conferencia a cargo de Ricardo Lorenzetti, el santafesino que ahora preside la Corte Suprema de Justicia.

Lo mismo ocurre con otros guerrilleros muertos en el cuartel, que han sido homenajeados en sus pueblos o ciudades y en los colegios y universidades que frecuentaron. Más relevante aún: ocho de esos doce montoneros figuraban en los nuevos listados del Nunca Más —publicados en 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner— como víctimas de “ejecución sumaria”, una categoría amplia creada durante el kirchnerismo.

Los parientes de esos ocho guerrilleros —los de Mayol no figuraban en 2010— habían cobrado ya una millonaria indemnización equivalente a cien veces el sueldo más alto de la administración pública nacional al ser considerados Víctimas del Terrorismo de Estado. En aquel momento, ascendía a 620.919 pesos.

En cambio, los padres de los colimbas muertos cobraban una pensión mensual de 842 pesos. La mamá de cada uno de ellos, por ejemplo de Marcelino Torales, debería cobrar esa pensión de 842 pesos todos los meses durante 61 años y medio de su vida para llegar a la suma ya percibida por los parientes de cada uno de los guerrilleros. Y sin que hubiera inflación.

Salvo en Formosa, a nivel nacional no suelen recibir homenajes ni reconocimientos en ningún otro lugar.

En los últimos años circuló en el Congreso un proyecto de ley elaborado por el diputado formoseño, Ricardo Buryaile, del radicalismo para equiparar esos subsidios. Pero, luego de muchas idas y vuelta fue hundido por la mayoría de diputados kirchneristas, con los peronistas formoseños a la cabeza.

 En el plano judicial, el juez federal Claudio Bonadio investiga las indemnizaciones pagadas a esos u otros guerrilleros que atacaron cuarteles y comisarías durante los gobiernos constitucionales del peronismo entre 1973 y 1976.

 La investigación avanzó muy poco en los últimos meses.

Los soldados formoseños y los conscriptos que lucharon y se salvaron siguen deambulando en el lugar equivocado de la historia oficial.

*El autor es editor ejecutivo de la revista Fortuna y autor del libro Operación Primicia.