Desde 2020 hay problemas de mantenimiento. El Covid y la tensión bilateral agravaron la situación.

El Cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas, donde yacen soldados argentinos que murieron en la guerra de 1982 con el Reino Unido, presenta un visible deterioro de sus paredes, sus defensas y sus cruces. Su estado molestó a veteranos de la guerra que pudieron viajar al archipiélago y sacaron fotos que aquí se muestran.

Con sus 232 imponentes tumbas -eran 230 pero se agregaron dos en el proceso de identificación de los 122 restos que estaban sin nombre y apellido-, es uno de los mayores símbolos afectivos y tangibles que le quedan a Argentina en ese territorio en disputa con Gran Bretaña. Es que para los isleños es un sitio turístico, pero para los veteranos argentinos y británicos se trata un santuario de respeto y peregrinación.

En cambio, el cementerio británico de San Carlos está como siempre, bien cuidado. Allí se encuentran sepultados 14 de los 255 británicos que murieron en su guerra con Argentina.

Tras consultar con todas las partes involucradas, Clarín pudo saber que no se efectúa el mantenimiento necesario desde 2020, por una serie de razones que aquí se intentan explicar.

"El deterioro de la pared trasera comenzó hace varios años; básicamente se construyó en secciones en Buenos Aires y se envió aquí, ¡pero nuestro clima es muy diferente al que tiene el mismo muro que se ve en Buenos Aires!", comenzó diciendo a Clarín Tim Miller, dueño de Stanley Growers, la empresa que se encarga del mantenimiento del cementerio desde 2018.

"Aeropuertos 2000, que pagó todo y pagó el mantenimiento, estaba considerando enviar a un ingeniero de los constructores hace más de tres años para trabajar con nuestro personal en una reparación importante, lo cual era una buena idea práctica. Pero luego vino el Covid (se refiere a que las islas estuvieron bajo una estricta cuarententa) y, por supuesto, ahora tenemos la muy mala política de Cristina (Kirchner) en medio de todo", remató Miller, en un relato que coincide también con lo conversado por este diario con el capitán Roberto Curilovic, veterano piloto de la guerra de Malvinas y quien actualmente trabaja en Aeropuertos Argentina 2000, la empresa de Eduardo Eurnekian, que construyó el cementerio porque el Estado argentino no participa de esta situación.

La primera en dar la voz de alarma sobre las situaciones fue la historiadora cordobesa Alicia Panero, quien puso una foto en Twitter que los veteranos que viajaron este año a Darwin le enviaron sin dar nombre. También confirmó su estado el veterano Ramón Robles, presidente de la Confederación de Combatientes de Malvinas de la República Argentina. Robles dijo haber manifestado su preocupación ante el secretario del Área Malvinas, Guillermo Carmona, y frente a las autoridades de Aeropuertos.

En la foto que se publica aquí se ven vallas que contienen al imponente cementerio caídas. En otras fotos que luego obtuvo este diario de parte de Panero, y confirmadas como actuales, se ven las paredes del cenotafio con las lajas caídas, las tumbas oxidadas por la inclemencia del tiempo o por el metal de los rosarios que dejaron las familias. Panero trabajó fuertemente como una outsider en lo que fue el proceso de identificación de los caídos que se hizo bajo el amparo del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Enojada, Panero cargó en su Twitter contra la presidenta de la Comisión de Familiares de Caídos de Malvinas e Islas del Atlántico Sur, María Fernanda Araujo, por estar involucrada en los equipos del candidato a presidente Javier Milei. Otros veteranos, no identificados aquí, también se manifestaron molestos con la conducción actual de la Comisión.

Sin embargo, desde AA2000 desligaron a Araujo de los problemas que tiene el cementerio y explicaron en detalle la situación. Los argumentos coinciden con los que dio Tim Miller.

Fue Eurnekian el que en 2004 comenzó la restauración del viejo cementerio levantado por las tropas británicas un año después de su victoria en la guerra de 1982. Fue entregado para su cuidado a la Comisión de Familiares en 2005, declarado Lugar Histórico Nacional por el gobierno de Cristina Kirchner en 2008 e inaugurado en 2009.

Su construcción, efectuada por arquitectos que ya no están a cargo, se realizó mediante estructuras premoldeadas que se enviaron desde Buenos Aires, con materiales patagónicos (pórfido, granito y cemento argentino).

Se llevó a cabo a través de un sistema de prefabricación llamado “bubbledeck”, una estructura que combina hormigón, hierro y esferas de plásticos para alivianarla, y que fue revestida con lajas de piedra pórfido patagónico con superficie irregular.

Fueron adosadas a la estructura con la utilización de un mortero tipo Klaukol, pero esto terminó siendo un problema porque, por ejemplo, este recibe fuertes lluvias que se congelan y luego las desprende.

La empresa AWG Construcción Services Falklands Ltd y Morrison Ltd lo armó en 45 días, entre 2007 y 2018, y un argentino que vive en el archipiélago se ocupó de su mantenimiento, que ya en 2011 presentaba problemas.

Tras actos de vandalismo y deterioro, Eurnekian decidió contratar a Stanley Growers. En el medio, se llevó a cabo el histórico proceso de identificación de los caídos.

El empresario también pagó los viajes de los familiares a ver las tumbas idenficadas por el llamado Plan Proyecto Humanitario 1, que surgió de un acuerdo firmado entre Londres y Buenos Aires, bajo el amparo del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Stanley Growers firmó un contrato por “Jardinería y mantenimiento del cementerio militar argentino de Darwin”

Contrariamente a las versiones que circulan hoy de que por las restricciones cambiarias argentinas hay problemas para que AA2000 le pague su trabajo -son 3.000 dólares por año para el mantenimiento básico dijo Miller-, se “pagó todo” y hasta estaban “considerando enviar a un ingeniero” para "trabajar" con el personal "en una reparación importante" de adaptación al clima. Pero entre las restricciones del Covid 19 y las tensiones bilaterales se frenó el entendimiento. El cementerio se deterioró más tras una tormenta con vientos de hasta 170 kilometros por hora.

La denuncia que este año realizó el gobierno argentino por el denominado acuerdo “Foradori-Duncan” agravó "la relación con los representantes de las Islas". "Específicamente, el último punto (Atlántico Sur) de dicho acuerdo refiere al Cementerio, a los viajes humanitarios de los familiares y a los procesos de identificación de restos de los Héroes caídos realizados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, actividades que, como respuesta, quedaron literalmente suspendidas”, indica un informe de gestión de Aeropuertos, al que tuvo acceso este diario.

El reporte señala que se le solicitó a la empresa Stanley Growers que, además, contacte a una constructora de importancia de las Islas para que evalúe y cotice una reparación integral y definitiva de la infraestructura del monumento. "Estamos a la espera de dicha información", se indicó.

“El repintado de las cruces y los trabajos de jardinería y adecuación, están programados para ser realizados a partir del mes de octubre, con el clima favorable”, aseguran.

Desde Aeropuertos pidieron recientemente un viaje privado a las Islas para ese mes, pero no fue autorizado. En la empresa señalaron que buscan entablar conversaciones que permitan obtener las autorizaciones y coordinar la realización de vuelos humanitarios en los meses de Noviembre y principios de Diciembre. Y quieren establecer un plan de actividades que incluya el traslado de familiares al lugar del hundimiento del buque “Isla de los Estados” para un homenaje y ceremonia.

La situación en lo diplomático es insólita. Porque el Gobierno dio de baja precisamente toda esa actividad que se había estipulado en 2016, con un acuerdo entre el gobierno de Mauricio Macri y el Reino Unido, y que la gestión de Alberto Fernández consideró "lesivo".

Publicado en Clarín