El General Santiago Omar Riveros acaba de cumplir cien años y sigue preso. Es víctima del odio, de una oprobiosa venganza y de una justicia corrupta en el marco del más gigantesco prevaricato que registra nuestra historia judicial.

Esto debiera llenar de vergüenza a la sociedad indiferente y a la política que guarda un silencio cómplice. Se registran 800 muertos en cautiverio, la mayoría sin sentencia firme, acusados de delitos llamados de “lesa humanidad”. Sin Justicia no es posible la Republica.

Alberto Solanet

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Publicado en La Prensa